Un hijo para el doctor [#3]

Suna

No puedo sacarme lo sucedido de la cabeza.

No me siento incompleta, tal vez un poco más abierta, sí, además de extraña por el contacto que no tuve en años.

Pero lo hecho, hecho está, por encima de lo que me pasa y de haberle abierto esa oportunidad.

Una que Alex no dudó en tomar, aunque no importa si no quería otorgarle demasiado control, fui y soy consciente de lo que pasó.

Tuvimos un encuentro sexual, que a fin de cuentas, también quería, por encima de que siempre se me hizo necesaria su presencia.

Me hundí en la vorágine del contacto, de la complicidad y el placer.

Le abrí las puertas para que llegara a más, sin pensar si estaba lista o no, para volver a ser mamá.

En realidad, no lo estoy, tampoco quiero estar en esa afinidad llamada pareja, esposa o lo que sea.

Creo que estoy conforme con ser la mujer que cría a su hijo.

Es demasiado grande el peso de ser madre.

Por lo mismo, no quiero cargar otro título, si apenas puedo darle forma al que tengo.

Criar es pesado, volver a estar embarazada, no es lo más deseado, sin embargo, no uní esos puntos esta mañana, solo pude concentrarme en las sensaciones que proveía, en cómo me tomó y lo que sentí al darle espacio en mi interior.

Disfruté su presencia, mucho más porque no estaba en frente, porque no tuve que girar la cabeza, solo concentrada en el acto.

Eso puso todo en su sitio, no entré en pánico y no pensé en las barreras que puse; el gusto se apoderó del instante, su determinación abrió un hueco en el fondo y estoy segura, que eso no hubiera sucedido si lo veo cara a cara.

No sé por qué, pero preferí quedarme como estaba; no necesitaba otro detonante, otro sonido de la envoltura o verlo sobre mí. 

Lo único que entiendo, es que Alex es una bomba de caminos inciertos, que no sé si quiero transitar ahora.

Niego, liberando el suspiro al estar inundada de las emociones.

Mis yemas se hunden en mi piel, inquieta en lo que trato de asimilar la realidad, pegando la espalda del tanque.

No quiero rechazarlo, ni sentir pavor o asco si me busca en el ámbito sexual.

Él me gusta, tal vez lo amo, solo no quiero vivir alterada todo el tiempo, por el más mínimo sonido o suceso.

Quisiera disfrutar los hechos, a pesar de lo que traigan consigo.

Porque aunque no esperaba que se animara, él me brindó lo que tenía.

Me ha dado demasiado, mucho más de lo que puedo darle e incluso, de lo que merezco.

Sentí que para esta segunda vez, tenía algo de derecho sobre mí. 

Quise hacerlo porque sigo siendo su mujer, desde esa noche algo nos marcó y a día de hoy, sé que no me he equivocado al pensarlo.

Al final, nos complementamos lo suficiente como para olvidar el clímax y acabar juntos en el temor. 

Justo ahí, la realidad me golpeó.

Por eso estoy molesta, porque no pensé en las consecuencias, porque solté la rienda y llevo mayor parte de la culpa.

Lo peor es que no quiero otro bebé.

No quiero ser madre de nuevo.

No confío en ninguno de esos anticonceptivos, porque si con la envoltura tuvimos a Aleix, no imagino lo que pueda pasar con un ungüento puesto en su genital.

No es él, no es su culpa.

No lo puedo cargar con todo lo que le puse en bandeja de plata.

Vi la oportunidad, la tomé, porque de un modo u otro, mis sentimientos por él, siguen intactos.

Sigo enamorada de Alexandrei y lo que vivimos anoche, fue la entrada para que esto me condenara.

No es que no quiera estar a su lado, es que sé, lo que eso terminará demandando...

—Voy—musito al quedar de pie, sabiendo que espera en una de las paredes. 

Echo las hebras atrás, lavando mi rostro antes de ir a la bañera. 

—¿Me traes la toalla?—demando al haber terminado, sacando la cabeza en lo que acepta mis palabras. 

Extiendo el brazo en cuanto la trae, cubierta al abandonar el espacio, llevando la sábana al cuarto de lavado. 

—Perdón—giro a verlo en lo que cierro la tapa de la lavadora—. Suna, no...—Me acerco, atrevida al sellar sus palabras con un beso, aprisionada por su mano en la cintura. 

Me atrae con suavidad, haciendo el choque más firme y notorio, decidida a no dejarlo culparse. 

—Fue mi decisión—acepto, respirando acelerada—, lo acepto y lo siento.

—¿Te lastimó?—Suelto un grito de sorpresa, opacada por Alex, quien me cubre cuando se me cae la prenda—. Mami, ¿lo lastimaste?

—Alex—la vergüenza me cubre por completo al querer salir corriendo. 

¡Ni siquiera lo vi venir! ¡Tampoco lo vi entrando! 

¿¡Qué rayos pasó!?

Diablos...




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