NICOLETTA
Me había prometido nunca regresar a esta casa, realmente me esforcé por mantenerme alejada, pero toda mi fuerza de voluntad fue derrumbada por el pequeño que ahora descansa con una sonrisa en sus labios.
—Ya no tengo pesadillas —anuncia lleno de orgullo.
—¿Se acabaron?
—Gracias a ti y a papá —añade recordándome que este se encuentra a unas habitaciones de aquí.
Mi cuerpo y mi mente todavía recuerdan la imagen de Massimo únicamente en pantalón de pijama y completamente mojado por la lluvia.
—¿Te quedarás toda la noche? —inquiere y me observa con un irresistible anhelo —. Por favor Nicoletta, ya no te vayas —se abraza a mi con fuerza.
—Será mejor que nos vayamos a dormir —lo arropo y antes de levantarme de la cama me retiene del brazo.
—Promete que te quedaras toda la noche —insiste. Es un don que heredo inevitablemente de su padre.
—Lo haré —digo y me suelta. Le doy un beso de buenas noches en la mejilla y busco mi sitio en el sillón.
Intento dormir, sin embargo, mis pensamientos y la incomodidad de aquel sofá me lo impiden. Era obvio que no aguantaría el peso de Massimo y Simon durante mucho tiempo.
Me levanto hastiada conmigo misma. Aun siendo consciente de que ella no esta, el temor de que esa noche se repita se mantiene vivo en mí. Es como una pesadilla.
Me aseguro de que Alessandro se encuentre dormido y salgo de la habitación. Pienso en descansar en mi antigua cama hasta que pase la lluvia, pero mis piernas se detienen cuando escucho un ahogado estruendo.
Bajo y me guío por los quejidos y el rayo de luz que ilumina esa parte de la casa. Llego al pequeño invernadero que fue mi proyecto hace unos meses. Massimo está ocupado armando una estructura metálica asumo para colocar diferentes plantas en niveles.
—No creo que esta sea la hora indicada para hacer este tipo de cosas —señalo y él voltea a verme.
—Pensé que estabas dormida —se justifica.
—No tenía sueño, además arruinaron el sofá de la habitación de Alessandro.
Me muestra una sonrisa cansada y sigue con lo suyo. Una parte de mi se siente decepcionada, pensé que intentaría coquetear o acercarse, pero en su lugar parece bastante concentrado. Me quedo ahí viendo algunas flores que han crecido y ahora adornan el sitio.
—Deberías descansar un poco —le sugiero considerando la hora y su exposición a la lluvia hace rato.
—Estoy bien, tampoco tengo sueño.
—Sabes, hay muchos métodos para quedarse dormido; contar ovejas, tomar té, leer, pero creo que armar una plataforma de metal no está dentro de ellos —comento.
—Mis motivos son otros —dice y busca algo dentro de la caja de herramientas que está en la mesa junto a mí.
—¿Cuáles?
—Mantenerme alejado de ti —dice y aquello me amarga el corazón de alguna forma. Nada bueno sale de estar en esta casa. Busco mi camino a la salida, pero enseguida él me retiene.
—¡Suéltame Massimo! —la pelea es inútil porque me retiene pegándome a si firme cuerpo —¿Qué acaso no quieres estar lejos de mi?
—Te estoy cuidando de mi Nicoletta —confiesa y me abraza hasta que nuestras frentes se tocan—. Adoro que estés aquí con nosotros, pero sé que también la estas pasando mal por todo lo que te recuerda este sitio. No quería agobiarte y…
—¿Y?
—Y siento que me volveré loco —susurra antes de capturar mis labios y someterme a su intensidad. Por un momento pienso en que podría ser demasiado, pero esta idea desaparece cuando recuerdo todas las veces que desee en silencio que me tomara de esta forma —. Cariño, vine aquí intentando huir de la tentación de tenerte allá arriba y me vienes a buscar ¿Ahora comprendes mi agonía?
No me deja responder, ya que nos vuelve a sumergir en esa nube de pasión y deseo que nos consume a los dos.
Resistirse a Massimo ha sido difícil, después de todo lo que sucedió realmente quise eliminar cualquier sentimiento hacia él, pero fracase. Ambos, padre e hijo, se convirtieron en una parte fundamental de mi vida que ahora me es imposible negar.
Jamás me había entregado a los gustos del placer y ahora Massimo se encargaba de mostrármelo con las caricias que me proporcionaba. Sin separarnos un segundo me carga en brazos y sin percibir el camino llegamos a su habitación.
—Niki, mi amor —jadea —. Lamento decirte que esta noche no dormiremos en absoluto…
Podría haberlo detenido, podría haber recapacitado y bajado de los esculpidos brazos de ese hombre que me susurra cuanto me ha extrañado y desea tenerme a su lado siempre.
En su lugar, asiento y me entrego a él. Hay algo mucho más fuerte que el dolor, el temor y el resentimiento, eso es el amor. Yo estaba perdida por Massimo y cada uno de sus actos tiernos, y a la vez desesperados, me demostraban que él también me guardaba un lugar en su corazón.
Cuida cada aspecto del encuentro de nuestro cuerpo y almas. Me siento venerada y segura en todo momento. Las horas pasan, jugueteo con algunos mechones de su cabello mientras su cabeza descansa en mi abdomen, sus brazos me envuelven aferrándose a mi. Esta sensación es perfecta, antes solo había logrado tocar la felicidad con la punta de los dedos, pero esta noche pude sentirla por completo.