Un libro garabateado con rosado

Todos nacemos iguales

  • Entonces te está afanando un gay.
  • Creo que solo quiere conversar conmigo.
  • ¿Es bonito?
  • Es ciego.
  • Mejor, así no se asusta por la cara de culo que tienes.
  • Jaja.
  • Anda, ¿qué tiene de malo? Quizá y hasta es tu alma gemela.
  • Nunca me he imaginado tomado de la mano de otro hombre… nunca me he imaginado con un hombre.
  • Es como una amistad con pasos extra.
  • Parece que sabes mucho del tema.
  • No diré nada.

Un silencio cómodo se posa en la llamada hasta que Gel y yo empezamos a reír, nunca ha habido incomodidades entre nosotros, lo que es extraño porque nunca entablamos conversación alguna durante el colegio, empezamos a hablar por accidente en un reencuentro del salón al que solo fuimos nosotros dos. Luego de reír me percato de que Trevor me envió un mensaje.

  • Hablando del César.
  • ¿Quién César?
  • Trevor.
  • ¿Su segundo nombre es César?
  • No, no… es un dicho que se dice cuando estás hablando de alguien y justo esa persona llega o te contacta.
  • ¿No es hablando del rey de roma?
  • ¿César no fue un rey?
  • Se les decía César a los emperadores.
  • Vaya.

Gel suspira antes de aclarar su garganta.

  • Prometo invitar el trago la próxima vez si…
  • Al fin.
  • Si aceptas salir con Trevor
  • ¿Cuál es el afán de que salga con él?
  • No lo sé. Hablas mucho de Ginebra, pero ella ni si quiera te habla, haz idealizado a una chica que no has visto ni por fotos. ¿De dónde la conoces?
  • Una aplicación de citas.
  • ¿No deberían haber salido ya?
  • Siempre ignora todas las invitaciones que le hago.
  • ¿Eso no te dice nada?
  • Está bien, aceptaré un café de Trevor, pero quiero un buen ron la próxima vez que vengas.
  • Trato hecho.

Puedo imaginar a Gel sonriendo antes de colgar. El sonido que indica que la llamada ha finalizado parece ahondar en mi mente evitando que pueda respirar por completo, así que abro el chat de Trevor y reproduzco el audio que me ha enviado, aún no entiendo como puede utilizar su celular tan bien sin verlo.

  • ¿Tienes tiempo hoy? Ha abierto una cafetería cerca del centro y, es un poco lejos, pero dicen que vale totalmente la pena porque hacen unos acompañamientos deliciosos y baratos. Yo invito, quizá puedas contarme qué estudias.

Se la ha pasado día tras día intentando que le hable más de mí. No me molesta en lo absoluto y quizá deba aprovechar el café gratis. Trago saliva y presiono el botón para enviar un audio, dejo un par de segundos de silencio y hablo.

  • ¿Dónde nos vemos?

En cuanto el audio se envía pienso en la tontería que acabo de decir. ¿Cómo me va a ver? Él responde casi instantáneamente después de escuchar mi audio, siempre se queda en el chat después de enviarme algo, como si esperara a que le responda, imagino que no sabría a quien le habla si sale de él, aunque todavía no distingo cómo es que sabe a quién le está hablando en un inicio.

  • El parque donde nos conocimos en una hora.

Suspiro.

  • Está bien.

Me visto rápidamente y camino hasta el parque, el día no es tan frío como de costumbre, pero yo siento una especie de viento helado rozando mi espalda. Llego algunos minutos antes de la hora pactada al parque y me dirijo a la banca donde conocí a Trevor, lugar donde él ya se encuentra y pareciera percatarse de mi presencia, así que me acerco al ver que voltea hacia mí.

  • Hola.
  • Marcus, hola.

Me siento a su lado y bostezo, se ve nervioso, así que iniciaré la conversación.

  • ¿Cómo trabajas en un callcenter si se debe ingresar el nombre del cliente y muchas cosas más?
  • Pues tienen un programa especial en el que se llama a un cliente, no necesito ni saber su nombre, solo le ofrezco seguros para su línea crediticia y, si acepta, marco un botón, si no acepta, marco otro botón y listo, paso a la siguiente llamada. Bueno, también debo hacer el contrato oral, pero es sencillo.
  • ¿Trabajas en un establecimiento o algo?
  • Desde mi casa, tengo un teclado especial para eso.
  • ¿También usas una computadora? No termino de entender como haces todo eso.
  • Es sencillo, aunque no sabría como explicártelo. ¿Vamos a la cafetería?

Asiento con la cabeza, luego de un momento me percato de lo que estoy haciendo.

  • Sí, claro, vamos.

Un taxi nos deja en la puerta del recién inaugurado café que luce mejor de lo que esperaba. La chica de la puerta nos sonríe amablemente y nos conduce a una mesa libre, el interior tiene un aire de sofisticación y un poco de rebeldía, como que la combinación más extraña posible, pero que funciona perfecto. Trevor me observa, bueno, parece que lo hace, y sonríe mientras que el mozo nos trae la carta y se presenta.

  • ¿Podrías leer en voz alta lo que hay para ordenar?
  • Claro.

Leo el menú para Trevor con cierta extrañeza, no me siento del todo cómodo, pero creo que lo estoy disimulando bien.

  • Es gracioso.

Trevor me interrumpe.

  • ¿Qué cosa?
  • Sé que tu mano está en la mesa, quiero tomarla sutilmente, pero no sé en qué parte de la mesa está y, si intento encontrarla, la retirarás antes de que me percate.

Debe ser algo frustrante tener una idea en la cabeza y no poder llevarla a cabo por tus propias limitaciones.

  • ¿Cómo… vives así?

La pregunta solo sale de mi boca sin detenerme a pensar antes. ¿Lo habré incomodado? Él ríe un poco.

  • Quiero una tartaleta de durazno y un capuchino, por favor.
  • Claro, ¿usted?

El camarero me observa, Trevor se ha percatado de él mucho antes de que yo si quiera pueda hacerlo.

  • Un expreso y un croissant de mantequilla, por favor.




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