En un hotel de opulencia desbordante, donde las luces de las arañas de cristal danzaban como estrellas atrapadas, el destino tejía sus hilos en silencio. Leonela, con su vestido amarillo como un amanecer robado, no buscaba amor esa noche, sino un desafío. Quería demostrar que podía brillar sin las cadenas de las expectativas, que su risa podía ser más fuerte que las burlas. Enrique, un alma atrapada en el uniforme de un mesero, no imaginaba que un beso fugaz lo arrastraría a un juego donde los límites entre la farsa y el deseo se desdibujarían. Bajo el murmullo de los invitados y el eco de un vals, sus mundos colisionaron, y lo que comenzó como un acto de rebeldía se transformó en algo más profundo, algo que ni el lujo del hotel ni las miradas ajenas podían contener. Porque a veces, el amor nace en el instante menos esperado, cuando dos corazones, disfrazados de extraños, deciden bailar al borde del engaño.
Editado: 30.06.2025