MASSIMO
—¿Cómo es posible? —murmuro para mi mismo.
Tengo personal moviéndose en el hospital, revisando por enésima vez las cámaras de seguridad de la casa e incluso he mandado a buscar el listado de empleados de las guarderías en la ciudad.
No había rastros de Nicoletta o su abuela desde que se marcharon del hospital. El doctor se mostró reacio y aun con los sobornos, la información que obtuve me tiene en ascuas.
¿Cómo una mujer tan pequeña podía desaparecer fácilmente?
—Tengo un listado con las mejores niñeras de la ciudad, completamente calificadas y con muchos años de experiencia —ingresa Pietro con una hoja en mano.
Hago lo mismo que con las demás y la dejo a un lado de mi escritorio. Agradezco con un gesto a lo que mi amigo refunfuña.
—Massimo debes buscarle una niñera a Alessandro —susurra para evitar alarmar a mi hijo —. Sabes que lo adoro, pero no puedes traerlo todos los días a la oficina.
—Lo sé, es solo que…
—Ninguna de estas mujeres es Nicoletta —interrumpe resaltando la verdad.
—¿Todavía no hay nada?
—Nada, Simon tiene contactos y la están buscando en sus trabajos anteriores —informa.
Froto mi rostro cansado y es que cada día sin ella se convierte en una tortura. Antes me era suficiente saber que estaba en la casa, enfadada por mi estupidez y cobardía, pero en casa.
Mi consciencia me sabotea constantemente y crea los peores escenarios posibles. Si ella tuvo un accidente, se marchó del país, miles de cosas que imposibilitan volver a verla.
Alessandro por otro lado se ha mantenido más callado y reservado desde el altercado que tuvo con su madre hace unos días. He decidido traerlo al trabajo, ya que la distancia es la responsable de todo este caos, de haber estado puntual esa noche en casa nada de esto habría sucedido.
—Por cierto, los documentos de ese asunto ya están aquí —habla sobre los papeles de divorcio —¿Realmente le dejarás esa propiedad en Canadá?
—Lo que haga con ella no es mi problema, si la vende o no, se la otorgo porque al final del día ella me dio a mi hijo —explico mientras firmo los documentos—. Además la quiero lo más lejos posible de nosotros.
Sonaré como un patán, pero algo bueno resulto de esa noche y es que me pude deshacer de Irina. Por supuesto que me afecta el hecho de que la mujer que jure amar y proteger en el altar no existiera, ya que su verdadera cara era otra. Es fatal descubrir que tu matrimonio fue una farsa, pero prefiero que haya sucedido ahora que dentro de unos años donde el tiempo habría pesado más.
—Ahora es oficial. Finalmente dejarás de ser comidilla para los medios —dice con socarronería y es que desde el escándalo del divorcio los he tenido encima.
—Casi me cuesta algunos contratos —añado irritado por la decena de reuniones que tuve para convencer a los socios que todo aquello no afectaría a la empresa.
—Todavía sigo sin entender por qué no la denunciaste.
—Lo que sucede es que decidí golpear donde más duele —explico.
—Su ego.
Asiento. No me imagino la sorpresa que se llevara cuando descubra que su reputación en el mundo del modelaje y la moda se fue por el caño. Eso y moví algunos contactos para que ponerla en la lista negra y evitar que pudiera volver al país, de hacerlo sería encarcelada por fraude.
Russel me avisa sobre la llegada de mi hermano y este ingresa a la oficina. Saluda a mi hijo antes de tomar asiento frente a mi escritorio.
—¿Has conseguido algo? —insisto.
—Se ha desvanecido Massimo —revela y quiero gritar por la frustración que me avasalla.
—¿Has revisado si tiene más familiares? —me llega la idea de golpe.
—Su madre falleció cuando ella era bebé y parece que su padre la abandono, ya que no hay registro de él.
Estoy pensando en ir edificio por edificio, puerta por puerta hasta encontrarla.
—La verdad, vine porque hay asuntos de la exposición anual que debemos atender —añade Simon.
Ese era el último de mis problemas. Poco o nada me interesaba todo aquello que no la involucrara.
—¿Qué sucede? —inquiero y voy por Alessandro que al instante busca refugio en mis brazos —¿Hay algún problema con la fábrica o el transporte?
—Resulta que el centro de exposición sufrió algunos percances de agenda y tendremos que adelantarlo.
—¿Adelantarlo? ¿No saben quiénes somos?
—Lo saben, pero en este país el deporte importa más. Es complacer al millonario o que toda una banda de aficionados al fútbol te tome como enemigo y te “cancelen” —explica.
—Menos mal la publicidad y las invitaciones no fueron enviadas.
—El otro asunto es que varios servicios nos cancelaron.
—Yo me haré cargo de eso —avisa Pietro al notar mi expresión de agotamiento —. Ve a descansar, ambos lo necesitan.
Me llevo a Alessandro y juntos regresamos a casa. Últimamente nos la pasamos en mi oficina, su habitación o el invernadero. Este último me hace sentir que ella sigue aquí.