Un nuevo comienzo

Amor de madre

CAPITULO 8.

 

—Ian, ahora no tengo tiempo para platicar —le avisa ella mientras cierra con llave su casa.

— ¿Y se puede saber a dónde te diriges con tanta prisa? —la interroga de inmediato. Sin duda el tipo es peor que un padre de familia.

—Debo ir a mi trabajo —retiene el aire al decir esto —. Es obvio, ¿qué más podría hacer en esta ciudad?

— ¿me crees de cinco años? —la riñe —. No tardan en dar las ocho de la noche, tú jefe no puede ser tan negrero como trabajar en la noche.

—No miento y Gerardo no es negrero.

— ¿Desde cuándo te refieres a él por su nombre? —ella cierra los ojos —. Te guste o no, es tú jefe y debes tratarlo como tal.

—El señor Ruiz me pidió cuidar de Sofía por esta noche —su semblante se torna triste al recordar el motivo de tal petición —. Su prometida le sorprendió con una cena con sus padres y no pudo decirle que no.

— ¿Y la otra mujer no se encuentra o qué?

—La otra mujer, como la llamas —le reprocha —, se llama Lorena y por ahora no se encuentra, fue al mar por unos días.

—Porque soy buen amigo —una carcajada brota de los labios de la chica —, te voy a ahorrar la parte del sermón.

Bendito seas señor.

Agradece ella de inmediato, lo menos que tenía planeado para esta noche, era escuchar el mismo sermón una y otra vez.

—No te voy a hacer perder más tú tiempo, solo llamaba para preguntarte si vas a pasar unos días en el pueblo.

—Si dentro de dos semanas, por motivo de…

—Ya sé el por qué, así que no te molestes en decirlo —suspira —. Solo que tenía esa preocupación en la cabeza, no quiero que pases sola esos días.

—Muchas gracias por preocuparte, y te aseguro que en unos días estaré dándote guerra en persona.

—Para eso están los amigos, ¿o no Pacha? —ella ríe al oír la forma en la que la acaba de llamar.

—Claro que si Kuzco.

Esto es como un chiste personal entre estos dos. Cuando iban en la secundaria, él era todo un mujeriego —eso no cambió mucho en la prepa — y se sentía galán, en toda la extensión de la palabra.

Una vez ella, en son de burla le dijo que era igual Kuzco, una persona arrogante y excéntrico, al igual que el personaje de la película; las locuras del emperador.

Ante ese comentario, la llamó Pacha, como otro de los personajes de la película, queriéndole dar en la torre, cosa que no logró y los apodos se quedaron.

Hace tantos años que no se llamaban de esa manera, por lo que la llamada fue especial. Él no es un amigo, es su hermano mayor que vela por ella.

●●

¿Han sentido unas tremendas ganas de estrangular a alguien?

Pues Evangeline acaba de sentir unas ganas de matar a su jefe en cuestión de segundos, el hombre se topó con ella en la entrada y ni las buenas noches le dijo. Solo salió a toda prisa para no llegar tarde a su dichosa cena.

—Sofía ya se encuentra dormida, tomó su merienda y enseguida se fue a dormir —le informa Leonardo con calma —. Y el señor le manda avisar que va a llegar a altas horas de la noche, por lo que va a llegar directo a su habitación —ella asiente con la cabeza —. La recámara de huéspedes ya se encuentra preparada para usted.

—Gracias, ¿puedo leer un poco en la sala? —Le pide permiso — Es que aún no tengo sueño.

—Para eso no tiene que pedirme permiso —sus mejillas se tiñen de rojo —.Para cualquier cosa que ocupe, voy a estar en la cocina.

Una vez que se retira el mayordomo, inicia su lectura en el más absoluto silencio de la sala. Pero conforme van pasando las horas, nota que la niña no ha despertado para nada, ni siquiera para pedir un poco de agua.

Extrañada sube con cuidado las escaleras hasta llegar al cuarto de la niña, quien se encuentra profundamente dormida.

La rubia se acerca para arroparla un poco, pues la ha ido bajando un poco conforme avanza la noche, pero al verla de cerca se da cuenta que se encuentra completamente bañada en sudor. Intrigada extiende su brazo derecho para tomarle la temperatura en la frente de Sofía. Y ahí es cuando se da cuenta que la pobre inocente está ardiendo en temperatura.

— ¡LEONARDO! —llama de inmediato al mayordomo. Quien sabe cuánto tiempo lleva así la niña — ¡VENGA RAPIDO!

— ¿Qué sucede? —Pregunta él casi sin aliento después de subir corriendo las escaleras — ¿Hay algún problema?

—La niña tiene bastante temperatura —le informa ella, que se encuentra hecha un manojo de nervios —. Haga el favor de traer un termómetro, paños y hielo.




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