Un Novio Para Mi Hermana

Capítulo 12

Seguir con su vida, como si aquella noche no hubiese ocurrido, era algo que le resultaba difícil, por más que lo intentaba. Se sentía avergonzada, triste y humillada, lo peor, era que ese sería un peso que tendría que cargar sola, debido a que no podía compartir aquel horrible acto con nadie, ni siquiera con sus amigos.

En momentos así, extrañaba a las personas que ya no se encontraban a su lado, aquellas capaces de darle consuelo; su amada madre, y James Coleman, su primer amor.

Él y ella eran la pareja ideal, el uno para el otro, lo conocía desde pequeña, ya que vivía a tres casas de la suya. Era dos años mayor que ella; la hacía realmente feliz, y tenían un futuro planeado, pero todo se complicó luego de la muerte de su madre, ya que aquello prácticamente había cortado sus alas. Ya no podía pensar solo en ella, su hermana la necesitaba y su padre también, por ello, cuando James le pidió marcharse con él a la ciudad en donde comenzaría la universidad, y donde ella podría terminar la preparatoria, tuvo que negarse.

James, le dijo que a pesar de todo la esperaría esa noche en la estación de autobuses, esperanzado en que ella cambiaría de opinión. Y en efecto, Evonne fue a su encuentro, pero solo para despedirse y repetirle que no podía irse con él. Le dijo que la amaba, le dio un beso y se marchó. Y así estaba terminando su hermosa historia de amor, con ella de pie bajo la lluvia, observando, con lágrimas en los ojos, como se alejaba cada vez más. Conservando en su corazón la promesa que él le hizo de algún día volver a buscarla.

De vez en cuando llegaba a cuestionar sus decisiones, y se preguntaba qué hubiese pasado si en lugar de despedirse de él se hubiese subido a ese autobús. Pero, la verdad era que no hubiese sido capaz, ya que amaba a su familia, y ellos la amaban igual, tanto así que su hermanita fue capaz de hacer algo tan peligroso, solo para hacerla feliz.

Y, al pensar en lo ocurrido ese día tan desastroso, volvía a su memoria aquel apuesto y misterioso joven que, tal y como llegó a sus vidas, así mismo desapareció. Caleb, ese era un nombre que no olvidaría tan fácilmente, no después de que su hermana lo mencionara por semanas, preguntándose si algún día iría a visitarla.

Se encontraba arreglándose para ir a trabajar al club nocturno, perdida en sus pensamientos, cuando de pronto alguien tocó a la puerta de su casa. Confundida, ya que era la cinco de la tarde del día sábado, se apresuró a bajar las gradas para ir a ver de quien se trataba.

Noah no se encontraba en casa, y Loamy dormía una siesta, por lo que no pudo evitar pensar lo peor; que algo malo le había pasado a su padre. Ese miedo era su diario vivir, ya que el barrio estaba cada vez más peligroso.

Abrió la puerta con mucha prisa, sin siquiera preguntar de quien se trataba y se encontró con una mujer de edad mediana, de pie en el porche de su casa. La rapidez con que abrió sobresaltó a la adulta, quien la observó de pies a cabeza, antes de alzar la mirada y verla a la cara.

—Hola, señorita Simmons —saludó, amablemente, la ya conocida mujer.

—Señora Vincent —replicó, sin apartar la expresión confusa de su rostro.

Aquella mujer pertenecía al departamento de protección infantil, y la última vez que la vieron, fue cuando su padre fue arrestado. Evonne frunció el entrecejo, y temió en gran manera que algo hubiese pasado, y con ello se refería a su padre haciendo algo indebido.

—¿Puedo pasar? Tengo mucho de lo cual hablar contigo.

—C-Claro —respondió, nerviosa.

La sala de estar era un desastre, ya que recién llegaba del restaurante y ya se estaba alistando para irse al club nocturno. Notó, con un poco de angustia, como la mujer contemplaba toda la estancia, viendo cada pequeño detalle, con una expresión de desaprobación en el rostro.

—T-Tome asiento —le indicó, luego de apartar algunos juguetes de la niña. —. ¿De qué quiere hablar?

—Bien, Evonne, no traigo buenas noticias.

—¿Qué ha pasado? —cuestionó, aterrada.

—La directora del jardín de niños llamó a servicios infantiles, alegando que Loamy Simmons se encuentre en riesgo social.

—¡¿Qué?! —cuestionó, despavorida.

—Según ellos, en muchas ocasiones la niña ha llegado tarde, o se han tardado mucho en ir a traerla. Son diferentes las personas que van por ella, y eso causa confusión. Reportaron que ese fue el motivo por el que la niña logró escaparse hace casi un mes.

—¡No es cierto! —rebatió. —. Eso pasó porque ellos fueron muy irresponsables.

—La maestra le preguntó a Loamy porqué se había escapado y dijo que había ido a buscarte un novio para que ya no estuvieses triste —comentó la mujer, dejándola helada. —. Evonne, es claro que esto se te está saliendo de las manos. Sabemos que tus estados de cuenta están en rojo, tus empleos no son suficientes para sustentar a tu familia, tu padre no mejora en su situación y a este paso perderán esta casa. Como institución es nuestro deber responder a las denuncias, principalmente a las de los centros de educación, y por ello te ofrecemos la opción de que tu hermanita pase a estar bajo la protección del estado.

—¡No! No, le prometí a mamá que mantendría a esta familia unida —exclamó, poniéndose de pie. —. Hemos sobrevivido hasta ahora, a Loamy no le ha faltado nada. Ella no necesita que la aparte de nosotros, eso la destrozará.

—Debes internar a tu padre en un centro de rehabilitación, y dejar que tu hermana permanezca en una casa hogar, por lo menos mientras logras estabilizarte económicamente.

—¡No! mientras tengamos este techo sobre nuestras cabezas, ustedes no podrán separarnos. —su voz comenzaba a entrecortarse por el llanto.

Sentía que su garganta quemaba. Era lo único que le faltaba, que el Estado también la presionara.

—¿Y por cuanto tiempo será? Evonne, podrías evitarle todo este sufrimiento a tu hermanita.




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