NICOLETTA
—¿Y ella quién es? —inquiere la mujer evaluándome con la mirada —. No recuerdo haber autorizado para contratar alguna niñera.
Menos de cinco minutos me toma darme cuenta de la clase de mujer que es. Algo no encaja y me parece increíble que Massimo haya estado dispuesto a unirse a una mujer así.
—Si estuvieras presente no habríamos tenido que conseguir una —farfulla Massimo —. ¿Qué haces aquí Irina? Se supone que no te vería hasta dentro de un mes.
—Bueno, leí algunos titulares interesantes en los periódicos y Fátima me comento de los cambios que hiciste —explica con tono altivo —. Así que decidí que era hora de volver a casa.
—¿Mami? Ya no te vas a ir —pregunta Alessandro. Todo este tiempo fue ignorado por esa mujer que dice ser su madre.
—No, me quedaré aquí por un buen rato —advierte con malicia y se inclina para abrazarlo.
—Vamos a mi oficina, tenemos que hablar —exige llevándose a la madre de Alessandro.
—¡Nicoletta! Mami está aquí y ahora seremos una familia más grande —exclama emocionado y ajeno a la verdad—. Ahora seremos los cinco; papá, mamá, tío Simon y tú.
Veo a esa mujer regocijándose en silencio con mi desconcierto.
—Se acabo el juego de la casita, ve arreglando tus cosas niñera —susurra Fátima con una sonrisa torcida.
Ella se marcha y procedo a llevarme a Alessandro a la habitación. Massimo no me ha llamado, Lorenzo no ha venido por mí y no puedo dejar de pensar en lo que Fátima dijo. Casi no presto atención y me muevo por inercia mientras cuido al pequeño pelinegro.
Llevan mucho tiempo en el estudio de Massimo y mi mente no termina de jugar en mi contra. Durante un momento de la noche Pietro aparece y no detalla en nada hasta llegar al estudio, debe tener prisa por saludar a la hermosa esposa de su mejor amigo.
—¿Estas feliz ahora que tu mamá está aquí? —pregunta Fátima a Alessandro durante la cena. Solo somos nosotros tres ya que siguen encerrados arriba.
—Sí, vamos a jugar mucho —indica con una noble sonrisa.
—Así es. Esta casa siempre ha necesitado de alguien como la señora Irina, finalmente habrá orden y paz —comenta.
—Que excelente empleada eres Fátima —contesto en un arranque—. No me sorprendería que tuvieras una estatua de ella en tu habitación a la cual rendir tributo.
—¿Qué dices estúpida niña insolente? —exclama completamente furiosa.
—¿Qué sucede aquí? —interviene Simon. Le dedica una mirada intimidante a Fátima y esta termina tragándose sus palabras —. ¿Dónde está Massimo?
—Esta arriba con Pietro y su esposa —aclaro y parece que no estaba enterado de la llegada de su cuñada por su reacción.
—Carajo, debo ir arriba —indica antes de tomar su maletín —. Lo lamento mucho Nicoletta, debes ser fuerte —me consuela.
Terminamos de cenar con Alessandro y subimos nuevamente a su habitación. Escucho voces y durante un momento la armoniosa risa de esa mujer.
Las horas pasan, noto que Massimo acompañara a Alessandro esta noche así que preparo el sillón ya que traerán la nueva cama hasta mañana.
Durante un momento de la madrugada siento que Alessandro se acomoda junto a mi silenciosamente sin derramar lágrima alguna. Pese a que ahora depende de la presencia de alguien, su pequeño progreso me alegra ya que las primeras noches lloraba incluso en mi compañía.
Si Irina realmente está aquí para recuperar a su familia, espero que sea capaz de apreciar al inteligente y hermoso hijo que tiene. Su inocencia es tal que le emociona la idea de tener una gran familia.
Casi no pude conciliar el sueño, el cansancio me toma de rehén en la madrugada hasta que aparecen los primeros rayos de sol.
—Se puede saber qué haces tú aquí —escupe una voz femenina espabilándome por completo. Para mi suerte Alessandro está profundamente dormido. — ¿Qué hace mi hijo durmiendo en el sofá? ¿Así es como lo cuidas?
Soy incapaz de ordenar los pensamientos en mi mente. Todavía no me encuentro en mis sentidos.
—Alessandro requiere compañía por las noches —explico.
—Ya es grande, el no necesita de nadie —indica. Hasta ese momento no había detallado en la bata con fina decoración que cubre el cubre su corto camisón de tela —. Que sea la última vez que te veo aquí niñera.
—Si me quede aquí es porque Massimo se queda con él y anoche no apareció —respondo hastiada de sus críticas.
—¡Oh! Bueno, puede que tenga algo de culpa. Lo retuve mucho tiempo y anoche fue un caos, ha pasado mucho tiempo desde que la última vez que nos vimos y debíamos ponernos al día como marido y mujer —dice con un tono sugerente. Se crea un nudo en mi garganta y me obligo a retener las lágrimas en mis ojos.
Ella solo quiere envenenarme la cabeza. Massimo me dijo que se divorciaría, le quiero dar ese voto de confianza, se lo merece por todo lo que hemos compartido.
—Lo que usted haga no es de mi incumbencia, solo me ocupo de Alessandro y su bienestar —respondo con intenciones de marcharme, sin embargo, esta me clava su perfecta manicura en el brazo para retenerme.