Despertó entre los brazos de Mateo y supo lo que era la felicidad, recordó a Mariana y aquel bebé que no nació y pensó que nunca había amado tanto en la vida. Besó su hombro y acarició sus cabellos oscuros. Se levantó, después de darse un baño en su nuevo baño, se vistió con sus nuevas ropas, reía sola mientas se vestía.
Mateo la sorprendió abrazándola por detrás. Besó su mejilla y la apretó a él.
—Te amo Ana, no sabes lo feliz y emocionado de que está será nuestra nueva vida ahora, ¿Qué te parece? Ya muero porque seas Ana de Napolitano.
—Cálmate, arruinas todo, algún día me hubiese gustado que me lo pidieras.
—¿Es que dudas de que lo haría? Es obvio—rio a carcajadas.
—Me arruinas todas las sorpresas.
—Alguna vez te sorprenderé de una forma que te vas a quedar loca.
—Ve a bañarte para que me dejes en la parada del bus y vayas a atender ese asunto tuyo del contrato.
—Sí. Voy.
Desayunaron entre risas, tonteando los dos, Ana miraba todo a su alrededor y aún no podía creer que viviera en una casa así, con Mateo y que la casa fuera de los dos. Moría por ver la cara de Mariana cuando la visitara, decidió no enviarle fotos, la sorprendería cuando la visitara.
—Tengo que hacer que Mariana me visite aquí un día. Necesito que vea donde vivo y se quede tranquila.
—Estás conmigo, ya debería estar tranquila solo por eso, ya veremos cómo traerla.
Mateo la dejó en la universidad, siguió su día tranquilamente en apariencias pero estaba muy emocionada, llamó a Mariana cuando estuvo en tiempo de descanso.
—¿Cómo estás mi hermanita?—preguntó contenta.
—Bien Ana, no me escribiste ayer.
—Sí, es que sabes, me estaba mudando a mi nueva casa.
—¿Qué? Te mudaste a una casa, ¿completa?
—Sí, con Mateo, ahora vivimos juntos.
Mariana soltó un pequeño grito.
—Qué bueno Ana, quiero visitarlos pronto.
—Yo quiero, te vas a quedar loca con la casa, es hermosa.
—Me tranquiliza oír eso Ana y saber que estás feliz, te lo mereces.
Después de hablar largo rato con Mariana siguió en sus labores. Palideció al ver a dos hombres altos y bien vestidos muy parecidos a Mateo, uno era rubio pero el otro tenía el cabello como Mateo, miraban hacia todas direcciones. Salió por la puerta de atrás y marcó a Mateo.
—Amor, paso por ti en…
—Me voy en bus, me recoges en la parada.
—¿Por qué? Voy por ti.
—Espera—dijo, tomó una foto a lo lejos de los hombres y se la pasó a Mateo.
—Mis hermanos—dijo con tono derrotado.
—Mi papá estaba allá en la fábrica pero Arturo me entendió y no lo atendió, me escabullí, no podré huirles para siempre. Ana quiero que nos casemos ya.
—El peor romántico del mundo. Mejor dicho, el para nada romántico.
Mateo rio a través de la línea.
—Es que espero que no se metan con un hombre casado, que me quieran seguir tratando como niño.
—Ya hablaremos de eso, te espero en la parada.
Ana se subió al auto de Mateo, se saludaron con un beso.
—Hoy celebramos, renové contrato, aún debo arreglar lo de mis cuentas bancarias y eso. Hablaré con Lucas, le pediré que de verdad no me jodan con mi plata.
—Ojalá te escuche ¿Y tu mamá o Claudio?
—Mi mamá es peor, Claudio le mete esas ideas a mi papá en la cabeza, con el que podría medio contar es con Lucas.
—Ve con el entonces.
—Antes, pasemos a recoger a Mariana en el terminal.
—¿Qué?
—Se quedará esta noche con amiguitas supuestamente. La devolveré mañana.
—Me asusta lo que le enseñas a mentir a Mariana.
Ella los esperaba en el terminal de buses de la ciudad, Mateo bajó a ayudarla con su bolso y ella se abrazó a él, Ana corrió y se abrazó a ella.
—Feliz de conocerte en persona Mariana.
—Igual.
—Mateo siempre me haces muy feliz, eso sí que es una sorpresa que me dejó con la boca abierta—rio Ana.
—Viste, te lo dije, nuestras muestras de romanticismo no tiene que ser las convencionales, sé que esto te importa más que una petición de mano.
—Pues sí—lo abrazó y lo besó.
Mateo se estacionó a las afueras de un centro comercial. Apagó el auto y le dejó la llave a Ana.
—Ya vengo, Lucas me espera a adentro, esperen en el auto, aunque aquí cerca hay una heladería por si le quieres comprar algo a Mariana.
—Ve, suerte—dijo Ana.
Ana vio a Mateo entrar al centro comercial de prisa. Mariana y ella gritaron emocionadas.