Un hijo para el C.E.O.

Capítulo 2

— En lo que viene Rebecca con el maquillaje —Licy se sentó a su lado—, ¿te sientes bien al estar en este lugar?

— No, no me gustan los sitios en donde hay muchas personas —dijo un poco incómoda—. Mi prometido me manifestó que me estaría vigilando hasta en la sopa y me temo que en cualquier momento él decida aparecer.

— No creo que aparezca si se bajó antes del barco —le quitó sus lentes y los puso junto a la cama—. Escucha, tienes que sentirte honrada de que al menos tienes una habitación para ti sola, sin ninguna de tus hermanas o tu madre.

— Ella no es mi madre, es mi madrastra. 

— Entiendo —Licy fue hacia donde estaba su maleta—. Como Mark está en este barco, Rebecca quiere darle un pequeño merecido a su mejor amigo, es momento de hacerte lucir bella.

— ¿Por qué ella me está ayudando? 

— Porque sabe que de la única manera en la cual puede molestar a todos en este barco es ayudándote y porque se le nota a leguas que quiere ser buena persona contigo, ya que por lo visto no la has pasado del todo bien tú sola.

— ¿Puedo confiar en ti? —Licy asintió—. Mi prometido únicamente me quiere para que le caliente la cama cada vez que llegue de trabajar o de acostarse con otras mujeres incluso tiene sexo con mi hermana.

— ¿Estás bromeando?

— No, no lo hago —mordió su labio—. Nunca haría algo como eso. Piero es un alfa que ha sacado de su camino a todas las mujeres que han pasado por su vida y no han cumplido con sus órdenes.

— ¿Y tus padres te quieren casar con ese sujeto? —asintió—. Esto es una locura, ellos no tienen por qué obligarte, ¿cuántos años tienes?

— Tengo veintitrés y ni siquiera puedo elegir algo por mí misma sin que mis padres me vean como la rara de la historia.

— Tu padre no puede tratarte como si fueras un bicho raro, eres una persona muy hermosa que lo único que necesita es amor —Licy desató su cabello—. Créeme que cuando te digo que puedes tener a cualquier hombre contigo, es muy en serio.

— Gracias, cosas así es que siempre quiero escuchar, pero en mi casa es imposible hacerlo —se encogió de hombros—. ¿Qué es lo que me harán Rebecca y tú?

— Te vamos a poner muy hermosa, porque tenemos que hacer que Mark al fin se fije en ti esta noche y de esa manera poder lograr lo que tenemos en mente, ¿Crees poder resistir un poco lo que pasará esta noche?

— Sí, mientras todo salga bien, nada importa.

— Ya estoy aquí —Rebecca entró a la habitación y dejó todo el maquillaje sobre la cama—. Me encontré con alguien indeseable en el camino.

— Descuida, ya estás aquí —declaró Clary—. ¿Qué maquillaje me harás?

— Uno que resalte bien tus ojos, no queremos que esto sea algo que llame mucho la atención —dijo Rebecca mirando el maquillaje que había traído—. Resulta que como no tienes espinillas, tampoco manchas en la cara no necesitas mucho polvo, porque de esa manera estás perfecta.

— Gracias, mi futuro esposo solo me ha mencionado que tengo que estar presentable para él y que soy hermosa, pero son cosas que pasan sin darme cuenta —murmuró—. Ustedes no parecen ser unas malas personas, todo lo contrario. Me han dado mucho amor y eso es algo que se los tendré que agradecer siempre.

— Apenas tenemos unas horas de conocernos y ya nos consideramos tus amigas —formuló Licy pasándole la mano por sus mejillas—. Sin duda tu familia es una porquería.

— Mi madre era una prostituta que no pudo hacerse cargo de mí, por eso me dejó con mi padre, quien en cada oportunidad me lo recuerda —chasqueó la lengua—. Mi madrastra me odia porque piensa que soy el desliz de su esposo, sin embargo, yo no soy el único desliz.

— ¿Tienes más hermanos en la calle?

— Mi hermana Carolina. Ella es mi hermana de padre y de madre —jugó con sus dedos—. Mi madre y mi padre eran amantes desde hace muchos años, mi hermana se ganó el amor de mi madrastra porque son identificas, amantes al dinero, los lujos, etc.

— ¿Tú no eres así?

— No, no me interesan los lujos, lo único que deseo es que nada malo pase en mi vida, pero todo parece que va de mal en peor. Por suerte, Piero se bajó del barco antes de que arrancara.

— Yo lo hubiese lanzado a alguna parte del mar —dijo Rebecca segura y todas rieron.

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Mark era un alfa que en lo único que pensaba era cómo divertirse con las personas; sin contar a su mejor amiga Rebecca, que no era más que su media hermana, y ella no lo sabía. Temía que su amistad se arruinara por completo una vez que supiera que eran hermanos y de la forma en la que él fue concebido.

A lo lejos vio a esa estúpida omega que siempre se la pasaba detrás de él y no se lo reflexionó dos veces antes de salir huyendo en cuanto la vio, ella no era su tipo… o eso era lo que quería decirse a sí mismo. Ellos dos no podían estar juntos por muchas razones y una de ellas era su padre.

Su hermano Marco lo llevó a arrastras hacia un lugar algo apartado de los demás y comenzó a decirle ciertas cosas:

— Quiero que hagas las cosas como un hombre y que le digas a esa omega que lo lamentas para que trate de buscar a un hombre que en verdad la quiera —lo soltó en cuanto estuvieron solos—. ¿Es divertido para ti el que ella esté todo el tiempo detrás de ti como un perro faldero?

— Sí —Mark se encogió de hombros—. No tengo la culpa de ser irresistible.

— Irresistible te diré yo a ti por ser un hijo muy diferente —lo golpeó en la cabeza—. Eres mi hermano, pero te estás comportando de una manera que no me gusta y lo sabes.

— ¿No la has visto de manera detallada?

— Porque esté mal arreglada no significa que puedas andar hiriendo a las personas únicamente por gusto. Es una chica de buen corazón. 

— Su padre me declaró la guerra porque me acosté con una de sus amantes. Ella es únicamente error en su vida y todos lo saben. Soy buen amigo con todo aquel que se merezca mi amor. Ella no lo merece por el simple hecho de que su padre es un anciano que no sabe mantener su berenjena dentro de sus pantalones —Marco tuvo que reírse al escuchar el nombre que su hermano le puso a la parte íntima del hombre—. Este es un momento serio. No rías. 




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