Un Novio Para Mi Hermana

Capítulo 21

—Y todo fue perfecto, hasta que su teléfono comenzó a sonar nuevamente —le contaba Evonne a Ivana, mientras se encontraban en el mostrador del restaurante —. ¡Santos cielos!, Es más solicitado que el presidente.

—Sigo sin superar el hecho de que hayas preferido terminar ese momento y pedirle que te llevara a casa. —se quejó Ivana, bufando. —. Si no contestaba era porque no le parecía más importante que tú.

—Pero era obvio que lo necesitaban en algún lado, no quería frenarlo —suspiró nostálgica. —. Dios, él es tan… tan perfecto en todos los sentidos, todavía siento un hormigueo en mis labios cada vez que recuerdo sus besos.

—Oh sí, y tú que decías que esto no iba a ningún lado, que se habían conocido por la travesura de una niña y bla, bla, bla. —dijo de forma teatral mientras llevaba la mano hacia su frente de forma dramática.

La puerta del restaurante se abrió, la campana sonó como de costumbre y llamó la atención de las chicas. Y, como por arte de magia, o como si hubiera sido invocado, Caleb apareció, usando unos lentes de sol que le quedaban realmente bien. Él peinó el lugar con la mirada, en cuestión de segundos, y luego caminó hacia ellas.

—Hola, Ivana Hernández, y Evonne Simmons —sonrió, lucía radiante.

—Hola, Caleb, ¿qué tal estás? —lo saludó Ivana, forzando una sonrisa.

—Estoy, bien. Feliz de verlas. —respondió, fijando la mirada en Evonne.

—Siempre es un placer verte, Caleb —ladeo una pequeña sonrisa cómplice. —. ¿Te veo en tu mesa habitual? 

—Eso me encantaría. —respondió, mientras se alejaba de ellas, sin apartar la sonrisa coqueta de sus labios.

—Ivana —Evonne se giró hacia ella. —. ¿No has recibido un mensaje de Romeo?

La chica de largos rizos comenzó a negar con la cabeza, mientras la observaba extrañada: el hecho de que Romeo no se hubiera presentado ese día al trabajo, y tampoco respondiera las llamadas no era muy común. Lo bueno era que en Central City la mayoría de las personas se conocían, por lo que, si algo malo le hubiera ocurrido de camino al trabajo, ya se habrían enterado.

La puerta sonó nuevamente y ambas voltearon con prisa, un tanto esperanzadas de ver al pelirrojo entrar, pero solo se llevaron una gran sorpresa cuando una mujer extraña ingresó en el lugar. Ella era morena, alta y delgada, parecía modelo, y el conjunto que llevaba puesto estaba de muerte, y lucía muy costoso, pero la hacía ver como toda una ejecutiva. En definitiva, ella no era de por ahí.

La mujer, quien utilizaba lentes oscuros, observó en derredor, la expresión en su cara reflejaba un verdadero disgusto ante lo que sus ojos apreciaban, hasta que al parecer encontró lo que buscaba y se dirigió hacia él… hacia Caleb.

—No puede ser —murmuró Ivana, mientras Evonne observaba un tanto de angustia como aquella extraña llegaba hasta Caleb, y se sentaba frente a él.

La expresión en el rostro del joven no era de alegría, estaba igual de sorprendido que ellas, por lo que pudieron deducir que no tenía ni idea de que ella aparecía. Pero sí era seguro que la conocía, ya que ambos comenzaron a hablar.

—Dios, ¿quién será esa súper modelo? —cuestionó Ivana.

—N-No, no lo sé.

—Tenemos que investigar —dijo con firmeza. —. Toma tu teléfono, te llamaré y dejaré el mío en el bolsillo para que puedas escuchar, ponte tus audífonos.

—Pero…

—¡Solo hazlo! —ordenó entre dientes.

Ivana hizo tal y como había dicho, y luego tomó su libreta para ir a tomar órdenes, mientras Evonne permanecía tras aquel mesón, frente a la caja, con sus audífonos puestos. La rizada se acercó con cautela, no quería advertir al joven y que cambiara de tema por ella.

¿Cómo me encontraste? —cuestionó Caleb.

Le dije a mi secretario que rastreara tu teléfono —ella se alzó de hombros.

«Vaya acosadora» pensó Ivana mientras comenzaba a tomar las órdenes en una mesa cercana.

Odio que me evites, y lo sabes. Odio en gran manera que me dejes en visto, es muy descortés de tu parte.

Nicky…

¡No me interrumpas! —exigió. —. Y ya te lo he dicho un millón de veces, llámame por mi nombre.

Antes te gustaba tu apodo, amabas que te lo dijera.

—Pues, es tiempo pasado, ahora, cuando lo haces, siento que no me tomas en serio.

Pero yo te tomo enserio, totalmente —dijo, mientras se inclinaba sobre la mesa para tomar su mano. —. Te amo, y lo sabes.

Ivana amplió los ojos de manera exagerada al escuchar la última frase, y rápidamente dirigió la mirada hacia Evonne, quien, tal y como ella sospechaba, se encontraban con el rostro inclinado, con una expresión de tristeza plasmada en él. Sintió su sangre arder, pero no era el momento para escándalos, debía esperar un poco más para ver qué sucedía.

—Si me amas como dices, vuelve conmigo. Ellos quieren verte.

—No lo haré, lo siento, pero estoy ocupado.

¡Es el cumpleaños de mamá, no puedes faltar!

—Nickolle, ¿cómo están Moisés y los niños? —cuestionó de pronto.

Ivana buscó nuevamente el rostro de Evonne y, al igual que el de ella, reflejaba un poco de alivio, al menos podía suponer que no se trataba de su pareja, o eso esperaban.

Moisés bien, y los niños… extrañándote.

Y ahí iban de nuevo, ¿quién era esa mujer? ¿Y qué era de Caleb? Quizás su exnovia, o exesposa, también existía esa posibilidad. ¿Y los niños de los que hablan? Ellos quizás eran sus hijos como pareja. Evonne comenzaba a desesperarse, la intriga la estaba matando. Aunque, si lo pensaba bien, Caleb casi nunca hablaba de sí mismo, y apenas le contó sobre cómo estudió el francés a la perfección, ¿sería que deseaba ocultar ese detalle de su vida?

También los extraño, y espero verlos pronto —dijo, sonando realmente sincero. —. Nickolle, quiero contarte algo, conocí a alguien.




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