Eran ya las dos de la tarde del domingo y Evonne se preparaba para salir junto a su hermana menor. Lomay ya estaba lista, llevaba puesto jeans claros y una playera rosa con la imagen de un perrito, su cabello rizado atado en un moño alto, con un lazo que iba a juego y, para terminar, unas zapatillas rosas.
Estaba feliz, ya que había podido elegir su ropa por sí sola. Evonne por su lado, continuaba de pie frente al espejo, viendo con decepción el conjunto que llevaba puesto, unos jeans ceñidos al cuerpo con una camisa un poco corta y holgada; estaba indecisa, ya que no sabía si había escogido correctamente. No quería ir hecha un desastre, pero tampoco quería que pareciera que se había esforzado demasiado.
—Creo que un vestido estaría mejor, hija. El día está soleado, vístete de acuerdo al clima —le aconsejó su padre. —. Eso hacía tu madre.
Evonne torció una pequeña sonrisa, mientras asentía con la cabeza de acuerdo con él. No era como si Caleb no la hubiese visto utilizando un vestido antes, aunque se tratase del uniforme de camarera.
—¿Crees que me esfuerzo demasiado? —preguntó al volver a la sala de estar, luego de cambiarse.
Su padre la observó de pies a cabeza, y luego negó levemente.
—Simplemente estás hermosa. Con ese vestido tú…
—Me parezco a mamá, lo sé —replicó, sonriendo enternecida. —. ¿Mi cabello?
—Bueno, puedes dejarlo suelto, así todo esponjado, te quedará muy bien.
Ella sonrió, agradeciendo sus consejos. Le agradaba el hecho de que, sin importar cuanto se pelearan, al final de día volvían a su linda relación de padre e hija.
—Eres el mejor, papá. —chilló, mientras se apresuraba hacia su habitación.
La hora llegó, y luego de despedirse de Noah, ambas emprendieron su camino hacia la parada de autobuses que las llevaría al centro de la ciudad. Evonne se sentía realmente nerviosa, e insegura de sí misma, respecto a su imagen.
Noah le había repetido varias veces que su apariencia estaba bien; pero, no podía evitar pensar que él era su padre, y para un padre, su hija siempre se vería perfecta.
Cuando el autobús se detuvo, Loamy saltó de su asiento emocionada por llegar al centro y saber por fin cual sería el lugar al que la llevaría su hermana. Evonne bajó tras ella y tomó su mano para que no se alejará demasiado. Caminaron hasta la orilla de la calle y ahí de pie, esperaron. Los minutos pasaban y Evonne comenzaba a desesperarse, Loamy por su lado no sabía qué ocurría, ya que, por si al final el joven decidía no ir, ella se había reservado el motivo real de la ida al centro de ese día.
La melodía del Jazz llegó a oídos de la niña, quien sin dudarlo se apartó de ella, observando en varias direcciones para saber de dónde provenía. Evonne la miró, un tanto extrañada, hasta que aquella mansa sonata inundó sus oídos. Ambas voltearon en dirección a donde creyeron percibir la música, y una enorme sonrisa se extendió en los labios de la menor al visualizar a Caleb, de pie a un lado de la calle, junto a un auto de color rojo.
—¡Evonne, es Caleb! —exclamó la menor emocionada.
Loamy soltó su mano, y sin pensarlo dos veces, corrió hacia él.
Caleb se puso a cuclillas, manteniendo los brazos extendidos, esperando recibirla en ellos, y luego ambos se fundieron en un tierno y fuerte abrazo de reencuentro. Parecía como si llevaran años sin verse, cuando apenas habían pasado días.
—No sabes cuánto me alegra verte, pequeña. —dijo él, ahuecándole el rostro con las manos, para luego besar sus mejillas.
—También te extrañé, pensé que nunca te volvería a ver. —respondió Loamy, emocionada.
Evonne se posó frente a ellos, y los observó atentamente, analizando cada una de las expresiones en sus rostros; seguía sin poder explicarse cómo rayos se había formado aquella conexión entre ambos, ese cariño incondicional que al parecer sentían el uno por el otro. Y no es que estuviera celosa de compartir el amor de su hermana con aquel joven, sino que no comprendía las causas que motivaban aquella situación. ¿Sería por el hecho de que él salvó su vida? Todavía existía esa posibilidad.
—¿Te quedarás ahí pensando en si fue primero el huevo o la gallina, o me darás un abrazo?
La voz de Caleb y la risa de Loamy la sacaron de sus pensamientos.
Parpadeó un par de veces, un tanto confundida por el comentario, hasta que cayó en cuenta de que estaba ensimismada, lo que la hizo sentir una gran vergüenza, mientras se acercaba, para darle un tímido abrazo. Planeaba separarse en ese mismo instante, pero justo en ese momento su hermana, a quien Caleb mantenía en sus brazos, decidió que sería una buena idea un abrazo grupal, por lo que se aferró a sus cabezas, haciendo que sus rostros chocaran.
—Oh, cielos, de verdad lo siento. ¿Te lastimé? —le preguntó, mientras se apartaba.
Caleb comenzó a reír al ver la angustia en su rostro, y seguidamente negó con la cabeza.
—Fue el mejor choque de mi vida —bromeó. —. Lamento haber llegado tarde, tuve un contratiempo. Realmente pensé que no me llamarías, me había resignado.
Ella soltó una media risa y asintió con la cabeza, y luego los tres dirigieron sus miradas hacia el auto cuando comenzó a sonar una canción de Jazz en un idioma extraño.
—Lo siento —él rio. —. Es jazz alrededor del mundo, está en varios idiomas.
—No lo entiendo… ¡pero me encanta! —exclamó Loamy, feliz.
Caleb y Evonne se observaron entre sí, con una sonrisa cargada de ternura en sus labios, antes de que él, sin disimulo, con la mirada, la recorriera de pies a cabeza, terminando en sus ojos, con una expresión galante en su rostro.
—¡Guau! —exclamó. —. Te ves hermosa, Evonne Simmons.
El corazón le dio un brinco, y sintió su rostro arder en ese momento. ¿En serio le parecía lindo? Llevaba un vestido holgado, floreado, que le llegaba hasta los muslos y unas Vans de color blanco. Su cabello rebelde estaba suelto, peinado con algunas trenzas de decoración y un maquillaje ligero. No sabía si había escogido bien, pero la expresión en el rostro del chico le decía que había hecho un buen trabajo, o al menos eso le hacía creer.
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Editado: 05.12.2023