Capítulo # 16
En Grecia.
En la mansión Sorrentino.
En la habitación de Uzeil y Meghan.
—¿Qué están haciendo? —preguntó Meghan a África.
—Están platicando —le informó África mirando desde la ventana—, pensé que se iban a besar sin parar.
Meghan riéndose.
—Cleo, no es de esas.
—Amor —habló Uzeil entrando a la habitación—. ¿Quieres comer algo?
—Quiero comer galletas de chocolate.
—Voy a decirle a la señora Layla —dijo África salió de la habitación.
—Creo que África estaba desesperada por irse —comentó Meghan mirándolo.
—Puede ser —dijo él dándole un beso en los labios—. Ciro está con Cleo, me parece que vas a perder a una de tus empleadas.
—Puede ser.
—Sabes, he estado pensando. En que… Deberías trabajar conmigo.
Ella negó.
—Déjame explicarte —dijo él frustrándose.
—Yo tengo mi trabajo en Grecia.
—Y tienes un esposo en Italia —le recordó el serio
—No comencemos —pidió ella suspirando—. Acuérdate de nuestra niña.
—Bebé.
Meghan rodó los ojos.
—Será niña.
—Lo que digas.
Ella sintió que su relación estaba llegando a lo mismo. Solo le pedía a Dios tener paciencia por el bien de ella y su bebé.
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La familia de Meghan se quedó ese fin de semana, Zita los había invitado para su casa, sabía perfectamente que Leonel no le gustaba tener muchas personas en su casa, prefería que Meghan estuviera tranquila.
Las semanas fueron pasando lentamente, la relación de Meghan y Uzeil estaba nuevamente en tención, ya que Meghan estaba decidida en regresar a Grecia después de ver al médico.
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En la clínica.
Meghan miró a Uzeil cómo estaba impaciente.
—Dentro de unos minutos entraremos —dijo ella jugando con su celular—, las mujeres te están mirando.
Uzeil le regalo una leve sonrisa.
—Quiero saber cómo está el bebé.
—Yo también lo deseo —dijo Meghan acariciándose el vientre—, hoy sabremos qué sexo es.
—Será un varón.
Ella lo miró mal.
—Será una niña.
—El siguiente —anunció la secretaria.
—Vamos amor —dijo Meghan levantándose y tomando la mano de su marido.
Uzeil sonrió feliz.
Ellos entraron al consultorio.
—Hola, Meghan —habló un hombre mayor mirándola.
—Hola, doctor Erick —dijo ella con una leve sonrisa—, mi esposo y yo queremos saber cómo está nuestro bebé.
—Ve a cambiarte.
Meghan asintió y se fue hacia el baño.
—Doctor —habló Uzeil serio—, necesito su ayuda.
—Dígame señor Sorrentino.
—Necesito que le diga a mi esposa que no puede viajar —le comentó desesperado, no quería que Meghan se fuera de su lado, sabía perfectamente que no debía de actual así, su mujer era tan terca que haría todo lo posible para irse de nuevo.
Erick lo miró serio.
—No me gusta mentir.
—Hágalo por mi madre, sé que lo que le estoy pidiendo no es lo correcto. Estoy desesperado.
—No prometo nada —dijo el serio.
Meghan salió del baño.
—Ya quiero saber si es una niña.
—Es niño —insistió su esposo.
—Ya lo sabremos —dijo el doctor con una leve sonrisa—, yo tengo tres nietas, son mi alegría.
—Es que en mi familia no hay niñas —comentó Uzeil mirándolo—, si es niña, será la primera de mucho tiempo.
—Debes de desearlo, será la princesa de toda tu familia.
—Eso sí —habló Meghan sonriendo.
—Acuéstate —ordenó el médico.
Meghan se acostó, el doctor le levantó la bata un poco para comenzar a examinarla, le explicó el gel.
Uzeil se colocó atrás del doctor para ver bien a su bebé.
—¿Qué es? —preguntó emocionado.
—Es una hermosa niña —anunció él sonriendo—, por lo que se puede ver, esta formadita, aunque… —poniéndose serio—, creo que tendrás que guardar reposo por unos días.
Meghan se alarmó.
—¿Qué tiene?
—Me preocupa un poco la placenta, tienes que evitar emociones fuertes y tratar de quedarte en un solo sitio.
—¿Cuándo le ofreció mi esposo para que me diga eso? —preguntó ella desconfiada.
—¡Meghan! —exclamó Uzeil asombrado.
—Uzeil, de ti me espero todo.
—Señora me está insultando, si quiere poner en riesgo la vida de su hija… Es su decisión —dijo él, alterado, jamás lo habían acusado de esa manera—. Si no confía en mí, debería verse con otro doctor.
—Doctor discúlpela, es que estamos pasando por un momento difícil —dijo Uzeil apenado.
—Lo siento, doctor, no volverá a suceder.
—Eso espero.
—¿Y cuándo puedo viajar?
—Creo un mes más.
Meghan seria.
—Para ese entonces tendré como seis meses.
—Más o menos.
—¿Y será peligroso? —preguntó él.
—No lo creo —aclaró Erick mirándolos.
—Está bien —dijo Meghan seria y levantándose de la camilla para cambiarse de ropa.
—No me tardo.
—¿En serio debe quedarse? —preguntó Uzeil dudoso.
—Sí. Yo no jugaría con algo así.
—Trataré de convencerla.
—Está bien.
Meghan salió del baño y no comentó nada, Uzeil se sintió apenado con el doctor, por la actitud de su mujer, ahora debía de hablar con ella seriamente.
En el camino ella miraba el paisaje sin abrir la boca, Uzeil se detuvo en una heladería y le compró un helado de fresa con mantecado.
—Toma.
—Gracias —dijo Meghan entre dientes.
—No sé, porque le dijiste eso al médico, una cosa te voy a decir. Jamás extorsionaría a nadie para que te quedes en Italia —dijo él seriamente—, eres mi mujer. También sé que tienes un carácter horrible.
—Discúlpame —dijo ella apenada—, escuche lo que le dijiste al médico.
—¡Maldición! —pensó.
—Yo no quiero quedarme contigo por una mentira, cuando mi hija este bien. Volveré a Grecia —le aclaró Meghan comenzando a comer el helado.