Un hijo para el alfa

Capítulo 5

Rebecca dejó salir un largo suspiro, no quería recordar o tener algo que ver con su familia. Ya estaba harta de todo, ni siquiera podía respirar en paz debido a los maltratos de su madre en el pasado que volvían como pesadillas sin fin. Miró el techo de su habitación y puso ambas manos en su vientre y luego mordió su labio. Sentía una especie de dejà vù, por lo que no estaba del todo segura con ese bebé que venía en camino. 

Marco era un hombre demasiado hermoso, muy sexi y demasiado… arrugó la nariz al escucharse a sí misma decir esa clase de cosas en su mente. Leyó que podía tener ciertos pensamientos durante el embarazo y que podía ser por las hormonas. 

— Amor, de mi vida —Mark llegó como perro por su casa—. Nos toca salir para tu cita médica —aplaudió varias veces—. Mi jefe nos encontrará allá. Dijo que te llevara algo que le pediste.

— Aún no me pongo las zapatillas —levantó sus pies—, ¿Por qué razón tengo que ir hoy?

— Por el simple hecho de que eres la madre del bebé de ese sujeto —buscó unas zapatillas—. Hablando de cosas serias. ¿Quieres ir conmigo una cena esta noche?

— ¿Qué?

— Sí, esta noche hay una cena de negocios en donde trabajo y no tengo acompañante —se puso de cuclillas para ponerle la zapatilla—. Mi jefe tampoco tiene pareja. ¿Irás con él?

— ¿Por qué razón tengo que ir con él? ¿No me estás invitando?

— Sí, pero puedes ir con él y negarte a ir conmigo —Mark se encogió de hombros—. Eres mi mejor amiga y también espera un bebé, así que yo ya no tengo tantos derechos.

— ¿Por qué no tienes más amigos? —levantó el otro pie—. Eres alguien mucho mayor que yo, pero te la pasas aquí metido y el sueldo que debes de ganar en esa empresa es mucho como para que vivas en un sitio como este.

— No me interesa el lugar en donde esté viviendo —ladeó un momento la cabeza, mirándola—. Además, que no se te olvide que estoy aquí porque me enamoré de como cocinas y eso es algo que no se ve todos los días.

— No me digas —rodó los ojos—. Vamos.

— Antes de irnos —Mark le pasó su cartera y un abrigo—, ¿Por qué nunca me has contado acerca de tu familia? Ni siquiera sé por qué estás peleada con tu madre y porque no mencionas a tu padre.

— Estoy segura de que tu jefe te mandó a investigarme de pies a cabeza—rio entre dientes, y rodeó el brazo de su amigo—. No tengo ropa que ponerme y la que tengo me debe quedar muy ajustada.

— Sí, tu vientre es muy notorio porque eres delgada y porque tienes un trasero enorme y que llama mucho la atención.

— Mi trasero es uno normal.

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Rebecca puso ambas manos detrás de su cabeza y dejó que el doctor hiciera su trabajo. Como el espacio era algo pequeño, una parte de sus piernas estaban sobre las de Marco, quien se encontraba sentado en la camilla. El aparato hizo un sonido extraño y en cuestión de segundos ya podían ver a la pequeña vida que estaba creciendo en su interior. Dirigió su mirada hacia donde estaba el alfa y lo vio con ojos brillosos. Era alguien que por más serio que se mostraba, esos pequeños detalles lo llenaban de alegría sobrehumana.

— Después de hoy pueden venir dentro de cuatro semanas —dijo el doctor—. Tienes ocho semanas de embarazo, mi recomendación es que no hagas trabajos pedazos o tengas intimidad —la humana se atragantó con su propia saliva—. ¿Pasa algo?

— Que no se le olvide que soy virgen y que hasta que este bebé no nazca no tendré nada de intimidad con alguien por su culpa.

— Puedes hacerlo con el padre de tú —ambos padres miraron al doctor como si se estuviera volviendo loco.

— No nos acabas de decir que no podemos tener intimidad —Marco preguntó ceñudo—. ¿Nos ves con cara de que queremos estar juntos?

— No, pero es una opción.

— Lamentablemente, no planeo estar con él y él tampoco conmigo —Rebecca se sentó con torpeza en la camilla… sin bajar sus piernas de las de Marco—. No te lo tomes personal, sin embargo, esto es un negocio y yo planeo perder mi virginidad con alguien que si me quiera y no me vea como una bolsa para traer hijos al mundo.

— Yo no te veo de esa manera, no tienes por qué decir eso, ¿Sí?

— Tu actitud deja mucho que decir —puso un mechón detrás de su oreja—. ¿Ya me puedo ir?

— ¿Por qué tanta prisa?

— Debo de hacer algo con alguien importante y no quiero llegar tarde —respondió sonrojada—. Lo siento, ¿Puede darle las imágenes a Marco? Yo me tengo que ir y además, no las necesito —bajó sus piernas y se puso sus zapatillas—. Adiós…

— Tenemos que firmar los contratos —Marco la detuvo—. Quedamos de que sería hoy.

— Podemos hacerlo más tarde. No me tomará mucho tiempo lo que haré —se soltó de su agarre—. Te llamaré cuando esté libre. ¿En dónde nos veremos?

— Ve a mi empresa, haré que te dejen pasar a mi oficina directamente —ella asintió y tomó sus cosas saliendo del consultorio—. No sé qué más hacer para que ella se muestre emocionada por el embarazo.

— Es algo complicado y debe de entenderla. Es una humana que no tuvo la oportunidad de elegir para poder ser madre o no. Es una chica inteligente, buena persona y aunque ahora ella no presente eso, puede ser que usted la haga cambiar de opinión —el doctor se encogió de hombros—, ¿Ha sabido algo sobre el pasado de ella?

— Muy poco —se bajó de la camilla—, busque las fotos, me iré de aquí lo antes posible.

— Yo creo saber algo que le gustará acerca de ella —el doctor fue hacia su escritorio—. Rebecca nació gracias a la inseminación artificial.

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Rebecca estaba en la entrada de la empresa de Mark con una enorme sonrisa. Tenía su helado favorito en las manos y por alguna extraña razón se sentía fabulosa. Lo primero que vio en cuanto llegó a la recepción en donde todos se movían de un lado a otro con cosas en las manos para una especie de fiesta. Mark le comentó que la fiesta sería en uno de los hoteles de la empresa, así que si ellos no podían irse a casa esa noche, se quedarían a dormir.




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