Un nuevo comienzo

Una historia de amor

CAPITULO 18.

23 de Marzo del 2009.

Una ducha de unos quince minutos, un buen libro y una taza de chocolate caliente con unos malvaviscos, es todo lo que necesita Evangeline después de una dura jornada de trabajo en el restaurante de su amiga Denise.

Oh can't you see. You belong to me? —tararea la canción every breath you take mientras toma una mandarina del refrigerador —. How my poor heart aches with every step you take.

—Si eres Liliana, debes lavar la ropa como castigo por haber llegado tarde antenoche —grita su tía Glenda desde una de las habitaciones de arriba, por lo visto escuchó que llegaba alguien —. Si eres Bruno, te corresponde ordeñar las vacas —sigue ordenando sin dar oportunidad de que responda la chica —, o si eres Tommy, debes asear tu habitación.

— ¡Madre, no acertaste a ninguna! —le responde una vez que comprueba que ya no va a seguir ordenando —. Y como yo no dejé nada pendiente… me voy a lavar las culpas por unos quince minutos —le avisa una vez que sube las escaleras —. Por favor, que los diablillos no me molesten —por diablillos se refiere a sus primos.

—Alto ahí —le ordena su madre al salir de la habitación que estaba ordenando —. Da unos pasos hacia atrás.

— ¿Y yo que he hecho ahora, aparte de haber nacido? —se encoge de hombros.

—Deja el drama a un lado —Glenda pasa una mano por su larga cabellera castaña —. Y no has hecho nada malo, o por lo menos eso espero —alza una ceja —. ¿Algo que quieras confesar?

—No he hecho nada malo.

—Bien —asiente satisfecha —. Date un baño y arréglate, que Alex va a pasar por ti dentro de una hora.

— ¿Alex te avisó? —asiente —. Qué raro, él no me dijo nada.

—Rarísimo —responde con sarcasmo —. De los mayores misterios que enfrenta el mundo —la rubia suelta una risa falsa ante ese comentario —. Es tu novio, es normal que te invite a salir.

—Pero es que hoy quería dedicarme a la flojera —se queja —. Hubo mucha gente en el trabajo, merezco mis cinco minutos milky way.

—Descanso —alza las dos manos simulando una balanza —, novio… descanso —mueve más la mano izquierda que indica novio —. Novio.

— ¿Tú me arrojas directa a los brazos del chico? —interroga con una sonrisa burlona.

—Liliana y Alexa van a dormir con unas amigas —añade con molestia —. Bruno va a acampar con unos amigos en nuestro campo y Tommy se fue con tu tía Paloma a visitar a la familia en Tepatitlán —suspira con cansancio —. También merezco mis cinco minutos de placer con tú padre, ¿no crees?

— ¡Basta ya, eso es demasiada información! —hace una mueca al imaginarse a sus padres en pleno acto bajo las sabanas o en el sofá, con ellos nunca se sabe —. Bien, iré con Alex —responde mientras se mete a su habitación para saber que ponerse.

Una sonrisa fugaz aparece en los labios de Glenda al ver que logra su cometido.

●●

—Angie —le grita su madre por las escaleras —, Alex ya se encuentra aquí.

La rubia revisa por última vez su aspecto en el espejo, lleva puesto una falda blanca hasta los tobillos a juego con una blusa blanca de tirantes. El cuello le adorna un hermoso collar de cuentas rosas. Su melena rubia cae por su espalda al natural.

Al salir baja las escaleras con nervosismo —no comprende por qué —, y ve que su madre se encuentra sola en la sala.

— ¿Qué no habías dicho que Alex se encontraba aquí? —le pregunta con curiosidad. Al momento, una persona le coloca una venda en los ojos con por detrás.

— ¿De qué se trata esto? —a sus fosas nasales les llega el aroma del perfume de Alex.

—Tú solo confía en mí —le susurra Alex al oído, acto seguido la carga entre sus brazos —. Es parte de la sorpresa.

—Solo no me dejes caer —murmura con el corazón desbocado.

Por ahí dicen que nunca hagas menos a tu intuición, que no eres paranoico. Tu cuerpo puede captar las malas vibraciones, así como las buenas. Y sin error a equivocarse, ella está segura de que se trata de un buen presentimiento.

—Prometo no traerla tarde —les avisa a los padres de la chica.

—Confiamos en que todo salga bien —es lo último que le escucha decir a su madre antes de salir por la puerta.

●●

Evangeline mira maravillada el mirador de Ajijic, una mesa para dos personas se encuentra iluminada a su alrededor. En ella se encuentra una botella de vino, frutas y unos chocolates.

—Esto luce precioso —él la toma de la mano, para guiarla a su asiento.

—Y esto es solo el principio, nena —le da un casto beso en la mejilla.




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