Estaba decidida a cumplir con lo que tenía en mente. No dejaría que nadie más tuviera la decencia de decidir sobre su vida. Tenía la prueba de embarazo en sus manos, en donde les contaría toda la verdad a sus padres, solamente que esperaría a decirle todo en unos minutos con su prometido presente para evitar más líos. Ni siquiera pudo dar dos pasos, porque Piero se encontraba con la sala esperándola.
— Papá, ¿podemos hablar un momento a solas, por favor? —preguntó, muy nerviosa—. Es algo importante lo que te tengo que decir.
— ¿Qué es tan relevante que no puede esperar? —preguntó su madre—. Vamos retrasados.
— Quiero hablar con papá —pasó saliva en seco—. Es algo que…
— Estamos todos presentes aquí. No puedes ocultarle nada a tu prometido —su padre señaló a Piero y ella se mostró más nerviosa—. Habla.
— En verdad tiene que ser el privado…
— ¡Habla de una buena vez! —gritó su madre furiosa—. ¿Qué es lo que quieres decirle a tu padre?
— Estoy embarazada —dijo sin esperar más tiempo—. Eso es lo que te quería decir.
— ¿Cómo dices? —por el susto que se llevó, casi le da un infarto. Su padre se notó más que enojado con ella—. ¿Es esto una broma?
— No… —tosió, por culpa de su asma—. No quiero casarme…
— No es cuestión de tus gustos —la arrastró hacia su oficina—. Será mejor que me digas en este momento que es una broma, porque…
— Esto es real —le mostró la prueba de laboratorio que se hizo—. Estoy embarazada de otro hombre.
— ¿Por qué hiciste eso? —sus ojos denotaban furia—. ¿Tienes idea del dinero que podemos perder?
— Te dije que no quería casarme con Piero, ¿es que no ves que ese sujeto es el peor de todos?
— ¡No estamos para tus gustos! —su padre golpeó el escritorio—. ¿Es que no ves lo que ocasionas?
— Piero no me quiere.
— Tú tampoco a él —ella se arrastró hacia atrás cuando su padre se acercó—. ¿Crees que amo a mi esposa? —se quedó en silencio—. El amor en el mundo de los negocios, amar a una persona siempre está en segunda opción para todos —la puerta fue tocada—. Estoy ocupado.
— Tengo que hablar con mi novia —era Piero—. No me tomará mucho tiempo.
— Tienes que hacer todo lo que te diga, no trates de hacerlo enojar —tensó la mandíbula—. Lo que Piero quiera hacerte en este lugar, lo harás. Si quiere tener intimidad contigo, serás una buena sumisa y dejarás que lo haga, porque si mis negocios se ven perjudicados por tu culpa, voy a matarte.
— Amor, ¿te encuentras bien? —Piero entró a la oficina de su padre después de que este salió—. Levántate del suelo —la ayudó a colocarse de pie—. Mira cómo estás.
— ¿Qué es lo que quieres de mí? —Pasó saliva en seco, ya que el olor que tenía el alfa no le agradaba—. Estás enojado… ¿Me vas a matar?
— No, no. ¿Cómo crees que haría algo como eso a la mujer que más amo? —la ayudó a sentarse en el sofá—. ¿Te golpeó tu padre? —puso su mano en la mejilla de la omega—. Él no tenía derecho a ponerte un solo dedo encima, porque no eres de su propiedad.
— ¿Cómo dices?
— ¿Pensaste que dejaría pasar la oportunidad que tengo por el simple hecho de que saliste embarazada de otro hombre? —le limpió las mejillas—. Ese bastardo será mi hijo delante de todas las personas, no me importa quién es el padre, porque sé que hiciste todo esto para no casarte conmigo.
— ¡Es que nunca he querido casarme! —Piero le tapó la boca.
— Te lo dije, no eres nadie sin mí —besó su frente—. Le diremos a todos que ese mocoso es mi hijo, no podrás hacer nada para impedir que te haga mi esposa, ¿quién crees que le buscó esposo a tu hermana Carolina? —sus ojos se abrieron como platos—. De alguna manera tenía que sacarla del camino, era matarla o dejarla con vida para que otro hombre se case con esa zorra. Ya te dije antes, quiero que seas mía en todos los sentidos, no me importa lo que tenga que hacer —lamió sus mejillas húmedas por las lágrimas—. Eres mía, y será mejor que no trates de hacerme enojar.
Ella asintió con miedo a lo que él sonrió de lado y le robó un largo beso después de secarle las lágrimas. Sus piernas estaban temblando, su hermana Carol tuvo que darle un retoque con el maquillaje antes de entrar al auto de Piero. Seguía en una especie de shock todavía, el saber que se casaría y que su plan no funcionó fue mucho peor de lo que pensó. Piero estaba decidido a casarse con ella sin importar nada, simplemente lo haría.
Llegaron al lugar en donde se llevaría a cabo la famosa reunión y el anuncio de su compromiso. Piero le dijo que debía colocarse el anillo de compromiso y dar una sonrisa agradable a los invitados, ya que eran personas importantes.
— Da tu mejor sonrisa —le susurró Piero.
— Buenas noches a todos los presentes —dijo el padre de Clary—. Esta noche era motivo para celebrar un gran negocio, pero resultó ser una doble celebración —se hizo a un lado para que Clary pasara al frente al igual que otro sujeto que era demasiado guapo, sin embargo, que por alguna extraña razón era demasiado temido—. Mi hija menor Clary, me dio la maravillosa noticia de que seré abuelo.
Mark escupió la bebida, llamando la atención de todos los presentes. Sí, ese era el hombre al que ella le daría su vida.
— Me siento feliz de que mi hija menor me vaya a dar un excelente nieto que desde hace tiempo quería —abrazó a una incómoda Clary sobre los hombros—. Sin más que decir, disfruten de la noche.
— ¿Puedo salir un momento al jardín? —preguntó Clary—. No escaparé.
— Ve, después vienes.
Se sentó en una esquina en donde las personas no podían verla y se puso a llorar. El maquillaje se corrió por sus mejillas, algo que no le importó demasiado.
— Clary, cariño —Rebecca se sentó a su lado y la abrazó—. ¿Por qué te vas a casar con ese sujeto que no quieres?
— Porque mi padre así lo quiso… —sollozó—. Él me golpeó cuando le dije que estaba embarazada de un hombre que no era precisamente mi prometido. Por eso mi boda se adelantó antes… Tengo que casarme y mudarme.