Un hijo para mi ex

Capítulo 3. Me voy de viaje

Sᴀᴠᴀɴɴᴀʜ Pᴇʀᴋɪɴs

 

 

Después de entrar a mi departamento me doy cuenta que las mejillas las tengo de un color rojo exagerado, tanto así? me parece que es muy fuerte que me este pasando con un hombre que apenas conozco. 

Busco mis documentos para llevar mañana a la clínica, estoy cruzando los dedos para que me acepten. En verdad necesito el empleo, pero debo aceptar que no tengo ninguna experiencia. A Caleb no le gustaba que trabajará y yo en verdad jamás puse interés en hacerlo, es decir que desde que me gradué solo me acompañan los documentos y nada más. 

—Tu me darás buena suerte — hablo con mi bebé. 

Deseo que nazca ya, que lleguen los nueve meses porque este departamento se siente muy vacío. 

Termino de ordenar los documentos y en lo que voy al baño tocan a la puerta. 

Atiendo sin antes preguntar quien es. 

Y, que bueno que no lo hice porque no sabría como responder cuando me dijera que era el mismísimo Nathan Khelani.  

—H-hola. 

Deja de tartamudear, me avergüenza..

—Vi que entraste a este departamento, no fue mi intención…—sonríe —Pero te quería dar la bienvenida. Espero que podamos ser amigos. 

Uf, cómo negarme .

—Oh, es muy caballeroso de su parte. Muchas gracias señor Nathan. 

—No me llames señor, por favor —pide amablemente. Me estoy dando un banquete completo con este hombre, no puede ser más guapo y educado. —Solo Nathan. 

—De acuerdo, Nathan. Gracias por tu amistad. 

—Pasa una linda noche. 

—Gracias, igualmente. 

Se retira y veo que entra al departamento de al lado, es decir que estoy entre el de mi hermana y el del doctor. ¡vive en el mismo edificio que yo! Es una ventaja enorme. Rayos, y yo viéndome como vagabunda todo el tiempo. 

Sé que suena ridículo que hable de amor o que alguien me guste a solo cinco meses de haberme divorciado pero es irresistible, la belleza física atrae pero la interna esa te hace imaginar una casita juntos y tres hijos. 

No quiero imaginar cuantas mujeres quedan prendidas de semejante belleza. 

Dejo de sonreír al recordar que todavía existe Caleb en mi corazón, diablos, ese imbécil no sabe cuánto lo amaba y debo aceptar que todavía queda un poco de amor por él. Caleb llegó disfrazado de príncipe de película, y no siempre fue malvado, él era un encantador de serpientes. A mis padres siempre les agrado, nunca fue grosero, no hubo ocasión donde me levantara la mano o que fuera machista. Lo único en él era que no entendía ninguno de mis chistes a menos que fuera muy obvio, en eso tenía cero sentido del humor. Y un poco prepotente, pero nada que haga daño a nadie. 

Caleb es de esos ex que no puedes odiar porque fueron personas, a pesar de sus últimos hechos en estos meses. Eso sí me hace odiarlo, sí soy una persona super rencorosa y no perdonó tan fácil, deberían preguntarle a mi hermanito menor que aun le guardo resentimiento por haberle cortado la cabeza a mi muñeca favorita. 

 Ese día perdí mis uñas en sus brazos pero valió la pena. 

Me doy un baño de agua tibia, al salir a la cocina por algo de comer escucho mi celular vibrar. Lo puse en silencio esta mañana. Veo el nombre en la pantalla, ¿qué hace llamándome Caleb? No es esto lo que hacen los ex. Pienso en que puede necesitar algo, no lo sé, no soy tan cobarde para no contestar. 

—¿Hola? 

—Oh, perdona. ¿Está Caleb en casa? —Frunzo mis cejas. ¿Es una mujer con voz chillona? Me pregunto porque carajos fingen la voz. 

—No, lo siento. Este no es su número, con gusto te paso el de él para que le hables directamente. 

—Ou, no, está bien así. 

 Corta la llamada así nada más. 

Presiento que es la mismísima mujer con la que lo vi en el parque. Sea lo que sea que está intentando, no va a lograrlo.

No me interesa con quien salga Caleb, ya le llore mucho, es suficiente para mí. 

Toco mi pancita que ha estado ocultándose todos estos meses, mi bebé sabe que nadie puede saber sobre él o ella así que me ayuda. Estoy llevando mi embarazo sola, afortunadamente me siento tranquila y he evitado llorar para que mi bebé no sufra porque no lo merece. 

    ***

 

Por la mañana salgo del edificio, son las seis y es mejor que coja la frescura de la mañana porque en la tarde me da mucha pereza salir a caminar. 

—¿Savannah? 

Santo cielo, qué tiene que aparecerse hasta en la sopa. 

Lo ignoro y continuo mi trote. 

—Savannah — me alcanza —¿Piensas ignorarme?

—No había conocido a un ex tan insistente como tu. Dijiste que querías el divorcio, firmé hace cinco meses los papeles ¿Qué demonios quieres? No soy tu juguete. Y no, no podemos tampoco ser amigos. Entre más distancia, mejor. 

—Sav, no me voy a cansar de pedirte perdón. Lo lamento ¿okey? Venía a despedirme de ti, tu hermana me dijo que estabas viviendo en el edificio. ¿Por qué te saliste de la casa? 

—¿Por qué? Porque la serpiente ruidosa de tu mamá me saco, dijo que la iban a vender y como ya no estábamos casados pues estaban en todo su derecho— escupo —Nunca te enteras de nada. 

—Joder —se revuelve el cabello, molesto. —No sabía que mi mamá había hecho eso, te lo juro. Esta misma tarde hablaré con ella y te regresas a la casa, es tuya, Savannah. 

—No la quiero, gracias. ¿Si me disculpas? 

—¿Por qué tienes esa actitud conmigo? 

Oh, vamos. Odio a las personas que se victimizan y espero nunca convertirme en una de ellas. 

—Seré clara, Caleb. Tu no tuviste ninguna compasión en pedirme el divorcio, me engañaste con otra mujer a la cual supongo que amas ¿entonces que demonios haces buscándome? Corta todos los lazos conmigo de una vez porque te aseguro que lo que menos me interesa es tener conexión contigo. Sigue con tu camino y yo con el mio y olvida que un día estuvimos casados. 

Y que te entregue los mejores años de mi vida, cabrón. 

—No puedo hacerlo, Sav. Eres muy importante para mí. 




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