Capítulo # 25
En la mansión Antoniou.
—Llegue —habló Meghan dejando su bolso a un lado y cargando a su hija—. ¿Y cómo se portó?
—Bien —contestó Uzeil—, no permití que nadie la cargara hoy.
—La verdad, tu familia es un poco más accesible, qué la mía, debes entenderlos, ellos solo iban los fines de semana —le recordó, dándole un beso en la frente a su hija—. ¿Qué me ibas a decir?
—He pensado en lo nuestro y ayer platiqué con tu abuelo un poco de ti —habló él mirándola—. Cuando cumplamos los seis meses aquí, quiero que nos mudemos a Francia, quiero comenzar una nueva vida contigo, voy a abandonar todo por ti y nuestra hija. Yo te amo, yo sé que será egoísta de mi parte, pedirte que te vayas conmigo y sería muy egoísta de tu parte, que tú me pidieras que me quedará contigo —notando él asombró de ella—. ¿Qué me dices?
—Yo tengo una idea mejor —dijo Meghan mirándolo, ella lo amaba de verdad y no quería perderlo, quería que su hija creciera con ellos dos juntos—, podemos vivir un año aquí y otro año allá. Sé que para ti ha sido difícil y para mí también, aquí podrás trabajar con mi familia y yo puedo trabajar en la tuya.
Uzeil asombrado.
—¿De verdad? No me estarás mintiendo.
Meghan sonrió feliz.
—No, quiero que lo nuestro funcione, al menos quiero decir que lo intentamos.
—Te amo —dijo él acercándose a su mujer—, te amo tanto.
—Te amo —dijo ella sintió los labios de su esposo en su boca, se besaron tiernamente, ya que Meghan aún sostenía a su hija.
Los meses siguientes la familia Sorrentino visitaba a la familia Antoniou y disfrutaban de la niña con mucho cariño, estuvieron algunos días de más por fechas festivas, ellos anunciaron la maravillosa noticia, al principio no estuvieron de acuerdo. Uzeil les pidió que, si no aceptaban lo que él y su mujer habían propuesto, se irían a Francia, y ellos entendieron; y aceptaron a regañadientes.
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Años después.
En Grecia.
En la mansión Antoniou.
Meghan había llegado a la mansión de su abuelo, en los últimos años estaba viviendo con ellos para que disfrutaran de la pequeña Zoe, que era el torbellino de la familia. Se fue acercándose un poco más y escuchó la risa de su hija disfrutando de los mimos de su abuelo Leonel, que la adoraba y era lo extraño porque tenía más bisnieta, pero sus ojos eran Zoe.
—Buenas tardes, ya llego mamá.
Zoe era una hermosa rubia de ojos azules como su madre, se parecía mucho a ella cuando era una niña. Toda la familia se encontraba fascinada porque era verla de nuevo en su niñez.
—Te extrañé mucho —expresó realmente feliz y salió corriendo a sus brazos para que su madre le diera todo el amor del mundo.
—Bienvenida hija —habla su padre observándola desde el sofá.
—¿Y no ha llegado mi esposo? —les preguntó cargando a su hija de cinco años.
—No, según llegaría un poco tarde, porque tuvo una reunión urgente.
—Desde que el abuelo Alessio hizo otra sucursal en Grecia, mi amado no para de trabajar.
—Es que tienen que ganar clientes —le recordó su padre.
Meghan lleno de besos a su hija, en unas semanas estaría regresando a Italia con su esposo y quedarse un año entero allá, desde que lo hacen ven que la familia se encontraba muy tranquila, ellos viajaban en las fechas especiales para no perderse de nada.
Malva se había reunido con ellos y le pesaba que su hija se iría en unas semanas, como le gustaría que se quedaran a vivir en Grecia, pero su yerno no estaba muy acostumbrado a quedarse en un solo sitio, estaba adaptado a su familia y costumbres, y su hija Meghan estaba adaptándose a irse cada año, ahora era diferente porque se quedaban el año entero que terminara los estudios su nieta para que no se atrasara por la mudanza de cada año, lo maravilloso era que su pequeña manejaba perfectamente los dos idiomas y los maestros quedaban encantados en oírla.
—Voy a darme un baño y acostarme —anunció Meghan completamente agotada y llevándose a su hija en sus brazos.
—Otro año sin poder verlas —comentó Gaelan seriamente.
—A mí me parece un buen convenio —habló Leonel—. Si vemos por el lado negativo es un año entero que no podemos verlos, pero hemos estado un año completo disfrutándolos.
—Yo me siento egoísta —habló Malva con pesar—. Me he encariñado tanto con Zoe que no quiero separarme de ella.
—Todos nos hemos encariñado con ella —afirmó su marido con suavidad—. Tenemos dos nietos más y tenemos que ser realistas, amor. Ni lo miramos cuando llega Zoe.
—Sí, somos pésimos abuelos —confesó abatida.
—Marlon lo entiende —comentó Leonel—. Él sabe que no lo hacen con mala intensión, es la única niña de los dos lados.
—Es cierto —dijo su hijo, como Duncan y Vito eran padres de dos varones, su hijo también tenía dos varones y la única que tenía una nena era Meghan.
—Prepararnos para despedirlos —habló Gaelan.
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Meghan se había dado un baño con su hija y después la llevó a la habitación para secarse.
—Mami —habló su hija mirándola fijamente—. ¿Cuándo me darás una hermanita?
—Ya lo hemos hablado —dijo con suavidad, desde hace dos años, que su hija quería una hermanita y ella se negaba a dársela. Todavía tenía los recuerdos de su cesárea vivos para volver a embarazarse—. Todavía no.
—Estoy cansada de ser la única niña —expresó completamente aburrida—. En casa de mis abuelitos, no puedo jugar con nadie y aquí con abuelito Leo tengo muchísimas primas.
—Te recuerdo que tus abuelitos se mueren por darte amor y consentirte —dijo dándole un beso en la nariz y la abrazo fuertemente—. Te amo muchísimo Meghan Zoe Sorrentino Antoniou.
—Te amo mami —expresó abrazándola fuertemente.
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En la empresa Sorrentino.
Uzeil estaba completamente agostado, desde que trabaja con su mano derecha Ciro, en la empresa que abrieron en Grecia, todo estaba marchando a la perfección.