---Al día siguiente---
-Su mamá fue muy amable por prepararnos el desayuno- Aldebarán hablando tan feliz degustando la comida.
-Si te gusta tanto…Comete mi ración por favor- Sonriendo tratando de convencer al toro dorado.
-¿Por qué no lo come mejor señorita Metztli?- Aioria pregunto, pues sin duda la joven no había tocado su alimento en todo ese tiempo.
-Es que… La avena no es algo como por lo que “Mataría” por comer- Sonrió de manera forzada.
-Pues está mal, uno debe comer lo que le ofrecen y sin rechistar- El cangrejo teniendo algo contra la joven, para molestarla, sonriendo como si fuera el niño más bueno del lugar -¿Verdad que sí, patriarca?-
El peliverde, se giró a ver a la Diosa –Eso es verdad… ¿Por qué le desagrada? Le hará bien- Parecía como si volviera a sus tiempos de cuidar a los dorados, y convencerlos de comer algo que no les guste.
-No tengo una buena experiencia con la Avena...- Sin embargo tendría un momento muy embarazoso pues, su estómago empezó a gruñir.
-Mejor come pequeña mocosa, si no, no podrás llevarnos a donde sea el destino del día- Death disfruta molestar a la Diosa, sin importarle ser respetuoso con ella después de todo ambos tienen una guerra fría en marcha.
-Si no le gusta, coma algo mas- La solución del rubio, sin duda es la mejor opción.
-Es una excelente idea- Sonrió, pero demuestra algo de sarcasmo –Si como algo más de la cocina, mi madre se dará cuenta y recibiré una declaración de guerra en la tarde, en pocas palabras me pegará con la chancla- Abrió sus ojos impresionada, tratando de recordar algo –Pero… Nadie le dirá nada ¿Verdad?-
Miro ilusionada a los demás hombres, pues ese sería un gran plan, si nadie se entera ella no recibirá ningún castigo.
-Bueno, si no quiere que se entere entonces…- El león dorado, tratando de apoyar a la Diosa.
-Pero señorita Metztli, no es bueno mentir- La inocencia de un pequeño, sí que puede causar bastante problemas a la joven.
-Sé que no es bueno, pero… - Cucharea la avena –La verdad no me gusta, podríamos fingir que si la comí y espero a degustar algo en el viaje- Sonrió nerviosa.
-Mi maestro Mu, me ha dicho que uno debe comer todo lo que tiene en el plato, sin renegar… Además su mamá se pondrá triste si desprecia su comida- Kiki, le estaba dando una lección de vida a la joven, sin duda destruyendo por completó sus suplicas.
Ella lo miro, luego a los dorados, para finalmente mirar la avena y suspirar –Acabada por un pequeño de ocho años, que feo- Sonrió forzadamente y pues ya no tenia de otra.
Comiendo la avena aun contra su voluntad, sin duda no es para nada partidaria de este alimento, por el pequeño Lemuriano tiene razón, se debe comer todo lo que se tenga en el plato, no desperdiciemos nunca nada, al menos que este en mal estado.
Después de ese incidente con un plato de Avena, la joven dio el aviso que tardaría un poco en averiguar a donde ir, pues varios estados que aún faltan están en costa y debe procurar alejarse lo más que pueda.
Escogiendo de la siguiente manera.
Poniendo una diana en la pared, y lanzando algunos dardos, para ver en cual estado llega a caer, recordando que tiene un mapa de la república pegado.
-Tsk, de nuevo en Baja California… No podemos- Cruzada de brazos y quitando los dardos –Una vez más, pero esta ya es la quinta y los lugares alejados no les doy- Cerro sus ojos, suspirando, estando a punto de lanzar alguno.
-¡¡¡SEÑORITA METZTLI!!!- Milo gritando algo aterrado.
-¡¡¡¿HE?!!!- Asustando a la pelicastaña rojiza y lanzando el dardo en otra dirección, quebrando un foco de la sala, y obvio abriendo los ojos asustada -¿Qué? ¿Qué paso? ¿Alguien está en peligro?- Dijo las preguntas, pues no comprendía por que el grito, mirando al caballero quien la llamo.
-¿Es verdad?- Su rostro parecía bastante nervioso y hasta enojado.
-¿Qué es verdad?- Ella lo miro atenta, sin duda presentía que algo malo está ocurriendo y si es necesario saberlo.
-Milo, no creo que por esa razón, debas asustarla así- Camus que se sentía bastante avergonzando por el comportamiento de su pareja, y que le advirtió asustarla así no es buena idea. De hecho sus ojos violetas miran hacia el techo, precisamente lo que se quebró.
-Tengo que decirle esto cubito- Saco una revista y se la mostró, bastante indignado -¿Cómo es posible que hagan esto, a unos seres indefensos-
La joven tomo la revista entre sus manos, para mirar con mayor atención a lo que se refiere el peli cerúleo.
Más rápido entendió a lo que se refería –Ah, ¿Te refieres a esta moda extraña?- Señalo la imagen.
-Sí, y no puedo entender ¿Cómo alguien hace eso?- Estaba rojo del enojo, incluso su cosmos se ponía algo peligroso.
-La verdad no sé de donde particularmente nació esta moda, pero… El hecho de ponerse escorpiones en las uñas… Si es algo que hasta a mí me hace temblar de incomodidad… La decadencia de la humanidad se ve en diferentes lugares- Sonrió resignada.
-Pero… ¿Vivos?- Milo no comprendía como existen personas así.
-La verdad no puedo tratar de comprender a todos, algunas cosas son entendibles- Le devolvió la revista al Escorpión dorado –Se cómo te sientes, después de todo representas a ese animal en el zodiaco, pero aquí deberían temerles, son venenosos y muy peligrosos- Ladeo su cabeza, como tratando de recordar algo –Pero de los que más debemos cuidarnos son de los güeros de Durango-
-¿Güeros? ¿Durango?- El mago de hielo y agua, también deseaba unirse a la conversación, aunque más para que su pareja deje de estar haciendo preguntas raras.
-Güeros les decimos a personas blancas y de cabello rubio en la mayoría de los casos, por ejemplo Shaka pasaría como un güero cabellos de elote- Sonrió con algo de burla –Pero no le digan así, que es como mucha gente de aquí se referiría a él, mas no me gusta usar esos apodos, son bastantes groseros-
-Ja, ja, ja, ja, eso sería divertido de ver como se pone- Milo sería el primero en molestar de esa forma a Virgo, y sabemos que eso no se quedara así.