Un matrimonio a distancia

Capítulo # 18

Capítulo # 18

Las siguientes semanas Meghan se sintió fastidiada por la atención de la familia Sorrentino, no permitían que hiciera nada, solo que estuviera acostada o tejiendo ropita para su niña.

La familia Antoniou fue a visitarla tiempo después que supieron que tendría una niña para todos, era una gran alegría y emocionados que los meses pasaran rápido para conocerla.

.

.

En el Aeropuerto de Italia.

—Adiós, mi amor —dijo Uzeil dándole un beso a su mujer en los labios y tocando su vientre—, cuídate.

—Lo haré —dijo ella sonriendo y observando a Zita quién pagaba los boletos—, no es necesario que Zita venga conmigo.

—Ya lo hablamos —le recordó mirándola—, tengo miedo que te suceda algo.

—Está bien, pero por favor. No me estén llamando cada rato —pidió seria.

—Te lo juro —dijo él sonriendo.

—Vamos, querida —habló Zita acercándose a ellos—, es hora de disfrutar.

—Sí —afirmó Meghan dándole un beso de despedida—, nos veremos pronto.

—Es espero, si puedo iré la próxima semana.

Ella asintió.

—Adiós abuela y cuídense mucho —pidió él alegre y le dio un beso en la mejilla a su abuela—, feliz viaje.

—Gracias —dijeron ambas.

.

.

En Grecia.

La familia Antoniou, se encontraba esperando a Meghan y a Zita para recibirla, así enseñarles todo lo que habían comprado para la pequeña, Marlon y Gaelan eran los más emocionados con el embarazo de Meghan.

—Ya quiero ver a mi niña —habló Malva emocionada, Meghan le envió una foto por privado que no era lo mismo verla en vivo y directo.

—Debe verse hermosa —comentó Gaelan emocionado—, parece mentira que nuestra niña será madre.

—Ya no es una niña —dijo Leonel acercándose a ellos con un elefante de felpa—. ¿Creen que le guste?

Malva y Gaelan sonrieron contentos, de hace un par de semanas Leonel llegó a la mansión con muchos juguetes y emocionado como si fuera su primera bisnieta.

—Claro que sí —dijo su nuera y esperando que su hija se apareciera.

.

.

Horas después.

En el aeropuerto de Grecia.

Meghan abrazó a su padre, emocionada.

—Qué alegría verlos.

—Hola —dijo Leonel entregándole el elefante—, es para mí bisnieta.

—Una de tantas —dijo Meghan con una sonrisa—. Es bueno verte y saber que estás bien.

—Igual tú —dijo Leonel con una leve sonrisa.

—¿Y en dónde se quedarán? —preguntó Malva a Zita.

—Meghan dijo que su departamento.

—Vamos para la mansión —propuso Marlon—, así te enseñamos lo que hemos comprado a la niña.

—Está bien, solo será máximo dos horas —dijo ella mirándolo—, quiero darle calorcito a mi departamento.

—Está bien, hija —sonrió su madre

Entre Marlon y Gaelan llevaban las moletas de Zita y Meghan hacia el auto, Leonel y Malva comenzaron a hacerles preguntas a ella como se sintió en el viaje y si tenía algún antojo.

Ella solo se limitó a responder sus preguntas y disfrutar en familia.

.

.

En Italia.

En la empresa Sorrentino

Clío le entregó los papeles a Vito.

—Todo listo.

—Clío, tenemos que hablar —dijo Vito desesperado, ella no le había dicho nada de su embarazo, se enteró porque la escucho comentándoselo a Cleo Brown, la prometida de Ciro Bianchi—. ¿Cuándo me ibas a decir de lo del bebé?

Clío lo miró mal.

—¿Por qué debía de decírtelo?

—Soy el padre —le recordó él airado.

—Eso es verdad, tú no tienes derechos sobre mí.

—¿Me odias por lo que sucedió? —le preguntó.

—Un poco, no debes preocuparte, mi hijo está muy bien.

—¿Y de cuántos meses estás?

—Casi cuatro meses —le comunicó seria—, próxima semana me dirán el sexo.

—Ojalá que sea una niña.

—Me gustaría mucho que lo fuera —dijo ella mirándolo—. Lo que sea, será bueno.

—Eso es verdad, deberíamos casarnos.

Clío con una sonrisa burlona.

—Para nada, yo no me voy a casar contigo.

—¿Por qué no?

—Mejor lo dejamos así —dijo ella caminando hacia la puerta.

—Clío, tenemos que hablar.

—Después —dijo saliendo de la oficina.

Vito suspiró.

.

.

En Grecia.

En la mansión Antoniou.

Meghan se emocionó al ver la habitación que le habían preparado a su hija.

—Muy hermoso todo. Tenía años que no entraba aquí.

—Diez años —comentó Leonel.

Ella miró a su abuelo, se sintió extraña de estar en su antiguo hogar, los recuerdos de su niñez y adolescencia comenzaron a golpear su mente todos los momentos felices que vivió y lo infeliz que fue.

—Creo que debo de irme —dijo Meghan levantándose—. Zita es hora de irnos.

Zita se encontraba cómoda en el sofá.

—¡Ya!

—Sí.

—Necesito hablar contigo —dijo su abuelo mirándola.

—No me puedo alterar —le comunicó seria.

—No lo harás —dijo Leonel seriedad.

—Vamos.

Meghan y su abuelo se dirigieron al despacho, cuando entraron él cerró la puerta.

—Quiero que sepas por qué soy tan machista —dijo el serio.

Meghan se sorprendió.

—Te escucho.

—Hace muchos años, cuando yo tenía unos diez años, mi madre murió.

—Eso lo sabemos —dijo Meghan cruzando los brazos.

—La realidad que oculte la verdad —habló él con tristeza y agarrando una silla para mirarlas a los ojos—. Mi madre era como tú, alegre, enérgica y trabajadora.

—¿Trabajadora?

—Mi padre era un hombre muy amable y blando con mi madre, dejaba que trabajara todo el tiempo, conmigo fue una madre grandiosa, pero lamentablemente su corazón fue debilitándose rápidamente por no dormir bien, por no comer a las horas y estar trabajando otras extras. Mi madre no tenía necesidad de eso, hija. Tu bisabuela era una mujer rica que no tenía necesidad de trabajar, murió compartiendo la cama con mi padre —contó con dolor—. Ver a mi padre mal y llorar, y maldecir día a día su trabajo, me hizo entender que jamás permitiría que mis hijas, nietas o todas las niñas que llevaran el apellido Antoniou, no trabajarían nunca en la vida, por eso soy así.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.