Marco se alejó de ella lentamente, viéndola con los ojos cerrados con fuerza. Pasó su pulgar por los labios de la chica, y sonrió al sentir sus mejillas bajo su tacto notablemente calientes y rojizas. Besó su frente y se quedó un momento sin hacer ningún movimiento para no asustarla, le daría su espacio, porque lo que acababa de hacer era muy infantil.
— ¿Ya te sientes mejor? —ella asintió sin alejarse de él—. ¿Qué te dijo tu madre para que te pusieras de esa manera?
— Ella me dijo que me case con Mark para poder tener acceso más a fondo a la política para su esposo o algo así —Rebecca mantuvo distancia entre ambos—. Él es como mi hermano, pero también me mintió.
— ¿Te mintió?
— Es alguien rico y vive en un complejo de apartamentos de mala muerte conmigo…
— Es que eres lenta, Rebecca —le dio dos golpes suaves en la sien—. El apellido de Mark es idéntico al mío.
— ¿Cómo dices? —lo empujó—. ¿Me vieron la cara de estúpida?
— No, jamás te hemos visto la cara de estúpida —suspiró y quitó el cabello de su rostro—. Eres más inteligente de lo que crees —ella siguió mirándola enojada—. Estuve igual de sorprendido que tú cuando vi a mi hermano contigo. Le dije que no te comentara nada para que no sintieras que lo usé para tener un hijo conmigo.
— Es que ambos me mintieron a la cara —frunció los labios—. ¿Consideras que es algo justo para mí?
— No —sonrió para ver si podía tratar de calmarla—. Eres mucho más, ya te lo dije. No reflexiones en nada más que no sea yo.
— ¿Quieres que deje de pensar en el bebé?
— Ya eso sería un poco drástico, pero sí.
— Eres una persona muy cruel —hizo un puchero más notorio—. Espera. ¿Cuánto tiempo hemos estado juntos?
— ¿Uh?
— ¿No tienes que regresar a tu fiesta?
— No es necesario que regrese todavía. Ellos pueden esperar un poco más —se puso de pie—. Vamos a un lugar que puede gustarte.
— ¿Y si tu hermano viene? —la humana tomó la mano que le extendió—. Aunque con lo que me hizo puede quedarse buscándome toda la noche.
— Tomaremos esto como castigo —sonrió de lado—. Vamos.
Rebecca sonrió tiernamente hacia él, a lo que Marco entrelazó sus dedos a los de ella y caminaron hacia el jardín que les quedaba justo al lado. Las luces de este eran medio luminosas, por lo que el toque íntimo y delicado quedaba en el punto medio. Rebecca nunca vio esas cosas antes, ya que por alguna extraña razón su madre nunca la sacó al parque cuando era niña o la llevaba a la escuela. Siempre la mandaba junto con su vecina, puesto que su hijo también iba a la misma escuela.
El encontrarse con ella esa noche le provocó un malestar inmenso en el vientre porque no quería saber nada de ella en lo absoluto.
— ¿Tus padres te quieren? —preguntó de repente Rebecca, logrando que se mostrara muy confundido—. Es que el silencio no me gusta.
— Lo siento, pensé que ibas a querer estar un momento contigo misma para poder pensar las cosas —le sonrió—. Mis padres me quieren mucho, al igual que a mis otros hermanos.
— ¿Les has dado problemas alguna vez?
— No recuerdo. La única persona que estoy seguro de que le ha dado problemas es Mark. Mis otros hermanos son muy pacíficos y tranquilos —respondió pensativo—. Tengo cuatro hermanos más, así que somos cinco.
— No me lo esperaba —las cejas de la chica se elevaron—. ¿A qué se dedican?
— Soy el dueño de una cadena de hoteles, restaurantes, villas, etc. —levantó sus dedos—. Está mi hermano Matteo, el cual es el presidente del país, mi hermano Misha, quien es un mafioso…
— ¿Un mafioso? ¿Misha es tu hermano? ¿El sujeto que le sonríe a la policía cuando creen que lo atraparon? —preguntó asombrada y Marco asintió de manera burlona—. Te tengo mucho afecto, sabes que te quiero mucho...
— No tienes que tener miedo, nada malo pasará si mi hermano y tú se ven —rio un poco—. Mi hermano no se mete en la vida de nosotros —ella asintió no muy convencida de eso—. Sigo; está Malakiel, quien es un profesor y por último está Mark, el más problemático de los cinco.
— Se nota que no le gusta seguir las reglas, por esa razón lo amo.
— Es que es un niño que lo único que quiere es ser amado por las personas —se encogió de hombros—. Ahora bien, como eres su supuesta mejor amiga, influye mucho en lo que piensa.
— Yo a él no le pongo una pistola en la cabeza para que haga cosas estúpidas. Es mi amigo, pero no soy su niñera.
— Entendido —levantó las manos y se detuvo un momento para que ella se sentara—. Ahora bien, creo que debes estar un poco cansada de caminar conmigo agarrada de las manos.
— Me gusta estar agarrada de manos contigo —se sentó en un banco—. La vida de los ricos es una porquería de lo peor. No entiendo cómo es posible que ellos puedan comer, beber y hablar sobre negocios con personas hipócritas —chasqueó la lengua—. Tú no pareces uno de ellos.
— Porque el ser padre me cambió —Rebecca cambió su expresión—. Le dejaré la empresa a Mark una vez que nazca mi hijo. Necesito estar con él todo el tiempo.
— También con tu esposa —sin poder evitarlo, ella arrugó la nariz en forma de desagrado—. Sé que no es de mi incumbencia, pero tengo que decirte que tienes que buscar una mujer que te quiera mucho al igual que al bebé.
— Lo sé, estoy en eso. Gracias por estar preocupada —metió las manos en sus bolsillos desviando la mirada hacia otra parte.
— No es nada, ya que el niño no se quedará conmigo desde que nazca, es bueno saber que con la mujer que lo cuidará hasta que sea un adulto —dejó salir un suspiro y luego miró a Marco—. ¿En dónde están tus padres?
— En alguna isla del Caribe —se encogió de hombros—. Ellos se alejaron del mundo para vivir sus años dorados.
— ¿A qué se dedican tus padres? —palmeó a su lado para que se sentara.
— Mi padre es todo lo que somos mis hermanos y yo. Por esa razón se casó con mi madre —sonrió al recordar la historia que su madre le contaba de su padre—. Ella era su alumna en una escuela, la mejor de su generación. Mi padre era un profesor de derecho, mafioso, dueño de lo mismo que ahora tengo y al final decidió meterse en la política. Mi madre estuvo con él desde el inicio, en sus altos y bajos. Apoyándolo sin importar lo que pudiera suceder en el mañana.
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Editado: 15.06.2022