El ambiente que en un principio estaba animado con algunos pequeños caos, celos y protección, se convirtió en algo demasiado denso para poder soportar.
La desesperación en el rostro del latino, el inconsciente hombre entre sus brazos, la mirada alarmada del gemelo mayor… Pánico porque algo peor esté ocurriendo.
La Diosa, también angustiada por este escenario… Nadie comprendía del todo ¿Qué está pasándole al dragón marino?, pues presentarse así… Solo podía significar algo muy malo.
Pasaron algunas cuantas horas… Aunque el tiempo es solo relativo, la joven podía manipularlo a su antojo, pero ese no es el caso importante ahora.
Kanon no despertaba… Eso es preocupante en cierta forma…
Regresaron de nueva cuenta hasta la habitación que del Dragón y el Toro comparten, allí ha estado recostado por todo este tiempo…
Aldebarán no se ha querido separar de él ni un instante…
Saga con su angustia, tampoco deseaba alejarse, se supone que en esta nueva vida, estarían juntos, como lo que son, gemelos que comparten tantas cosas, que se quieren tanto, recuperar el tiempo perdido…
Pero el mayor no podía siquiera seguir resistiendo… Ya que la impresión también le empezó a cobrar factura muy pronto…
Se le indico que no tuviera impresiones demasiado fuertes, y es lo primero que se representa…
Un fuerte dolor en su vientre bajo comenzó a surgir, haciéndole imposible sostenerse por su cuenta… Aioros debió intervenir y mandarlo de inmediato a reposo por Libra y el patriarca…
Además que el peliverde también debía estar lo más calmado, pero con los dos gemelos ahora mal, uno peor que él otro, también podría hacerle daño a él…
Por ende la Diosa debió tomar el control absoluto y mandar igual al anterior Aries a descansar, sino, ya sería un peor caos con tres en condiciones críticas…
Ordenándole a Dohko que se llevara al patriarca a descansar también, que se haría ella cargo primero de Kanon, ya que no sentía que el futuro del bebe de Saga y Aioros estuviera en tanto peligro como lo que sentía ahora…
Solo que no podía decirlo abiertamente, no aun, lo que está ocurriendo.
Los únicos en aquella habitación al final, son la Diosa y Aldebarán con un inconsciente Kanon, que por más que quiera la anfitriona no pareciera estar dando buenos resultados, y desesperada preguntándose por qué.
Sin embargo, en un instante, en uno donde el segundo guardián, no aguanto más… Dejando derramar lágrimas, sosteniendo las manos del Dragón Marino… Intentando alcanzarlo de cierta forma para que nada malo le ocurra… Y con Metztli intentando estabilizarlo, algo ocurre… Sucede lo deseado…
Aunque no se puede cantar victoria del todo por ahora… Primero debía asegurarse que él esté bien, sino… Debería tomar otras medidas…
-Aldebarán, ¿Qué fue lo que ocurrió?- Mirando atenta al sudoroso rostro del peli cobalto, mientras pasa una mano en su frente, para verificar que aquella fiebre repentina bajara, después de haberle dado algo de su misma energía para controlar el padecimiento tan confuso.
Quien no se ha apartado ni un solo segundo de quién su corazón anhela, no puede dejar de sostener esas manos que le parecen delicadas, pero han llevado tanto dolor entre ellas, no deja de verlo, pero contesta con pesadez –Solo… Hablábamos… Yo me iba… Él… No quería que me fuera, pero…- Deja que sus lágrimas sigan cayendo, manchando las sabanas con la cual cubren parte del cuerpo del inconsciente hombre –No, podía soportar estar… Aquí yo…- Aprieta sus ojos, cerrándolo con fuerza sus dientes intentando rechinar por la presión –Fue mi culpa… Debí… Aceptar… Él…- Tiembla, su gran cuerpo se ve realmente mal como su semblante por ver a quien ama así.
Un suspiro sale de la joven, poniéndose de pie por completo, pues… Se había quedado cerca del peli cobalto, para ayudarlo a estabilizarse, notando más de lo que creía, pero la pena por los corazones destrozados de ambos es evidente.
-Sea lo que fuera… No debió ser tu culpa…- Obviamente no sabe del todo el conflicto, aunque se da una idea por el actuar de los dos.
-No debí… Mi orgullo… Pero… Él… Kanon está así, por no hacerle caso yo… Yo…- Habla entre cortado, pesando que por poco lo perdía.
-Aldebarán de Tauro- Ella le habla firme, cerrando sus ojos, sintiéndose algo cansada por haber tenido que ayudar al otro, fue demasiado sufrimiento que debió canalizar en Kanon para que no estuviera tan mal.
Podía sentirlo, entre ambos hombres, existe un terrible conflicto, uno que solo hace sufrir al otro, aunque no quisiera del todo, es por situaciones que ninguno de ellos puede manejar bien.
-Si algo le pasa… Sería mi culpa… Jamás… Yo… ¿Cómo pude pensarlo?- Baja su cabeza, sin dejar de tomar esa mano, deseando nunca alejarse de su lado, aunque fuera de esta forma, como amigos ya que.
-Explícame- Le indica la joven, intentando recuperarse ella misma, sin dejarlo demasiado evidente, y saber que terreno pisara para contarle esta noticia que tiene o no.
-Señorita Metztli… Soy el único culpable… Sabe… Yo… Kanon, no… No tiene nada de culpa… Solo yo…- Si alguien debería sufrir, Aldebarán siente que él debe hacerlo, que debe pagar todo el daño que le hizo, aunque sabe que no fue algo solo de su parte.
Frunce el ceño, dudoso se saber ahora que ocurrió, sin más se acerca al latino, para tocar su hombro –Se honesto conmigo ahora mismo, si no… No sabré como ayudar a Kanon con exactitud- Le advierte con un tono algo frio, pero con la comprensión más posible que pueda dar.
Sabe que en esos momentos no tiene de otra, no ha logrado hablar con ella de este tema... Aunque la verdad no le gustaría hacerlo es un tema muy privado que solo concierne a Kanon y a él, pero… Que desde luego necesitaría un buen concejo.
Con ella, esto sería vergonzoso, pero era mejor decirle… Ella sin duda podría ser discreta y tal vez… Con toda esta información, podría darle algo de alivio…
Quien sabe que piensa con exactitud el segundo dorado, en estos instantes están peores sus pensamientos que cualquier otra cosa…