Un hijo para el doctor [#3]

Suna

Siento su apretón en mi cintura, con su mano suave prendada ahí al haberme dejado llevar del impulso, concentrada en la forma en que responde al beso. 

Aún con el agarre que pudo ser más íntimo, el gesto es tan suave y posesivo que hace que me quede sobre él, con sus palmas pasando encima de la ropa al elevarse un poco a mí. 

Mueve las hebras atrás y al paso de los minutos, deja de verlas como un estorbo, disfrutando el contacto del cabello, al dejar mis rodillas encogidas a cada lado suyo, tocando con sus manos enormes mi rostro, apartado de mis labios. 

Lo observo durante unos segundos, respirando desbocada, al estar afectados, aceptando que el placer volvió. 

No puedo ocultarlo, aunque pensarlo sea demasiado. 

Con esto admito que la sensación nunca se fue y no murió a pesar del intento. 

Paseo mis ojos por sus labios, ojos y facciones, alejada de a poco al tratar de normalizar mi respiraciones, por las sensaciones que calan en mí.

Las manos me cuelgan de sus hombros y una de las suyas sostiene el mío, mientras otra tiene mi cabellera en un puño, hundiendo los hombros. 

Los dos quedamos de acuerdo en ese silencio que nada va a pasar, aún si las ganas están de su lado y las mías solo quieren besarlo mucho más. 

Podría vivir y morir sobre su boca, recordando el modo en que me pudo grabar allí.

No sé porqué reacciono así y quiero que no me moleste el hecho, sino que se quede grabado en mi memoria, que siempre ha sido él. 

—¿Qué piensas?—Su halo choca contra mí al cerrar los ojos, dejando caer el peso de mi cuerpo en sus piernas, centrada al dejar mi frente contra la suya. 

—Nada—miento, posando la mano en una de sus mejillas en cuanto exhalo cuando su sostén se alivia en los minutos. 

Vuelvo a donde estaba, a la par que se queda en el borde, suspirando fuerte para ir por lo que pedí para comer.

—Puedes llamar—frunzo el ceño al verlo acercarse al umbral, pasando de lo dicho.

—No me voy a detener, Suna—lo observo, sintiendo comezón en las mejillas al comprender lo que habla—. La necesidad que tengo de ti es demasiada y prefiero evitarte otro ataque o que algo que tú no quieras, pase—me elevo al abrir la boca, queriendo decir algo más.

Pero no me sale, porque algo en mí, no lo ha dejado entrar.

—¿Hablas de...?—Alexandrei suspira, negando cabizbajo al oír las llaves del móvil, pegada su frente del borde.

—¿Tan alterada está tu percepción de mí?—Siento un golpe en el pecho al saber que me refería a eso, aunque quizás, él hablaba de algo distinto. 

No lo culpo por sentirse ofendido, fue un pensamiento que no debí soltar ni cuestionar, lo que termina por calentar mi rostro al no atreverme a decir más.

Paso la mano por mi brazo, en medio de la vergüenza, sin verlo, aún cuando mi respuesta puede ser negativa; el punto es que lo entiendo, pero no quiero hablarlo ahora. 

—Lo siento—resuello, siendo suficiente la cuestión que se me ocurrió soltar. 

—Sí—lo veo de reojo al tomar espacio en el borde, bajando el rostro al pensar en los hechos que me invaden y lo mucho que me cuesta aceptar que me invade. 

Ponerme a sobrepensarlo, hará que vuelva a encerrarme y no quiero eso, porque sé que no podré soportarlo. 

—Suna—Alex parece notar que voy a caer en un bucle, por lo que se acerca, quedando de cuclillas frente a mí al alzar mi mentón con calma—, no te estoy culpando por irte a ese lado.

—No debería pensar así de ti—él sonríe, dejando sus brazos sobre mis piernas al verme de lleno.

—Piensa de mí como te dé la gana, sunshine—me ve, concentrado—. Al final, yo pensé en pensar que quizás te obligarías a estar conmigo porque lo podría requerir el momento, pero no tu ser interno, pero si te fuiste por la otra rama, no me importa—aclara—. Has pasado por muchas cosas y tienes todo el derecho a dudar de mí.

—No es algo justo—auguro, viéndolo encoger sus hombros. 

—La vida no es justa, y no lo fue contigo, mi amor—capto un pálpito al cerrar las piernas en lo que deja un pico en mis labios, mi frente y luego se queda de pie. 

Sostengo su mano antes que se vaya, asiduo a quedarse para evitar que le dé demasiadas vueltas, tratando de no sumirme en un círculo de pensamiento interminable, a pesar de que él no duda ni un segundo con la situación.

Admiro su intención, su trabajo y lo que hace, no obstante, creo que en definitiva, Alex puede procesar mucho mejor las emociones y los sentimientos que yo, aparte del hecho de que no vuelve tanto al pasado, al menos que sea necesario, aunque a mí, hacerlo logra que entre en pánico.

—Vuelvo en un rato—despide, al dejarme otro beso en la coronilla, pasando el trago al dejarlo libre en lo que oigo sus pasos, alejándose, volviendo a acostarme, al ver el techo un rato.

La curiosidad me absorbe al oír el móvil encender, yendo a verlo por la ventana antes de que arranque. 

Pego la frente contra el espacio de solo imaginar su mirada, observando cómo se va, antes de pasar al baño para lavarme el rostro. 




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