Un piano empolvado

#5

El tiempo siguió pasando y aquel chico de 15 años, confundido y asustado ahora tenía, 18 años. Sus manos habían vuelto a tocar el piano, con la misma fluidez de siempre y cada noche sin falta, aun escuchaba una voz que se colaba por la ventana, acompañándolo. Sus padres habían decidido llevarlo con un doctor “Él no es social”, le decían y el solo miraba al suelo.

 

__ ¿desde cuándo te sucede? -pregunto el doctor y el rió a lo bajo-

 

__ Siempre he sido así -contesto con una fuerza que él sabía que no era suya, cruzado de brazos-

 

Sí, siempre había sido así. ÉL SIEMPRE HABIA SIDO DISTINTO. Él siempre había estado solo.

 

*

 

Estaba sentado en una de las bancas del parque central, mirando al cielo que oscurecía lentamente frente a él. De nuevo era invierno, pero él no sentía la diferencia.

 

__ Siempre ha hecho frio, dentro de mí.

 

Sus manos temblaban sobre sus piernas, asustadas de seguir tocando aquel piano imaginario que tanto le había dado, y que tanto le había arrebatado. Entonces alguien se sentó a su lado y ni siquiera necesito voltearse para saber que se trataba de ella, ambos se mantuvieron en silencio por varios minutos, viendo como el vapor helado salía de sus narices, cada que respiraban.

 

__ ¿qué te dije hoy? -pregunto Claudia, sin mirarlo. Él frotaba sus manos, estaba asustado.

 

__ La misma porquería de siempre -contesto con una sonrisa que no parecía feliz en lo absoluto. Ella mantuvo el silencio por unos segundos- supongo que siempre será así -continuo Jackson y ella al fin lo miró-

 

__ ¿cómo? -pregunto, quizás ya sabiendo la respuesta-

 

__ Siempre seré el estorbo del mundo.

 

Claudia lo miró y pudo notar el brillo inusual de los ojos de Jackson, sabiendo que ocultaba lágrimas pesadas, lagrimas llenas de tristeza, llenas de soledad y algo dentro de ella se sintió pesado de repente, un sentimiento más doloroso que si le arrancaran las cuerdas vocales. Las lágrimas cayeron en silencio por sus mejillas. Su mano fría temblaba y lentamente se desplazó hasta tomar con sutilízalas de Jackson, él se tensó pero...

 

__¿Sabes? -dijo Claudia con la voz rota. Él se negó a mirarla- siempre estas conteniendo lo que sientes, mintiéndote, diciendo que estas bien...

 

Una triste sonrisa se posó en su rostro y Jackson apretó sus puños, entonces volteo a verla por fin, con lentitud... Cuando sus miradas se encontraron, él dejo caer la barrera que los había mantenido divididos.

 

__ Yo... -la voz de Jackson era rasposa y sus manos temblaban- No sé quién soy.

 

Ella lo miraba, sus manos se mantenían juntas. La luna había salido para iluminar sus ojos cristalinos. Jackson mordió su labio para contener las lágrimas que amenazaban con salir y exponer todo su dolor, ella entonces apretó su mano.

 

__ Está bien -le susurro y el la miro a los ojos- Está bien llorar.

 

Una lagrima escapo de la prisión de sus ojos, y él la quiso ocultar pero ella detuvo su mano, contemplando aquella gota de dolor real...

 

__ Llorar es muestra de que somos humanos.

 

La noche transcurrió a partir de ahí en silencio, con ambos sentados en la banca, no dijeron nada más, pero quizás no había necesidad. Sabían que los silencios era necesarios para formar las melodías más hermosas.

 

Siguió con su vida, siendo fuerte como siempre. Tocando el piano cada noche, sin falta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.