CAPITULO 15.
— ¿Qué haces aquí? —es lo primero que brota de los labios de Evangeline al ver quien se encuentra dentro de su habitación —, ¿Cómo es que mi tía te dejó entrar?
—Una vez ya me dejó entrar, una segunda no se iba a negar.
—Sí, pero esa noche yo me encontraba demasiado mal como para que ella se negara —abraza su almohada. Su rutina es la misma desde que llegó con su familia; tirada en la cama sin querer levantarse. Y no hay nadie que le lleve la contra.
— ¿Qué te está pasando Angie? ¿Vale la pena ponerse así por un tipo que ni siquiera te pela?
—Es curioso que digas eso, porque hace algunos años yo estaba en la misma situación —James baja la mirada al oírla decir eso. Ella sí que sabe dónde meter el dedo en la herida —, gracias a un apasionado artista.
—Yo sé que metí la pata y por eso ahora trato de remediarlo —se arrodilla para estar a la altura de ella.
—Cantarme una canción en el karaoke, invitarme a salir mientras estuve aquí, ¿realmente crees que con eso basta? —una carcajada brota de sus labios. Una carcajada amarga.
— ¿Entonces por qué me diste entrada, si no planeabas volver junto a mí?
—Por idiota, porque en serio llegué a creer eso de un clavo saca otro clavo, pero me equivoqué —una lágrima resbala por su mejilla —. Solo se encarga de hacer el agujero más grande.
— ¿Qué nos pasó Angie, si todo iba de maravilla? —ambos se voltean a ver con nostalgia.
—Tu amor al arte, eso pasó.
— ¿En serio me ibas a obligar a decidir entre tú y Paris? Porque yo no te hubiera hecho eso.
—Tu sabes que no, lo único que me molestó fue tu actitud —la rubia pasa una mano por su rostro —. ¿En serio era necesario ignorarme? —Él baja la mirada apenado —, ¿pretender que nada pasó entre nosotros?
La situación es esta; cuando él le comunicó la noticia de Paris, ella no la tomó con la alegría —y si, fue egoísta, porque no quería que se fuera de su lado —discutieron, finalizaron su relación, y el fingió no conocerla.
—Lo nuestro no tenía futuro en ese entonces —James acaricia el cabello de la chica —, los dos éramos demasiado inmaduros, demasiado soñadores. Pero tú sí que no perdiste el tiempo.
—Alex no tiene la culpa de que tú me hayas soltado —el chico la mira con sorpresa —, porque me soltaste James, me dejaste ir.
— ¿Cómo es que estamos teniendo esta conversación ahora? —ríe con dolor al recordar los momentos del pasado —. Si ya han pasado más de cinco años de eso.
—Nunca fuimos lo suficientemente maduros, como para hablar de frente.
—Y ahora agrega las miradas asesinas que me lanzaba Alex —una risita escapa de los labios de la chica —. Angie, yo te quiero —su rostro se torna serio.
—Yo también te quiero James, pero no te amo —él niega con la cabeza —. Y es mejor que lo vayas asimilando.
—No me voy a dar por vencido.
—Te mentí —lo voltea a ver con tristeza —. No salí contigo para olvidar a Gerardo, lo hice porque en serio tenía esperanzas de volver a sentir algo por ti. Pero no se puede forzar al corazón —el melenudo asiente con dolor —. Lo único cierto, es que te quiero como a un buen amigo.
—Corazón, algo te espera en la sala —ella frunce el ceño —, espero y te tomes el tiempo de bajar.
—Adiós James.
—Hasta luego Evangeline —se acerca a ella para depositar un beso fugaz en sus labios. Todo pasa tan deprisa que no tiene tiempo de reaccionar —. Te quiero como no tienes idea —susurra en su oído con dolor.
●●
En el lienzo se logra apreciar el canal de Venecia en tonos cálidos, al lado izquierdo se encuentra una casa llena de flores, y el balcón se encuentra una chica mirando el panorama.
Mientras que por el canal se puede ver a un chico de paseo en una góndola, sin dejar de mirar a esa chica rubia.
Pasar un fin de semana en Venecia, pasear por los canales en una góndola, besarnos bajo el puente de los suspiros, correr en la plaza de San Marcos y disfrazarnos con máscaras para ser partícipe del misterioso carnaval.
James hizo una sola cosa bien.
La llevó a la ciudad de sus sueños; Venecia.
●●
—Sabía que te iba encontrar aquí —Evangeline quita las sabanas de su rostro al ver a su amiga Rebecca en su habitación, solo que su cabello lo trae corto —, y en esa posición —a juzgar por sus expresiones no se encuentra muy feliz que digamos —. Ahora entiendo porque Ian no viene a tu casa. Ese cobarde —masculla entre dientes. Como detesta que le dejen el trabajo sucio a ella.
—Te cortaste el cabello — Es lo primero que dice la rubia —. Dijiste que jamás te lo dejarías así de corto.