MASSIMO
Pensé que esto sería mucho más fácil, apenas proporcione algunas especificaciones y ubicaciones que resultaran beneficiosas para ambos, sin embargo, nuestro mayor inconveniente es el pequeño que solo nos proporciona negativas a cada idea que damos.
—¿Qué te parece esta? —inquiero enseñándole la foto de una de las casas que me envió la agencia —. Tiene piscina y un jardín amplio, podríamos poner un patio de juegos.
—¡No me gusta! —se muestra terco.
—Mira esta, tiene dos pisos, una sala de cine, una cancha de basket techada y una habitación de… —describe Simon y se queda callado, le arranco la foto y veo que los anteriores dueños disfrutaban experimentar en la intimidad —. Me la quedo yo —mi hermano me arranca la foto de la mano —. En algún momento tendré que irme y esta parece una buena inversión.
—¿De qué es la habitación tío? —inquiere Alessandro metiéndose en la conversación.
—Es una sala de limpieza —le miente descaradamente —. No te gustará.
Suspiro cansado y le doy un repaso a las fotos esparcidas en mi escritorio. Desde que Nicoletta dijo que volvería con nosotros, pero no a esta casa me la he pasado buscando propiedades que se ajusten a los tres, aunque mi hijo sea un poco exigente.
—Alessandro —lo llamo —¿Cómo quieres que sea la nueva casa?
—No me importa, si a Nicoletta le gusta a mi también —explica seguro—. Además quiero un patio donde pueda usar mi coche.
En este punto pienso que sería más fácil construir una casa nueva. Apenas proceso la idea algo dentro de mí se remueve y lo empiezo a considerar. De esa forma podría ser específico e incluso Nicoletta podría solicitar lo que ella quiera.
De igual forma, no puedo aguantar todo el tiempo que requiere una construcción. Tendré que ejecutar un plan alternativo.
—¿Papá a que hora veremos a Nicoletta hoy? —pregunta Alessandro y reviso el reloj. Faltaba una hora y lo mejor era que nos fuéramos arreglando.
—Dentro de poco, recoge los juguetes de tu habitación y cambia tu camisa —indico —. Yo recogeré esto.
Mi hijo asiente y corre a su habitación. Simon se dedica a ordenar el desastre y yo hago una llamada a la agencia inmobiliaria.
—Comprar una casa nueva es algo apresurado ¿no crees? —cuestiona mi hermano.
—Nicoletta paso demasiados malos momentos aquí, quiero que ella se sienta cómoda con nosotros —declaro.
—Hasta que llego una mujer a ponerte en tu lugar —se burla —¿Planeas dar el siguiente paso? —comenta mi hermano dejando los documentos en el portafolio—. Te lo mereces Massimo.
—Antes mi mayor temor era perder a mi hijo —revelo —. Ahora temo perderlos a ambos. Iremos despacio si ella así lo quiere, no quiero presionarla.
Además nos prometió que no volvería a marcharse. Sin embargo, no esta de más vigilar que así sea.
Salimos de casa y vamos en dirección a la casa de tía de Nicoletta. Llevamos con esta rutina casi dos meses y a pesar de que adoro la forma en que nos recibe, siento como si fuéramos padres divorciados con custodia compartida; no me gusta.
—¡Nicoletta! —grita Alessandro apenas baja del auto y corre a sus brazos. Mi hijo le expresa su cariño ahogándola con inocentes besos y brazos. Le susurra algo a Nicoletta y esta se me queda viendo.
Por mi lado, permanezco parado como tonto frente a mi auto. Mi hijo solo miraba esa figura maternal que siempre añoro, en cambio, yo observaba a la hermosa mujer que llevaba un vestido sin mangas y el cabello suelto.
—¿Te quedarás afuera? —pregunta ella con una sonrisa burlona.
—Es solo que… hoy estas hermosa, siempre lo estas, pero hoy…—trago duro y mi cuerpo se tensa cuando deposita un beso cerca de mis labios.
—Gracias, tu también te ves muy bien hoy.
Me siento como un puberto visitando a su primer novia. Desde aquella noche en la que llegue al extremo de robar su laptop no hemos disfrutado de la privacidad. Deseo despertar todos los días y tenerla junto a mi, irme a dormir con ella entre mis brazos y poder disfrutar del tiempo solo nosotros tres.
Ingreso a la casa detrás de ellos y saludo a la abuela y tía de Nicoletta. Como todas las tardes platicamos, Alessandro juega en el reducido espacio de la sala y corre por toda la casa, aunque le he repetido que no lo haga por educación. Nicoletta lo consciente y escucha, ambos son felices y la mayor parte del tiempo me dejan unirme.
Antes de anochecer recibo el correo que esperaba y me entusiasmo con el cambio de planes para esta noche.
—Quiero mostrarte un sitio especial esta noche —susurro cuando Alessandro se entretiene con los dulces que le da la tía Elisabetta.
—¿A dónde me quieres llevar?
—Es sorpresa —respondo robándole un beso rápido sin que nadie se dé cuenta.
Como de costumbre esa noche me secuestran las adorables señoras en la cocina y cenamos en la pequeña mesa. Observo a las personas a mi alrededor platicar y reír, descubro que antes del nacimiento de Alessandro nunca había experimentado esa clase de calidez.
Ahora tengo una oportunidad para crear un mejor futuro para nosotros.