Un papá en apuros

Capítulo 13: De regreso al principio

NICOLETTA

—Le has dicho a papá ¿no es así? —pregunta Alessandro mientras ayudamos con el desayuno.

—Tuve que hacerlo, él tenía que saberlo y tu no puedes seguir sufriendo —. Beso su frente y me devuelve una sonrisa.

—Estoy feliz, pero prefiero que tu vengas a mi habitación —dice en voz baja —. Papá ronca mucho.

—¡Te escuche! —exclama Massimo sobresaltándonos a ambos. Alessandro ríe ante la picardía de su comentario y yo procuro ocultar el sonrojo en mis mejillas.

Ayer le revele a Massimo lo que sucedía con su hijo, por lo que no me sorprendió que me mandara a mi habitación para que él pudiera hacerse cargo de Alessandro.

—¿De verdad ronco muy alto? —pregunta dejando otra tanda de panqueques. Hoy era el día libre de Fátima y aprovechamos para infiltrarnos en la cocina.

—Como un hipopótamo —responde Alessandro y contengo la risa.

—¿Tu de que te ríes? —me da un pinchazo y un terrible calor se instala en mis mejillas —. Tampoco te ves como una princesa cuando duermes.

—Algunas veces duermes con la boca abierta —se burla Alessandro y quiero cavar un hoyo para esconder la cabeza bajo tierra.

—Que adorable te ves en delantal hermano —aparece Simon con una reluciente sonrisa. Alessandro le saluda con un abrazo y comparten bromas —. Buenos días Nicoletta —. Me paralizo al sentir un fugaz beso en mi mejilla.

Escucho un gruñido y soy consciente que proviene de Massimo.

—Tuvimos una noche tranquila —comenta Simon y empiezo a pensar que únicamente viene por pelea.

—Papá se quedó en mi habitación —revela Alessandro con inocencia.

—Me alegro, espero hayas conseguido descansar un poco más Nicoletta —me dedica una sonrisa a la cual no sé como responder.

 Simón estaba enterado de todo, sin embargo, parecía inseguro de intervenir con su ayuda. Su relación con su sobrino era buena, pero su hermano era otro asunto.

—¿Por qué estas aquí? —inquiere Massimo tajante.

—Quería compartir con esta hermosa familia —anuncia con burla—. ¿No puedo disfrutar de un tradicional desayuno?

Puedo notar la fuerza de voluntad de Massimo para no abalanzarse sobre su hermano. Suspira con pesadez y añade más mezcla de panqueques.

—La verdad, quería hablarte sobre un asunto de la empresa Massimo —revela.

—¿Qué quieres ahora? ¿La presidencia? ¿Qué le entregue más acciones a nuestra madre? —bufa y le da la vuelta a la masa con demasiada fuerza.

—Papá has salpicado a tu alrededor —señala Alessandro.

—Alessandro creo que deberíamos irnos arriba por un momento, estamos desconcentrando a tu padre —sugiero con intenciones de huir de la volatilidad en la habitación. Ese es otro asunto en el cual Massimo debe trabajar.

—No se vayan —pide Massimo.

—Bajaremos en un momento, ustedes pueden hablar mientras —explico y tomo a Alessandro de la mano para ir arriba.

—Lamento fastidiar el desayuno Nicoletta —habla Simon antes de que dejemos la cocina—. Sin duda alguna has cambiado este sitio, solo espero que mi hermano sea capaz de valorarte, no como otros aspectos de su vida.

—Nicoletta vayan arriba —dice Massimo entre dientes. Obedezco y solo espero que no haya necesidad de llamar a la policía.

Pasan los minutos y desconozco que los mantiene tanto tiempo conversando, mi mayor temor es que uno de esos dos se haga daño o peor. Cuando han pasado cuarenta y cinco minutos no aguanto más y bajo sola preocupada por encontrarme una caótica escena. En su lugar solo encuentro a un abatido Massimo sentado en uno de los taburetes de la isla.

Tiene la mirada perdida y juega con su sortija dorada. Ese simple objeto es suficiente para cuestionarme mi papel y el derecho que tengo de interrumpir sus pensamientos o siquiera compartir un espacio intimo.

—Massimo ¿te encuentras bien? —pregunto. Sabia que tenia un mal presentimiento ya que vuelvo a encontrarme con el semblante del iracundo hombre que me recibió hace un mes en esta casa.

—Calienten la comida no tengo animo para comer —. Es lo único que me responde antes de ponerse de pie y pasar a mi lado.

—Massimo ¿Qué sucede? —cuestiono sin soportar la congoja. Lo detengo del brazo al llegar a las escaleras.

—Te iras mañana temprano al hospital para estar con tu abuela, mientras cuida de Alessandro. Tengo asuntos que resolver y ocupo que no me interrumpan —dice sin responder mi pregunta. Su indiferencia me lastima ya que pensé que habíamos hecho algún progreso.

Comprendo que volvemos a lo de antes, que sus constantes cambios de animo me afligen. La cirugía de la abuela se aproxima y no quiero sobrecalentar mi cabeza con alguien que parece no querer buscar un mejor camino.

Alessandro y yo desayunamos. El día transcurre sin mayores inconvenientes y no vuelvo a ver Massimo. En algún momento de la tarde escucho el sonido de la puerta principal, para mi sorpresa Pietro, Simon y otro hombre trajeado ingresan a la oficina de Massimo sin dar mayores explicaciones.




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