-Y, ¿Quién es ella?- El Lemuriano pregunto, algo ansioso por la repentina sensación que lo comenzó a invadir.
-Es el Dios de la muerte de estas tierras- Sonrió, poniendo su mano sobre el hombro del menor, para reconfortarlo.
Sintiendo como aquel ser se les acerco de manera abrupta, por eso lograba causar una sensación de miedo en los seres vivos al estar en un radio de dos metros.
-Te recomiendo que suprimas tu energía, o me veré en la penosa necesidad de calmarte- La joven Diosa, sonrió pero se atravesó entre Miquiztli y Kiki.
-¿Qué haces aquí?- La voz del ser, aun teniendo una apariencia femenina, se logra escuchar muy lúgubre.
-Solo vengo de visita, nada extraño ¿Cierto?- Ladeo su cabeza, aun manteniendo a es ser lejos del menor.
Mas fijo su vista en el Lemuriano, sus ojos podrían ser la misma puerta al infierno.
-¿Quién es este niño?- Mira a la joven desafiante –Sé que no es de nuestra gente, extranjero-
-Muchos de los actuales habitantes, por no decir la mayoría son mestizos y criollos, así que técnicamente su sangre ya no es tan pura- No dejaba su semblante de sonrisas tranquilas –Así que unete al club de aceptar a los demás o deberías retirarte de tu labor-
-Tsk, me repugnan los Dioses como tú- Indiferente su forma de a hablar
–Y a mí tus sucios trucos de tomar la apariencia de la persona fallecida para llevarla contigo-
-Es mi trabajo-
-Sí, sí, recolectas almas- Poniendo las manos en sus caderas –Y aun así, odiando a los que no son puros de sangre, los llevas a su descanso eterno, bueno… Solo una parte de tu ser-
-Mi persona recorre todo el país, por lo tanto tengo mucha ayuda de mí mismo- Volvió a clavar su vista en Kiki, sin duda le causaba una gran curiosidad ese pequeño.
-¿Qué te dije de tu energía?- Esta vez frunció el ceño, elevando su propia vitalidad, para contrarrestar la del otro Dios.
-Este niño huele a muerte- Escupió esas palabras con desgano.
-¿Eh?- Fue la duda que dejo escapar el menor, sujetando las prendas de la pelicastaña rojiza.
-No tengas miedo Kiki- Acaricio su cabeza para reconfortarlo –Miquiztli, puede dar algo miedo, pero no hará nada malo-
Trata de calmar al pequeño, pero igual esas palabras desconcertaron a la Diosa, si ese ser divino, dice aquellas siniestras palabras, tiene un gran significado.
Pero no tuvo tiempo de reflexionar el asunto, pues los dorados se acercaron, justamente al notar el cambio en la Diosa y Kiki.
-¿Se encuentra bien…?- Callo de inmediato Aldebarán, al casi decir su nombre delante de otra persona ajena a ellos.
-Sí, si… Estoy bien- Sonrió, para tratar de relajar el ambienté.
-Maestro- Obviamente el pequeño Lemuriano al tener a Mu cerca, se fue directamente con él, después de todo los brazos del pelilila son el mejor refugio para el niño.
-¿Qué ocurre, Kiki?- Le pregunto, notando su cosmos algo alterado.
-¡¡¡SON ELLOS!!! ¡¡¡ELLOS SON LOS QUE TIENEN IMPREGNADA LA MUERTE EN SU SER!!!- Excavo aquel ser, que aún mantenía la imagen de una joven de no más de dieciséis años.
Los dorados, el escuchar ese grito con esa exclamación de palabras, se pusieron en posición de ataque, cuando la energía del mismo Dios de la muerte se elevó a gran escala.
-¡¡¡ALTO!!!- Metztli tuvo que interponerse en medio de ellos, para que no se hiciera más grande el escándalo.
Lo bueno que fue rápida y logro crear un bucle de tiempo, como una burbuja donde se encuentran suspendidos sin que los demás humanos puedan notarlo.
-¡¡¡¿TRAJISTE A MUERTOS, DEL MISMO INFERNO?!!!- Miquiztli, la cuestiono de inmediato, su semblante se volvió en uno de odio inminente -¡¡¡SABES PERFECTAMENTE QUE NINGÚN OTRO DIOS EN MIS DOMINÓS!!!-
-¡¡¡PRIMERO QUE NADA, CÁLMATE Y DÉJAME EXPLICARTE DIOS ENOJÓN E IDIOTA!!!- La joven no dejaría que nadie le alzara la voz, por alguien que no sea sus padres.
-¡¡¡¿QUÉ VAS A EXPLICAR?!!!- Dirigió una mirada aterradora a la joven, lista para atacar si es necesario.
Ella suspiro, debía volverle la calma, si no empezaría una batalla entre ambos.
-Escucha, solo te diré que ellos no son de estas tierras- Los señala –Es obvio… Vienen de visita y se quedan conmigo, así que...- Sonríe, mostrando los dientes –Yo no los reviví, quien haya sido, está fuera de mi poder y querer decirte, pero te advierto… Si llegas a tocarles un solo cabellos a uno de ellos- Cerro sus ojos, son dejar su sonrisa –Te puedo prometer que hare una devastación en tus terrones, y sabes que lo cumpliré-
El contrario, escucho la explicación de la Diosa, aunque tenga poder con los muertes, aún debe respetar las reglas de los Dioses sobre la tierra, y más cuando ha notado la verdad en las palabras de aquella mujer.
Su vista fue directamente a ellos, mirándolos como si su sola presencia les diera asco.
-Tsk, odio a los extranjeros- Desvió la vista, para verla directamente -¿Son de esa imbécil Diosa Griega verdad?-
-¡¡¡OIGA!!! ¡¡¡SEA QUIEN SEA, NO TIENE DERECHO DE HABLARLE ASÍ A NUESTRA DIOSA!!!- Por alguna razón Dohko estaba con cualquier excusa listo para discutir.
-Ja, ¿Cómo saben a quién me refiero?- Se burló levemente de los hombres.
Los cuales, comenzaron a reaccionar con algo de enfado, les estaba causando dolor de cabeza esa presencia, que solo podrían sentir sorpresa porque la Diosa Metztli lo esté aguantando.
-Para de una buena vez- Cruzo sus brazos –Y que sea la última vez que ofendas a Dioses ajenos, si tienes algún problema con ellos, háblalo conmigo-
-Los defiendes como si fueran tus hijos- La volvió a mirar retadoramente.
Suspiro, esta sin duda perdiendo la poca paciencia que ese Dios logra obtener de ella –Son mis amigos, y como tal los defenderé, sé que ellos no atacaran a nadie, pero yo sí, así que… ¿Quieres probar tu suerte contra mí?- Ahora su tono sonó amenazante, mala señal para el otro.
-Bien… No diré más- Se giró dándole la espalda a los demás.