Un millonario en el rancho

Prólogo

Elián

Mi nombre es Elián Torres y vivo bajo la sombra de mi padre; por desgracia o por fortuna llevo el nombre de mi progenitor.

¿Por qué digo por desgracia? Nada ha sido fácil, llevar el nombre de alguien muy importante es signo de que tú también lo debes ser. Durante mucho tiempo al solo decir mi apellido y nombre sabían perfectamente quién era mi padre y entonces todos esperaban mucho de mí.

En la escuela los maestros me decían que al ser Elián mi padre debería comportarme, ser un excelente alumno, pero les digo algo, solo por llevarles la contraria, siempre terminaba por arruinar su perfecta impresión de mí.

Mis padres constantemente se encontraban en la dirección de la escuela recibiendo alguna queja de mí. Bueno, la mayoría de veces era mi madre quien daba la cara porque papá estaba ocupado resolviendo asuntos en la oficina.

Cada vez que un nuevo citatorio llegaba mi madre me miraba con decepción, no era lo que quería provocar y muchas de las veces traté de hablar con ella y decirle la razón por la cual me comportaba así, pero siempre creí que me juzgaría por mi comportamiento y terminaba callado dándole la razón a mis maestros y a mis padres.

Yo no fui el hijo ejemplar que ellos hubieran deseado tener, en alguna ocasión los escuché decir sobre los dolores de cabeza que les causaba mi comportamiento. Claro está que yo no era como Lucas o Sol y no, no es que les tenga envidia, para nada; yo a ellos siempre los vi con orgullo, con amor, me sentía feliz de ser su hermano y en algún punto quise ser como ellos.

Pero ellos la llevaron más fácil, empecemos diciendo que Sol siempre fue la hija predilecta de esta familia y no los culpo, ella es la única niña entre nosotros los varones y entonces siempre fue la princesa de la casa, incluso para mí que era más pequeño, siempre la admiré y siempre la amé.

Con Lucas fue diferente, porque a pesar de ser ambos niños y poder jugar juntos, cuando yo nací él ya tenía más de 8 años, y eso dificultó nuestra convivencia, ya que cuando tuve edad para jugar con mi hermano, él ya estaba grande y no me prestaba atención, más bien él siempre anduvo de la mano de Sol, crecieron muy cercanos.

Después a mis padres se les ocurrió tener otro hijo, que al final resultaron dos niños tremendos, el problema es que para ese entonces yo ya tenía 12 años, prácticamente estaba entrando a la adolescencia y pues tampoco pude jugar con ellos.

Entonces digamos que yo fui el patito feo de la familia y no, no es que esté feo, en realidad soy un hombre bien parecido, para cuando comencé mis épocas universitarias yo ya era todo un galán en la escuela, las chicas corrían tras de mí y eso en algún punto me llegó a desesperar, tenía novia y la podía cambiar cada semana porque la lista de espera era interminable; me hice de una fama que ni a mí me gustaba. Pero no podía ir con alguien a contarle mis problemas y sentimientos, sentía que nadie me escucharía y que solo se burlarían de mí.

En la versión de mis hermanos posiblemente pasé desapercibido apenas, porque en realidad siempre fui así, callado, reservado y aislado con mis cosas.

Lo peor de mi historia y que nadie sabía era el tipo de relaciones que había comenzado a tener; los diferentes vicios habían empezado a entrar en mi sistema, las fiestas eran recurrentes en donde había más que solo alcohol, las personas con las que me comencé a relacionar no eran unos angelitos yo lo sabía y cuando quise salir de ese mundo comenzaba a ser demasiado tarde.

Por primera vez quise correr a los brazos de mi padre y contarle por todo lo que estaba pasando.

Fue difícil soltar la primera palabra porque, como lo dije anteriormente, pocas veces expresaba mi sentir, y aquella vez en que me animé a hacerlo justo antes de confesar lo inconfesable, una interrupción que agradezco llegó hasta nosotros.

Viajamos algunas horas hasta un pintoresco pueblo, después fue llegar a un hermoso rancho del cual me enamoré, era impresionante todo lo que se podía hacer ahí y entonces encontré la salida a mis problemas sin necesidad de contárselo a alguien más.

Convencí a mis padres de dejarme aquí, mi cuñada me confió el cuidado de su rancho y yo no podía estar más feliz, al fin veía una oportunidad para ser mejor, una oportunidad que la vida me estaba dando para demostrar a todos que lo que hasta ahora había sido era solo una faceta y una careta, tenía que comenzar a ser mejor.

Todo cambió y vi mi salida del túnel por el que me empezaba a meter.

O eso creí, hasta que la conocí a ella, y por primera vez pude experimentar aquello que tanto pregonaban mis padres o mis hermanos; amor. Mientras duró fue hermoso, ella se convirtió en mi nuevo motivo para seguir adelante, hasta que decidió marcharse y cambiarme por alguien que era lo que alguna vez fui.




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