Un hijo para el C.E.O.

Capítulo 10

Tres años más tarde

 

Mark miró el reloj que estaba en su muñeca y prosiguió a salir de la oficina, se sentía muy cansado y como se había hecho cargo de la empresa de su hermano desde hace unos meses, decidió dejar que pasara un año con su familia antes de que volviera de lleno con todo lo relacionado con la empresa. Era muy tarde en la noche, por lo que ni siquiera su secretaria estaba presente en ese piso. Ni siquiera recordaba cuando fue la última vez que consiguió un día de sueño como lo hubiese deseado. Clary no daba señales de vida y si sus cálculos no eran erróneos, su hijo debía estar enorme gracias a qué tenía dos años y medio.

Fue hacia la casa de su hermano, justamente en donde estaba la manada, debido a que sus hijos se sentían bien al estar en el campo y de vez en cuando iban a la ciudad a pasar unos días. Desde que Marco le dejó todo lo relacionado con las empresas, su única labor era estar al pendiente de eso y de encontrar a Clary, muy pocas veces hacía cosas que le gustarán, debido a que decidió dejar sus días de Don Juan a un lado.

Entró a la mansión y saludó a algunas personas que estaban jugando con sus hijos, para luego meterse en el interior de la mansión como si fuera el dueño.

— Llegué en el momento justo —dijo Mark cerrando la puerta detrás de él—. ¿En dónde están mis sobrinos favoritos?

— Son los únicos que tienes, porque ni siquiera has ido a ver a Malakiel o a Matteo —dijo Marco aburrido y con Kiara en sus brazos—. ¿Qué haces aquí?

— ¿No puedo venir y darte una visita?

— Lo haces por qué quieres pasar tiempo aquí y tratar de saber qué pasa con Clary —dijo Rebecca con dos platos en las manos mientras caminaba hacia el comedor—. Ya que estás aquí, busca a Alexander, creo que está en el sofá.

— No vayas a decir que lo abandoné porque no es cierto —dijo Marco antes de que su esposa lo hiciera—. Te gustará y a la vez no lo que descubrí de Clary.

— ¿De Clary? ¿Sabes en dónde está? —vio cómo su hermano y Rebecca se miraban entre ellos—. ¿Pasó algo?

— Siéntate, porque lo que tengo que decir puede ser que no te guste —acomodó a su hija sobre su regazo y le dio unas palmadas para que se durmiera—. Ella está en el país.

— ¿En el país? ¿Desde cuándo? —preguntó sorprendido porque hace unas horas estuvo hablando con su investigador y nadie le dijo nada—. Habla.

— Ella no se encontraba sola, estaba con Piero… su prometido de hace tres años —sus cejas se dispararon—. Estaban con un niño que era idéntico a ti.

— ¿Estaban con mi hijo? ¿Clary se casó con Piero? —preguntó sorprendido—. ¿Cuándo pasó eso?

— Aquí tienes —Rebecca le pasó un folder—. Me llevaré a Kiara a la habitación para que duerma con Alexander —ni siquiera se habían dado cuenta de que el niño no estaba con ellos—. Regresaré para servir la cena.

— Gracias, te amo —ella le sonrió antes de marcharse—. Ella ha estado viviendo con Piero los últimos dos años. Tengo que decirte que ella se ve feliz con él.

— Ella me dijo que no quería estar con Piero porque le daba miedo. ¿Por qué se ve feliz con él? —preguntó mientras miraba todas las fotos que su hermano tenía en ese folder—. ¿Desde cuándo lo sabes? —Marco no le respondió—. ¡Desde cuándo lo sabes!

— Desde hace tres años —sus labios temblaron al escucharlo—. No estaba en mis manos decirte en donde se encontraba ella. Tú la humillaste durante muchos años, la hiciste pasar por muchas precarias y después de que supiste que ella esperaba a tu hijo, supuestamente cambiaste —ahora fue su turno de quedarse en silencio—. No creo en tus cambios, mucho menos en que seas en verdad un buen hombre. Te lo repito nuevamente, ¿qué es lo que quieres a través de Clary?

— Solamente quiero a mi hijo conmigo —fue todo lo que pudo responderle en ese momento.

— ¿No será que deseas la manda de su padre? —Mark tensó la mandíbula—. Sé que eres el alfa de la manada de Robert, por el simple hecho de ser su único hijo varón o, mejor dicho, que te la robaste.

— No hice nada que ese hijo de perra no se mereciera —siguió mirando las fotos—. Eso no justifica que durante todo este tiempo supieras en donde se encontraba Clary con mi hijo…

— Quieres un heredero —dijo Marco riendo carente de humor—. Dices que odias a Robert, pero tu mentalidad es idéntica a la de él. Un niño es mucho más importante que una niña en tu cabeza.

— No me importa el sexo del bebé y no vuelvas a compararme con ese sujeto. No somos iguales —se puso de pie—. Me llevaré esto, dile a Rebecca que me tuve que ir porque recibí una llamada de negocios.

— Si te metes en líos con ese sujeto, no seré tu salvador esta vez —dijo Marco a sus espaldas—. Ya tienes veintiocho, eres un hombre que sabe lo que quiere y tiene que hacer.

— Ni siquiera pasaste por mi mente para pedir ayuda.

Salió de la casa de su hermano y fue en busca de Misha para pedir más información acerca de Clary, porque sin duda él fue quien consiguió todo eso y no le dijo nada durante todos estos años. Su hermano no vivía como los demás mafiosos, siempre se ocultaba en su casa a las afueras de la ciudad, solo que en el otro extremo de la casa de su hermano y con muy pocas personas. Los guardias al verlo, lo dejaron pasar y de inmediato abrió la puerta con un fuerte golpe.

— ¡Misha! —gritó desde la sala—. ¡Sé que estás aquí!

— Ni siquiera me estaba ocultando de ti —salió de un pasillo con una botella de alcohol—. ¿Qué estás haciendo aquí?

— Durante tres años te pedí que me dijeras en donde diablos se encontraba Clary con mi hijo, pero nunca me lo dijiste —le lanzó el folder que Marco le había dado—. Sé que nunca me quisiste como un hermano, por el simple hecho de que nací de una manera no deseada, pero eso no te daba el derecho de ocultarme todo acerca de donde se encontraba la mujer que huyó con mi hijo.




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