Un instante para siempre

Capítulo 12: MATEO

Se escuchaban voces fuera de la habitación pero él no alcanzaba a oír nada, se abrió la puerta de golpe y él quedó en silencio con expresión de asombro, su padre y su madre entraron a su habitación, detrás entraron Claudio y Lucas. 

—Hijo, la rehabilitación será intensa, pasarás semanas haciéndola, Jerez…

—Lo supuse papá —respondió Mateo.

—Lo importante es que estás bien y hay muchas probabilidades de que vuelvas a la competencia a tiempo, aún podrás mantener el campeonato —lo tranquilizó Lucas.

—Por eso es importante la mejor atención, irás a Nordem, allí te internaras por los meses que haga falta, mejorarás y podrás ser el campeón de nuevo —dijo su madre.

—Nordem, eso queda a 13 horas de aquí en avión ¿De verdad no hay nada igual de bueno cerca? —preguntó Mateo.

—No, si, es decir si lo hay, pero no tan bueno como Nordem —dijo Claudio.

—¿Es eso o que creen que me drogo?

—Ya sabemos que no te drogas —dijo con expresión circunspecta su padre —. Sabemos de la chica. 

Mateo cerró los ojos y ladeo la cabeza. Soltó un suspiro.

—No está nada bien eso, me quedé horrorizada, Mateo, me iba a dar un infarto cuando vi dónde vivía esa niña, un barrio horrible, peligroso, ella ¿qué es? Una prostituta una vaga…

—Claro que no madre, basta por Dios —exclamó Mateo.

—Y la sacaste de ahí, tú pagaste todo, no, no entiendo Mateo, ¿Te chantajea? ¿Te saca dinero?

—Es mi novia —gritó.

Su padre se echó a reír, negó con la cabeza.

—¡Qué niño tan estúpido! ¿Qué novia nada? ¿Estás loco? —le espetó su padre.

—Mateo, eres muy joven, la chica es linda, la vi, muy linda pero como esa hay miles más, aparte, puedes conseguir unas que se bañen, que sean saludables, esta te puede pegar una enfermedad de transmisión sexual —le dijo Claudio.

Mateo le puso los ojos en blanco y bufo.

—Por dios, son horribles todos, ella es una persona normal. 

—Tienes que pensar en tu futuro —dijo su madre.

—Ella es mi futuro.

Su padre se rió, Claudio lo imitó.

—¿Lucas? —le imploró Mateo.

—No sabes nada de esa gente, te pueden secuestrar, robar, extorsionar, meterse en drogas, eres muy joven, vamos Mateo, sé un poco racional—respondió Lucas sin mirarlo a la cara.

—Entonces todos creen que Ana es una delincuente sin conocerla, ella vivía ahí porque sus padres la echaron de casa.

—¿Por buena conducta? —preguntó su padre.

—Quedó embarazada, nada del otro mundo, no andaba en una pandilla.

—¿Embarazada? ¿Aborto? me imagino ¡Qué horror! , ¿O carga al bebe? —quiso saber su madre.

—Aborto de forma natural.

—Eso te dijo ella, es una sinvergüenza 

—No la conoces.

—Ni tú, crees que sí pero te ha desbancado, te ha sacado mucho dinero ¿Cómo no lo ves? —gritó su madre.

Mateo decidió que era mejor no seguir hablando ni tratar de dar explicaciones, diría que ellos tenían razón como siempre y ya vería como haría para estar con Ana.

—Estás son precisamente las cosas que queremos evitar cuando exigimos que cuiden con quien andan, porque además nos pones en riesgo a todos, hijo a todos —dijo su padre.

—Quizás tengan razón, no lo había visto así. Lo siento. ¿Cómo supieron de ella?

—Rastreamos tus movimientos financieros, lo que más llamó la atención fue los pequeños depósitos que ella hacia a tu cuenta, parecía que vendía droga o lavaba dinero…

—¡Por dios Claudio! que exagerado, me paga dinero que le presté, me lo paga de a poco, no gana millones —giró la cabeza, no soportaba verlo.

—¿De acuerdo entonces con Nordem? —preguntó su padre.

—No, me quedo aquí, no la veo más.

—Me parece bien que no la veas más. Te vas a Nordem igual, todo está arreglado, no tienes autonomía financiera por ahora, hemos bloqueado todas tus cuentas, y mandado a eliminar tus créditos, no tienes autonomía financiera a partir de este momento —le explicó su padre.

—Tengo 18 años y mi propio dinero —sonrió Mateo.

—Lo sé. Introdujimos una causa para que no puedas acceder a tu dinero.

—¿Por qué? ¿Qué les pasa? —gritó.

—No estás en tus cabales, estás regalando tu dinero, no estás haciendo las cosas bien, no fue lo que le dijimos al juez, pero es la razón por la que lo hacemos. Nos debes mucho dinero, eso le dije al juez y prácticamente todo lo que has ganado me lo debías —le sonrió satisfecho.

—Eres horrible, de paso me robas, quédate con eso, no me hace falta.

—Hijo.

—Déjenme y quiero mi teléfono.

—No, nada de eso, te van a dar un tranquilizante ahora.




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