Un matrimonio a distancia

Capítulo # 22

Capítulo # 22

En Italia.

En la empresa Sorrentino.

—Todo listo —dijo Vito mirando a los socios—, solo tenemos que esperar un mes más.

—Sí —afirmó Alessio, serio—, termina la reunión.

—¿Y ese desespero en irte? —preguntó Víctor divertido.

—Quiero comer, ni Clío ha traído bocadillos —dijo él recordando que era la hora del almuerzo.

—Eso es verdad —dijo Uzeil divertido—. Ya terminamos, la próxima reunión en dos semanas más.

Clío abrió la puerta abruptamente.

—Uzeil, parece que la niña quiere nacer ya.

Uzeil se alarmó y salió corriendo.

—¿Y quién te aviso? —preguntó Víctor emocionado.

—Meghan estaba conmigo, cuando comenzaron los dolores —comunicó ella—, no la veo muy bien.

Alessio y Víctor salieron de la oficina, angustiados.

—¡Me duele! —exclamó Meghan quejándose y sintiendo una horrible punzada en el vientre—. ¿Por qué hoy?

—Tranquila, mi amor —dijo él cargándola—, voy a llevarte a la clínica.

—Sí, por favor, avísale a mi familia —pidió ella respirando agitadamente—, tu hija me está matando.

Uzeil angustiado.

—Vamos ya.

—¿Qué tiene? —preguntó Alessio asustado.

—Voy a llevármela a la clínica —anunció él.

—Vámonos. Vito, encárgate de la empresa —pidió Víctor.

—Claro que sí, tío.

Ellos acompañaron a Meghan y a Uzeil, en el camino Meghan golpeaba a Uzeil, Alessio sonrió la actitud de ella, le recordó cuando, el nacimiento de Víctor, mientras él llevaba a Zita a la clínica, ella lo golpeaba y lo pateaba, al menos ella no le hacía eso a su nieto.

Cuando llegaron a la clínica, Meghan fue atendida rápidamente por el doctor Erick, que se encontraba de guardia.

Alessio llamó a su amigo Leonel para que vinieran a Italia, a su nieta se le había adelantado el parto, Gaelan pidió a su padre que se fueran en su avión privado para poder llegar un poco más rápido.

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Horas después.

—¿Y cómo está mi hija? —preguntó Malva.

—No ha dilatado lo suficiente, están esperando un poco más —dijo Alessio mirándolos—, según el médico hoy nace.

—Pobre de mi niña —dijo Gaelan mirando a su mujer—, podrían hacerle una cesárea.

—Según ella quiere parto natural —comentó Zita.

—¿Y Uzeil? —preguntó Marlon.

—Está con ella, no se ha separado de ella —dijo Layla mirándolos.

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En la habitación.

—Duele mucho —dijo Meghan adolorida y mirando a su marido—, esto es horrible.

—Mi amor, ojalá que yo pudiera estar en tu lugar —dijo Uzeil agarrándole la mano.

—Sería bueno —intentando tranquilizarse, las contracciones volvían cada diez minutos—. Nunca en la vida vuelvo a tener un hijo.

—No digas eso —le dijo él dándole un beso en los labios.

Ella escuchó un ruido extraño en la máquina, que se encontraba trasmitiendo en el corazón de su hija.

—Llama al médico —dijo ella asustada.

—¿Qué sucede?

—¡Muévete! —gritó alarmada, observando cómo los latidos de su hija iban disminuyendo.

Uzeil salió alarmado de la habitación y gritó por ayuda, la familia se alarmó, los médicos entraron y se llevaron a Meghan a sala de cirugía con urgencia.

—¿Qué sucede? —preguntó Gaelan asustado.

—No lo sé —dijo Uzeil nervioso—. Meghan me dijo que llamara al médico.

—¿Qué está pasando? —preguntó Zita angustiada.

El médico se acercó a ellos.

—Tenemos que realizarle una cesárea de emergencia, los latidos de la niña han disminuido, temo decirles que la situación es grave, no solo para la bebé, sí no también para la madre —informó él seriamente.

Todos se asustaron, en especial Uzeil y los padres de Meghan.

—Ella lleva un embarazo sano —dijo Malva con ganas de llorar.

—Sí, pero haremos todo lo posible por salvar a ambas. Es muy probable que solo se salve una.

—¡Tienes que salvar a las dos! —exclamó Uzeil desesperado—, mi mujer y mi hija son mi mundo.

—Vayan preparándose —dijo él alejándose.

Unos minutos antes se respiraba emoción y alegría por la llegada de la bebé, ahora todos se encontraban desesperado y rezando por el bienestar de Meghan y la pequeña.

Uzeil caminaba por toda la clínica para poder distraerse, mientras Meghan seguía en cirugía, los minutos se estaban convirtiendo en eternos para todos. 

—Pobre de mi nieto —comentó Zita preocupada.

—Mi nieta debe de estar asustada —dijo Leonel mirando a Alessio.

—Puede ser que esté anestesiada —comenta él.

—¡Familiares de la Señora Sorrentino!

Todos se acercaron al médico.

—¿Y cómo está mi hija? —preguntó Gaelan.

—La señora se encuentra estable, fue trasladada a una habitación —informó mirándolos.

—¿Y mi nieta? —preguntó Layla nerviosa.

—La niña se encuentra en buen estado, tenía el cordón umbilical enredado, está en observación un par de horas —informó él sonriéndoles—. Dígale al señor Sorrentino que vaya a la sala de recién nacidos para que pueda ver a la niña.

Marlon buscó a Uzeil emocionado, Gracias a Dios todo había salido bien, su hermana y sobrina se encontraba en perfecto estado.

Uzeil sintió un gran alivio cuando su cuñado le había avisado que su esposa e hija estaban muy bien de salud, que podía ver a su hija.

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En el área de recién nacidos.

—Es preciosa —dijo Uzeil sosteniendo a su hija en brazos—, se parece tanto a mi esposa.

—Para mí se parece a usted —dijo la pediatra sonriendo—, es una bebé hermosa.

—Tiene una madre hermosísima —dijo el enamorado de su hija—. ¿Y cuándo mi esposa podrá verla?

—Unos minutos.

—¿Y cómo se llama usted?

—Carola Bianchi —respondió ella sonriéndole coquetamente.

—De verdad, yo tengo un amigo que se apellida Bianchi —dijo él acostando a la niña en la cuna.




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