Un libro garabateado con rosado

No puedo manejar el cambio

  • Deberías ir a un psicólogo.
  • No conozco ninguno.
  • Te mando la dirección de uno que es muy bueno y cobra barato.

Luego de ver a Su algunas veces en el lugar donde la vi la primera vez, empezó a hablarme constantemente por teléfono, chat y diversos medios para asegurarse de que estoy bien, al menos eso dice ella. De alguna u otra forma me convenció de acudir con un psicólogo y ahora estoy aquí frente a la puerta del consultorio, sentando, esperando a ser llamado.

  • ¿Marcus?

Me levanto a penas escucho mi nombre y me acerco a la puerta que separa la sala de espera del consultorio, me detengo un momento y veo a la recepcionista esperando a que me dé su consentimiento para ingresar, ella asiente con la cabeza y yo respiro profundo antes de girar el picaporte.

  • Buenas... tardes.
  • Sí, Marcus, pasa.

Una mujer, quizá de poco menos de treinta años, me invita a sentarme en una silla que parece ser muy cómoda, pero cuando me siento no es tan cómoda como pensaba. La mujer me observa mientras muerde un poco el lápiz que sostiene y acomoda una libreta frente a ella, sonríe y me ve a los ojos.

- ¿Te gusta el color rosado?

- La verdad es que mi madre confundió la ropa al momento de lavarla y mis polos quedaron de este color, pero me ha gustado más de lo que esperaba.

- ¿Podrías decir que fue un bonito accidente?

- Sí, creo que sí.

Ella mira al techo y se ríe un poco, luego anota algo en su libreta y vuelve a verme, yo estiro un poco mi cuello disimuladamente viendo que solo ha hecho un garabato en su cuaderno.

- ¿Cómo estás?

- Bien… creo… no lo sé. ¿Está bien decir que estoy bien?

- Sí, está bien estar bien.

- Entonces estoy bien.

- ¿Bien… en qué sentido?

- En el sentido de que...

Escondo mis manos bajo el escritorio que separa a la psicóloga de mí y juego con mis dedos por un momento antes de responder.

- Físicamente. No me siento enfermo.

- Eso es bueno. Yo he tenido un poco de gripe.

Aclaro mi garganta instintivamente y contengo la respiración un poco.

- ¿Es contagioso?

- No te preocupes, ya no me siento enferma. Es gracioso porque estoy bien físicamente, pero no emocionalmente porque mi pareja, en vez de apoyarme mientras estaba mal, decidió no hablarme e ignorarme por completo.

- Yo no tengo pareja.

- Sin duda alguna no tiene ningún tipo de responsabilidad emocional hacia mí y cree que soy yo quien debe estar pendiente de él.

- Tal vez también estuvo enfermo o algo le sucedió.

- La peor parte es cuando intento desligarme de él y simplemente se limita a decir todo lo que ha hecho por mí y llora. ¿Sabes qué es?

- ¿Manipulación?

- ¡Manipulación! Él solo busca lo mejor para él mismo sin importarle a quienes afecte con eso.

La mujer continúa hablando sobre sus problemas e inseguridades frente a su pareja actual, yo solo la observo y asiento con la cabeza intentando que mi sonrisa no luzca muy incómoda mientras que una canción empieza a sonar en mi cabeza para poder ignorar lo que está sucediendo en este momento.

Hangin' out where I don't belong is nothing new to me
I get tired and I get sick and then I lose the strength to leave

I can't handle change
I can't handle change

Nothing I do is ever good
Nothing I do is ever good enough
Nothing I do is ever good

Leave me alone
Leave me alone

I can't help but repeat myself
I know it's not your fault
Still lately, I begin to shake
For no reason at all

Una alarma de celular me saca del trance haciendo que dé un pequeño salto en mi asiento. La mujer apaga la alarma y sonríe al verme.

- Parece que se nos acabó el tiempo. Es un gusto tenerte aquí.

Su sonrisa transmite cierta confianza, aunque no puedo sacarme sus problemas de pareja de la cabeza.

- Mi asistente te va a agendar una cita para la próxima semana, pasa con ella para que acuerden bien la fecha.

La psicóloga se levanta de su asiento y camina hacia la puerta, la abre y me ve con cierta impaciencia que me hace sentir obligado a retirarme rápidamente, así que lo hago. La puerta se cierra detrás de mí y la recepcionista me ve esperando que me acerque a ella, yo solo le sonrío y camino hacia la salida.

- ¿No va a agendar una cita para la próxima semana?

Veo a la chica con cierta incomodidad al no saber cómo responderle.

- Tengo prisa, vendré mañana para reservar un día.

La chica asiente con la cabeza y sonríe, momento que aprovecho para huir del lugar.

Una extraña sensación empieza a crecer en mí mientras camino hacia quién sabe dónde. He gastado dinero, tiempo y las pocas ganas que tenía en ir con una psicóloga que pareciera cobrar para solucionar sus propios problemas. Quizá debí decirle que era yo quien debía hablar y no ella, pero no me sentía con la suficiente fuerza para hacerlo.

Necesito un trago y decirle a Su que su psicóloga es horrible. Tengo que quejarme con alguien de todo esto.




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