MASSIMO
—Hermano relájate —dice Simon.
—Papá debes calmarte, parece que terminaran ingresándote a ti también —comenta Alessandro. Tiene diez años, pero habla como un adolescente —. Mamá estará bien.
—¿Cómo estas seguro de eso? —me digo a mi mismo.
—No lo estoy, pero tampoco me puedo poner a llorar como tú —señala.
—Eso es cierto, te traeré un café para que puedas recomponerte, Nicoletta te necesitará completo cuando los llamen.
¿Cuándo nos llamen?
Rogaba porque sucediera. Hace cuatro horas ella entró en labor, la primera hora me la pasé escuchando nombres desconocidos, luego los médicos dejaron de salir y nadie me daba respuesta cuando preguntaba.
—Venga, vamos a la cafetería, solo tomará diez minutos —propone Simon, observo las puertas dobles frente a mí y solo espero que se encuentren bien.
Le compro un emparedado a Alessandro, ya que nos saltamos la hora de la cena y me consigo un café que mantenerme despierto el tiempo que sea necesario.
Noto a Alessandro algo cabizbajo igual e intento confortarlo.
—Tranquilo hijo, pronto terminará.
—No quiero que nada malo les pase —dice con los ojos húmedos.
—Nada les sucedera, lo prometo.
Regresamos al pasillo y tomo asiento mentalizado con la idea de esperar.
—Familiares de Nicoletta Ranieri —informa un doctor.
—¡Nosotros! —exclama Alessandro.
—La paciente se encuentra estable, pueden pasar —indica el médico y lo seguimos por los pasillos hasta la habitación —. Fue un parto prolongado, pero la bebé y madre se encuentran estables.
Mi corazón late con prisa al escuchar aquellas palabras. Mi niña, mi pequeña princesa ya estaba con nosotros.
Nervioso abro la puerta y me encuentro con la imagen más hermosa del mundo. Nicoletta carga a la pequeña en brazos y nos dedica una sonrisa cansada. Se me forma un nudo en la garganta.
—¡Mamá, tenía miedo! —corre Alessandro recordándonos que todavía es nuestro pequeño —Pensé que algo les había pasado.
—Estamos bien mi niño —asegura —¿Quieres ver a tu hermanita?
Me acerco en silencio y tomo asiento junto a ella en la camilla.
—Yo también tenía miedo —digo acariciándole el rostro. Acuno su mejilla y ella se inclina para besarme —. ¿Cómo está nuestra bebita?
—Hermosa y fuerte —sonríe ella.
Simon se acerca y la felicita. Niki se ríe cuando le comenta nuestro estado en la sala de espera. Mientras yo cargo a nuestra bebé, Alessandro la estudia y se ofrece a cargarla.
La abuela de Nicoletta, su tía y su primo llegan y reciben a la bebé con felicidad y regalos. Regreso junto a mi mujer y le confieso mi amor por enésima vez.
—Gracias por dejarme cumplir otro sueño —susurro.
—Massimo, tu has hecho de mi vida un sueño —responde con una sonrisa.
Nuestra pequeña Alessia regresa a los brazos de su madre cuando los demás se retiran, Alessandro se sienta junto a mi en la cama. Me siento rebosante de felicidad y ansioso por iniciar otro sueño junto a mis hijos y la mujer que me devolvió a la vida.
—Te amo. Los amo.
¡Hemos llegado al final de esta historia! Massimo nos hizo rabiar, pero Nicoletta lo hizo tontear jaja.
Gracias por su apoyo y sus comentarios.
Si disfrutaron la historia no olviden regalarle un corazon y comentar, lo agradezco.
Nos leeremos en otra historia
¡Besos!