Un Lugar En El Medio

18:42, hoy

Elijah tamborileaba los dedos contra la mesa, su mirada fija en la invitación de la exposición. El nombre de la galería Hilton estaba impreso en letras elegantes, burlándose de él. Para la siguiente muestra, sus piezas ya estaban comprometidas, pero no tenía absolutamente nada listo. Había pasado los últimos días frente al lienzo, esperando que algo surgiera, pero su mente estaba tan vacía como las paredes de su estudio.

Soltó un suspiro pesado y tomó su teléfono, sin pensarlo demasiado. Tal vez cualquier compañía haría la situación más llevadera. No era algo importante. No era ella en particular. Solo alguien familiar. Alguien con quien no tuviera que pretender tanto. No era nada más que eso.

Marcó el número antes de permitirse cambiar de opinión. Solo cuando escuchó el tono de llamada se dio cuenta de lo extraño que debía ser para Dai recibir una llamada suya después de tanto tiempo. Habían intercambiado algunos mensajes los últimos días, pero esto era diferente.

—¿Hola? —La voz de Dai sonaba un poco sorprendida, como si no estuviera segura de si había contestado bien.

Elijah se pasó la mano por la nuca. Estúpido, ni siquiera pensó en cómo empezar.

—Eh… soy yo. Elijah.

—Sí, lo sé. —Hubo un breve silencio en la línea—. ¿Está todo bien?

—Sí, sí. —Elijah cerró los ojos un momento, obligándose a soltar el aire atrapado en su pecho—. Hay una exposición esta noche, en la galería Hilton. Ya sabes, la que está frente al museo. Me invitaron y… bueno, pensé que tal vez te gustaría ir. Si estás ocupada, no pasa nada, sé que tienes muchas cosas que hacer, no quiero interrumpir…

—Iré —lo interrumpió Dai sin vacilar.

Elijah parpadeó.

—¿En serio?

—Sí. Suena interesante. —Se escuchó el crujido de un mueble, señal de que ella estaba buscando algo—. ¿Cómo hay que ir vestida?

—Uh… formal, supongo. Yo me pondré un traje y haré mi mejor intento por fingir que sé lo que hago.

Dai rió, aunque había algo en su tono que sonó casi como nerviosismo.

—Nos vemos entonces.

Cuando colgó, Elijah dejó el teléfono sobre la mesa y exhaló profundamente. No iba a analizar por qué se sentía un poco menos ansioso ahora.

En el departamento de Dai, Naomi bebía jugo de tetrapack sentada en la cama, mirándola con una ceja arqueada mientras su hermana desparramaba ropa sobre la silla.

—¿Sabes qué es gracioso? —dijo Naomi, con una sonrisa que prometía problemas—. Verte así me da flashbacks a cuando tenías quince y te preparabas para una cita con algún chico que te gustaba. Es lindo, de verdad.

—No es una cita —bufó Dai, sosteniendo un vestido frente a sí en el espejo. Lo dejó caer con frustración—. Solo un evento, con un amigo. Fin.

—Oh, claro. —Naomi estiró las piernas con calma exagerada—. Un amigo misterioso, al que ninguna de nosotras ha conocido, que te llama de repente para invitarte a una exposición. Absolutamente nada sospechoso.

Dai le lanzó una mirada afilada.

—Podrías ayudarme en vez de molestar.

Naomi le dio un largo sorbo a su jugo antes de levantarse con aire magnánimo.

—Bien, veamos qué tenemos aquí. Aunque, honestamente, podrías ir en pijama y dudo que a tu amigo le importe.

Dai rodó los ojos, pero no pudo evitar una sonrisa mientras su hermana empezaba a revisar su ropa con el entusiasmo de una estilista improvisada.

La galería Hilton era un edificio de altos ventanales, con luces cálidas derramándose sobre la acera. Cuando Dai llegó, lo vio antes de que él la notara. Elijah se había rasurado, lo que le daba un aire más juvenil, pero al mismo tiempo parecía extrañamente refinado, todavía indeciso sobre a qué versión de sí mismo quería parecerse. Su cabello castaño, generalmente indomable, estaba peinado con gel, aunque algunos rizos ya parecían luchar por recuperar su libertad. Se veía elegante en su traje oscuro y… también ligeramente diferente. No de una forma drástica, pero lo suficiente para que Dai sintiera un pequeño tirón de sorpresa en su pecho. Tal vez, si fuera otra persona, si las cosas hubieran sido distintas, incluso podría haber pensado que se veía… atractivo.

Cuando sus miradas se encontraron, Elijah le dedicó una leve sonrisa—casi incómoda, inseguro de si debía hacerlo o no.

—Hola —saludó Dai.

—Hola. —Elijah le echó una mirada rápida antes de apartarla, evitando que alguien notara que la observaba—. Te ves… bien.

—Gracias. Tú… pareces un adulto funcional. Es inquietante.

Elijah resopló, pero la tensión entre ellos aún no desaparecía del todo. No estaban acostumbrados a interactuar de esta forma.

Mientras caminaban por la galería, Elijah le señalaba algunas de las obras expuestas, explicándole detalles técnicos que Dai escuchaba con interés, aunque en algunos momentos simplemente lo miraba a él, más que las pinturas.

Hasta que llegaron a la sección de exhibición permanente.

Dai se detuvo frente a una pintura. Algo en ella la atrajo antes de notar la placa con el nombre del artista.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.