Un papá en apuros

Capítulo 11: Cadenas

MASSIMO

Puedo escuchar sollozos a lo lejos, ahora estoy completamente seguro. Mi mente reacciona, sin embargo, mi cuerpo no coopera. Después de bastante esfuerzo consigo abrir los ojos, lo primero que aparece en mi campo de visión es la sombra de Pietro acostado en el sillón.

—Pietro —jadeo y este no me escucha ya que esta profundamente dormido —. Pietro alguien llora.

Me incorporo, pero en ese mismo instante el mareo me golpea nuevamente devolviéndome al colchón. Con los segundos dejo de escucharlo y la congoja se instala en mi interior. ¿Es Alessandro?

—¡¿Qué demonios?! —reacciona Pietro cuando le lanzo un bote de pastillas para despertarlo —. Te has levantado bello durmiente.

—No estoy para bromas —gruño.

—No estas para bromas, para trabajar y tampoco para levantarte de esa cama en realidad —dice y toma asiento en una silla cerca de la cama—. Massimo deja estas porquerías —señala el bote de pastillas para dormir —. El doctor te vino a ver y…

—¿Qué dijo?

—Que tienes dos semanas.

¿Qué? No me puedo morir, yo… una terrible opresión se forma en mi pecho al pensar que Alessandro crecerá solo sin una figura paterna. El dinero no es problema, pero no es suficiente para mi hijo.

—Deberías de ver tu cara en este momento —una estúpida sonrisa se curva en su rostro y sino fuera por los mareas lo habría ahorcado.

—¡Maldito idiota! —vocifero, pero de inmediato me calmo ya que todo me dio vueltas.

—Yo se que me adoras, quien más sería tu amigo si soy el único que te aguanta.

—Dime de una vez por todas que dijo el médico.

—El doctor te dio dos semanas de descanso y suspendió el tratamiento momentáneamente. Te dejo vitaminas e instrucciones para compensarte —señala los votes nuevos en mi buro—. Ahora como amigos, Massimo tu no ocupas pastillas para dormir, es peligroso que las tomes.

 Las ocupo desde que perdí el control en mi vida.

—Tienes suerte de que tu linda niñera estuviera presente, de lo contrario Simon ya estaría cavando él mismo el agujero para tu entierro —evidencia.

—¿En donde esta ella? —pregunto ya que lo más probable es que se encuentre incomoda por la situación.

—Asumo que en su habitación, se fue después que el doctor —explica Pietro—. Déjala descansar tigre, ya mañana aclaras las cosas con ella, se dan unos besitos y resuelto —me guiña un ojo y como respuesta le lanzo una almohada con la poca fuerza que tengo.

—Eres un imprudente —lo señalo y el solo ríe.

—Este imprudente cuidara tu empresa. Te veré en la oficina en dos semanas Massimo, si apareces yo mismo haré que te saquen aunque teniendo a determinada persona de enfermera dudo que quieras volver —sonríe maliciosamente —. Quien sabe y puede que no quieras salir de esta habitación.

—Me duele demasiado la cabeza Pietro —farfullo ignorando la historia que se esta creando en su cabeza. Una que ahora me perseguirá las próximas dos semanas.

—Ya, te dejo —se despide —. Te mantendré al tanto por correo.

—Gracias y no pierdas de vista a Simon.

—Como diga jefe.

Vuelvo a quedarme solo, quedan unas horas para el amanecer así que opto por tomar una siesta. Puede que de esa forma logre ordenar algunas cosas en mi cabeza y terminar con el mareo.

Desgraciadamente mi reloj biológico me despierta antes de mi hora habitual. La casa se mantiene en pulcro silencio y aquello representa un alivio para mi condición. Intento nuevamente incorporarme, el dolor de cabeza ha desaparecido y el mareo se esfumo.

De pie me aproximo a la mesa que contiene mi tratamiento. Mientras leo pienso en lo irresponsable e imbécil que he sido, poniéndome en peligro de esta forma cuando soy lo único que Alessandro tiene.

Espero que no haya tenido que presenciar lo que sucedió. Con pasos lentos y sigilosos salgo de mi habitación para dirigirme a la de él. A esta hora debe seguir dormido por lo que espero el sosiego completo al abrir la puerta, lo que no esperaba era encontrar una escena que me hace tambalear.

Nicoletta esta semi acostada en el sofá mientras que Alessandro yace junto a ella. Alessandro se aferra a su mano como si no quisiera dejarla ir. El panorama me deja consternado, nunca lo había visto depender o compartir un gesto de cariño tan significativo como ese.

Me quedo embelesado ante la imagen, sin embargo, una interrogante surge ¿Por qué Nicoletta esta aquí y desde cuando?

En un descuido me tropiezo generando un leve estruendo que si bien no alama a mi hijo, si la despierta a ella quien reacciona de inmediato.

—Señor —musita.

 —Cuando Alessandro despierte pasas por mi estudio, tenemos una platica pendiente —anuncio antes de huir no solo de la situación, sino también de mis pensamientos.

Las horas pasan y el sol aparece anunciando un nuevo día. El ruido natural de personas habitando la casa recorre los pasillos e incluso escucho el coche de Simon cuando se va.




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