CAPITULO 28
28 de abril del 2015.
—Espero y seas discreta con respecto a lo que te acabo de confiar —le ruega por décima vez Angie a Denise por medio del teléfono sin dejar de morder las uñas de las manos.
—Estoy tan feliz por ti —se escuchan tan fuerte sus chillidos que es necesario que la rubia aparte el teléfono de su oído —, pero lo que no comprendo es porque no quieres que nadie lo sepa todavía.
—Tengo mis motivos, motivos que no pueden ser explicados por medio de un teléfono celular. En unas horas nos veremos y te prometo que te voy a contar todo con lujo de detalle, pero por favor, no vayas a abrir la boca para nada.
—No te preocupes chula, mi boca es una tumba.
—Espero que sea una tumba cerrada y no profanada.
—Yo siento que exageras las cosas, pero como tú quieras. Nos vemos al rato.
Respira con tranquilidad una vez pasado la llamada, enfoca su vista a la maleta —que ya se encuentra lista —que reposa en la cama matrimonial. Este viaje sin dudas le va aclarar la mente para poder comunicar la reciente noticia.
—Mami —como un pequeño torbellino entra Sofía a la habitación que de inmediato se sienta en el regazo de la rubia —, mi papi no quiere poner las canciones de frozen en el auto mientras viajamos.
—Sofía, llevas viendo esa película desde que estrenó —la voz de Gerardo se hace presente en la habitación. Ese pequeño detalle le recuerda a Mía con su obsesión por el expreso polar —. Tu madre y yo queremos escuchar otro tipo de música.
—Mami… —suplica con un puchero en su rostro —, verdad que puedo —Evangeline se pone de pie para ponerle una mano en el hombro de su esposo.
—En otra ocasión pequeña —una vez que se encuentra a espaldas de su marido murmura para que ella la vea “no es cierto”.
—Pues estando todos listos, vamos directo al auto —Gerardo toma las maletas mientras van bajando las escaleras —, por cierto mi amor, no me dijiste como te fue en tu cita con el médico —la rubia se paraliza por completo al escuchar eso, suerte que está donde no puede ver su expresión —, ¿te dijo a que se debían las náuseas?
—Si —piensa de inmediato en una mentira para decirle, mejor eso que la verdad. Por el momento —, dijo que se trataba de una infección en el estómago, pero ya me encuentro bien.
—Y yo que pensé que ya iba a tener un hermanito —Sofía hace un puchero.
Y luego dicen que los niños no comprenden las cosas de los grandes. Esa niña sí que piensa en todo antes que un adulto.
●●
Al ver que era pronto para llegar a las cabañas, los tres dieron un paseo en el centro del pueblo de Mazamitla, visitaron una de las iglesias y mientras se hacia la hora para reunirse con los demás, llegaron a un pequeño local para comer un buen plato de birria y unos tacos de barbacoa.
A las cinco en punto llegaron a la cabaña que reservaron para todo el fin de semana, ahí se encontraban esperándolos Melissa con su barriga de cuatro meses —resulta que el día de la boda de Evangeline y Gerardo ella ya se encontraba de dos meses —, a su lado Ian que no despega la vista de un tomo de historia de setecientas hojas. Con unos audífonos en sus orejas se encuentra Denise.
—Antes de que bajen del auto —les grita Ian sin apartar la vista de su libro —, es necesario que traigan algunas cosas de algún súper.
—Ian, acabamos de llegar —le replica la rubia con enfado mientras baja del auto —, hubieras llamado o mandado un mensaje.
—Mi querida Pacha —se pone de pie para dirigirse a donde se encuentra ella —, haz el favor de revisar tu teléfono.
—Por favor, si hubieras hecho eso yo lo habría escuchado —busca en su bolso su celular entre todas las cosas que tiene ahí —, mejor di que no mandaste el dicho mensaje —queda estática al ver que tiene cinco llamadas perdidas de él, tres de Melissa y tres mensajes de Denise —. ¿Qué calor se siente, no?
—Espero mi disculpa Pacha —se inclina y apunta su oreja con una sonrisa de oreja a oreja.
—No esperes de pie —de inmediato voltea a mirar a su marido —, lo lamento, no había visto el mensaje.
—No te preocupes, que no es bueno para tu salud.
— ¿Tu salud? —Interroga con fingida curiosidad Denise —, ¿Qué tienes Angie?
—Tuvo unos mareos hace unos días —responde Gerardo por ella —, todo por ingerir alimentos en mal estado.
— ¿Con qué intoxicación? —Denise la mira con los brazos cruzados.
—Exacto —le responde ella con una sonrisa nerviosa.
—Deja voy al pueblo para traer lo que hace falta, tu quédate aquí para que respires un poco de aire fresco —le pide Gerardo sin sospechar lo que se traen esas dos amigas entre si —, ¿me quieres acompañar Sofía?
—Siii —la castaña de inmediato sube al auto.
—No nos tardamos —dicho esto arranca el auto hasta desaparecer en una nube de tierra y humo.