Capítulo # 5
En Italia.
En el hotel Lombardi.
Uzeil entró a la habitación y sonrió al ver a su mujer profundamente dormida, se acercó y quedó varios minutos contemplándola hasta que decidió darle un beso en los labios.
—Uzeil —murmuró aún dormida.
Él sonrió.
—Estoy aquí.
Ella, al escuchar su voz, abrió los ojos lentamente y se le quedó mirándolo.
—Estás aquí.
—Tengo como media hora —dijo él sonriendo.
—Tanto dormí —dijo ella, se levantó un poco y se sintió un poco cansada, le ardían los ojos—, creo que no fue buena idea venir.
—Para mí sí —dijo Uzeil, le agarró el mentón y contento—. Parece un sueño que estés aquí.
Ella no sabía qué decirle o cómo reaccionar, la verdad aún seguía un poco molesta como le cerró la puerta en su cara. No tenía deseos de pelear y menos en ese momento que estaba comenzando a sentirse un poco mal.
—En la oficina no lo parecía —dijo Meghan mirándolo con desafío y con una leve sonrisa—, no tengo ganas de pelear, parece que el viaje me afecto un poco.
—¿Qué tienes? —preguntó él preocupado y tocando su frente—, estás un poco caliente.
—Creo que me quiere dar gripe —dijo Meghan mirándolo y suspiro—. Al lado de mí venía un señor tosiendo, aunque trato de taparse la boca. Eso no es garantía de nada.
—Espero que no —dijo él, se acercó a ella y abrazándola—, quiero llevarte a un hermoso restaurante y quiero que conozcas algunos lugares de mi país.
Meghan se quedó quieta en sus brazos y sonrió feliz.
—Está bien, creo que traje medicina para el malestar general —dijo ella con una leve sonrisa.
—Mi amor —dijo él sonriendo, sin soltarla—, te amo tanto.
—Igual yo —contestó suspirando—. ¿Quién eran ellos? —preguntó mirándolo—, los que estaban contigo.
—Mi abuelo y mi padre.
—A tu abuelo se le vio en la cara que le caí mal —dijo ella riéndose y divertida—. Ese señor es Alessio, ¿verdad?
Uzeil la miró.
—¿Y cómo lo sabes?
—Es amiguísimo de mi abuelo —respondió ella, su sonrisa se borró y se puso muy seria—, mi tía Casandra está casada con Mauro.
—¿Eres prima de Duncan? —preguntó incrédulo.
Ella asintió.
—Él es mi primo —dijo atónito—. Me puedes explicar, ¿por qué jamás te vi? —siempre estaba viajando a Grecia, su primo era muy apegado a él, igual que lo era Vito.
—Es una larga historia y la verdad. No quiero hablar de eso —confesó moviéndose un poco.
—Necesito saberlo —dijo el serio.
—¡No quiero! —exclamó Meghan alterada y se separó de él—, es un tema que odio.
Él la miró y suspiro.
—No es para que te pongas así —dijo él molestó—. Eres mi mujer, por lo que veo no sé casi nada de ti.
—Eso te pasa por casarte con una desconocida —dijo ella, se separó de él y sé abajo de la cama—, investiga la familia Antoniou Mylonas, ahí tu curiosidad se aclarará.
Uzeil se levantó y se acercó a ella, la agarró el brazo y la pego a su cuerpo.
—No tengo que pagarle a nadie, tú solita me dirás. ¿Quién eres en realidad?
—Espéralo sentado —dijo ella, se separó de él—, jamás te diré nada.
—Nunca digas, jamás —dijo el divertido y la agarró por la cintura—, esta semana voy a disfrutar a mi esposa por completo —la beso con pasión.
Ella lo abrazó y correspondió al beso con la misma intensidad.
Uzeil se separó un poco de los labios de su mujer.
—Te he extrañado mucho, he tenido muy mal humor —confesó sonriendo.
—Igual yo —dijo ella besándolo nuevamente.
Él la tomó entre sus brazos y la deposito en la cama.
—Quiero hacerte el amor, no aguanto más —dijo él quitándose la chaqueta y tirándola al suelo.
—Quiero que lo hagas —dijo ella, comienzo a quitarle los botones de la camisa—, te he extrañado mucho.
—Mi amor —dijo besándola de nuevo.
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En Grecia.
En la mansión Antoniou Mylonas.
—Malva —habló Gaelan, se acercó a su mujer—. ¿Qué has sabido de Meghan? —preguntó serio.
—No mucho —contestó ella y se sentó a su lado—. Sé que se casó y sigue viviendo en su hogar.
—Desde que nació supe que sería un dolor de cabeza —dijo Leonel, se sentó en el sofá y miró a su hijo—. Te dije que debíamos casarla con Riccardo Papageorgiou.
—Padre, antes de cumplir los dieciocho se escapó —le recordó Gaelan mirándolo y serio—, demonios debimos tenerla encerrada en casa. No dejarla estudiar.
—Mis nietas solo nacieron para ser amas de casa, pero tú —dijo él mirando a Malva con seriedad—. Le fuiste metiendo ideas tontas en la cabeza.
Malva lo miró mal.
—Mi hija es mi mayor orgullo. Mónica, Amy, Paula y Celia, no son felices —le recordó ella mirándolos—, están frustradas.
—Las mujeres Antoniou, solo nacieron para criar niños y ser unas mujeres educadas, los hombres somos lo que debemos de tener el control de las empresas.
—Marlon no piensa lo mismo —dijo ella cruzando los brazos—, me alegro mucho que mi hijo sea diferente a ustedes —se levantó y se alejó de ellos.
—Te dije que no te casaras con esa mujer —dijo Leonel, levantándose del sofá y fue para la el minibar a tomar un poco de vino—. Ahora tienes dos dolores de cabeza.
—Malva no lo sabe qué Meghan trabaja con Casandra. Esa maldita la tiene protegida.
—Malva cree que somos tontos. Meghan se fue hace diez años, apenas hace cinco años supe de ella, aun Casandra la tiene protegida —dijo él dejando la copa a un lado—. Mauro la protegió muy bien, ni Alessio supo de su existencia.
—Casandra fue muy astuta, la arropó con la familia Mylonas como si fuera su hija —dijo Gaelan suspirando—, a pesar de que Malva y ella son medias hermanas, se quieren mucho.
—Sí, jamás pensé que esa mujer tuviera tanto poder.
—Quiero ver a Meghan —dijo el nostálgico—. Son diez años padre. ¿A Quién se parecerá?