Aquellos que están en el agua, al parecer no se han dado cuenta de toda la situación que envuelve a los dos dorados que están en el bosque, sin embargo eso durara poco…
Los ojo de la Diosa rápidamente se abren, estando ella flotando tan tranquilamente, mostrando una expresión de preocupación absoluta –Algo muy malo está pasando- Pronuncia estas palabras, para sentir como pierde el equilibrio por la impresión y se hunde, claramente llamando la atención de los allí presentes.
---En El Bosque---
La da completamente igual el no tener que atacar a cualquier ser vivo de este país, Shura no está para nada dispuesto a que toquen a su amado León, y mucho menos que estén amenazando con tocar a su futura hija.
Poniéndose entre esa cosa y su amado Aioria, para rodearlo de la cintura, mientras su mejor técnica está activada por completo, su ceño fruncido, la cólera plasmada en su rostro, no piensa permitir que esta cosas perturbe la paz de su familia.
-atreve a cercarte a ellos, y te mato- Su mirada tan afilada como su propia Excalibur.
-He, he, he, he, he, ¿Así que un forastero me vendrá a amenazar?- La sombra por completo se presenta, dejando ver al fin su diminuta figura como los ojos brillantes de ese tono amarillento, mostrando su sonrisa, listo para también enfrentarse a ese peliverde –Si te gano… Me seguiré alimentando de esa angustia que esta reinando en ese patético sujeto- Señala con uno de sus dedos al castaño claro.
A cada insulto, va revelando más de su apariencia física, que se sigue notando asquerosa.
Un ser de color verde, bastante bajo, asimilando la estatura de un niño de entre tres a cinco años, los brazos y piernas delgados, sus dedos largos y huesudos, un estomago prominente, la sonrisa demente que presenta, orejas puntiagudas y esa expresión de burla, en donde se concentra en ellos, pero principalmente en seguir atormentando a quien lleva una vida en su interior.
-¿Alimentando de mi angustia?- El rostro contraído del Griego se presenta, sin duda, esta forma de actuar no es por completo de acuerdo a su actitud de siempre, al contrario parece como si algo o alguien lo hiciera sentir este terrible sentimiento miles de veces multiplicado.
-He, he, he, he. Todos tienen miedos, y es fascinante cuando puedes explotar los terrores de los más débiles de mente, al grado que no sienten escapatoria- Aspira el aire, inhalando profundamente, mostrando su lengua para relamerse los labios, como si estuviera por disfrutar un manjar -¿Qué tanto miedo te hace sentir que tu hermano sepe que estas preñado? ¿Acaso te odiaría tanto?- Preguntas con el sentido de hacer preocupar aún más al otro, provocando que sus terrores comiencen a crecer, como si una neblina oscura comenzara a trastornar sus pensamientos.
-No… No… Aioros… No… No lo haría… No…- Sus sollozos se incrementan, mientras lleva las manos hacia su cabeza, dejando escapar un rio de lágrimas, con un temblor en todo su cuerpo, provocándole que le cueste respirar –Mi… Mi hermano… No me odiaría… No lo haría…- Sus palabras son como balbuceos del enorme terror que siente, volviéndose realidad en su mente.
Claro que el peliverde nota esto, preocupándose de inmediato, llevando sus manos hacia las contrarias para sujetarlas, e intentar cálmalo como pueda, sintiéndose desesperado por ver esa faceta de terror absoluto en el quinto dorado. Que le hace recordar que solo lo había visto así cuando había quedado solo a los siete años, conoció su sufrimiento, y aunque logró superarlos en ese tiempo, al parecer han vuelto de nueva cuenta mucho peores por las circunstancias actuales.
-¡¡¡¿AIORIA?!!!- Tiene que alzar la voz con fuerza, pues entre los balbuceos del menor y las risas de desquiciado ente, siente que no llega a él -¡¡¡AIORIA!!! ¡¡¡POR FAVOR CÁLMATE!!! ¡¡¡ESCÚCHAME, NO PERMITAS QUE CONTROLE TUS PENSAMIENTOS!!! ¡¡¡NADA MALO OCURRIRÁ!!! ¡¡¡TODO ESTARÁ BIEN!!!- Su Excalibur claramente ha dejado de estar activa en su mano derecha, ya que su total atención está en el León dorado.
Escuchar como repite aquellas palabras, de que su hermano mayor cometa una tontería que lo dañe, o sentencie a una soledad que no soportaría sin Capricornio.
Lo que está haciendo es acosta de esos terrones internos, solo para alimentar su propia hambruna de miseria humana, que necesita que crezca a más no poder…
Y así seguir con el sufrimiento que ataca a una gran debilidad del castaño claro.
Aprovechando que el peliverde oscuro esta distraído, sus garras que presentan manchas de sangre secas, se alzan para acercarse rápidamente a atacar a Capricornio, justamente en la espalda lo hace.
-¡¡¡AAGGR…!!!- El dolor lo siente en su espalda, la ropa rasgada, dejando que la sangre brote, ya que aunque sea un caballero dorado, sigue teniendo un cuerpo humano, y con esto que está ocurriendo lo dejo por completo desamarrado por la preocupación hacia su amado.
El sonido de dolor de parte del Capricornio, llama la atención del Griego, pues… Puede estar sucumbiendo ante el miedo irracional de que su hermano este por completo decepcionado por su estado, pero… Están atacando su amado Español -¡¡¡SHURA!!!- El fuerte grito que deja apreciar, fue tal cual como el rugir de un feroz León, que se deja apreciar el sonido por el ambiente para que se disperse por el aire, incluso provoca que las aves de plumaje oscuro eleven el vuelo -¿Estas bien?-
Pero claramente, aunque esto sea una herida sumamente abierta, que desgarro parte de la carne, el Español se empieza a recuperar rápidamente por el cosmos, frunciendo el ceño, sin darle mayor importancia a esto –Si, lo estoy… ¿Estas más tranquilo?- Su mente solo va para el castaño claro, necesita asegurarse que este malestar influenciado va despareciendo.
Niega con la cabeza, no puede alejarse por completo de los enormes miedos que comenzaron a crecer en su mente, pero si manejarlos aunque sea un poco para asegurarse que el peliverde oscuro este bien –No, pero… Tú… No quiero que te pase nada malo…- Sus manos que tiemblan y estaban en su cabeza, se acercan para tocar el rostro del peliverde, como si con tan solo verlo se siente algo reconfortado.