Un Pozo Sin Salida

CAPITULO UNO

Miro mi habitación analizando cada parte de ella, las paredes son blancas y amplias, en una de ellas, exactamente la que queda paralela a la puerta, se puede observar un amplio ventanal que deja ver los enormes edificios de la ciudad, este se puede abrir y hay un balcón para poder asomarse a mirar las grandes vistas de toda la ciudad. 

Me acerco a este para admirar las maravillosas vistas a través de mi ventana; el sol está en su punto más alto, dejando entrar los rayos de este a mi habitación a través de las cortinas color beige. Se puede observar a  las personas pasear a su mascota, ir a comprar, hacer su rutina diaria o simplemente disfrutar de su día. 

Me parece extraño pensar que cada persona tiene un concepto diferente de la vida, es decir, tú vives tu vida diaria a través de tus ojos, pero se me hace raro saber que las personas tienen su propia vida, con otras historias, problemas… a través de unos ojos diferentes a los míos.   

Cuando doy un golpe de realidad, decido ponerme a ordenar lo que sigue dentro de mi maleta, ya que no he sacado casi nada de esta.  Dentro de unos días me traerán las cajas con los objetos y fotografías que tenía en mi antigua casa, por lo que ahora solo tengo que preocuparme por guardar la ropa en el amplio armario. 

Más tarde, cuando ya está todo bien puesto en el mueble, cojo mi libro favorito y me paso toda la tarde pasando página tras página.  

Pasa un rato más mientras escucho A Thousand Years de Christina Perri, cuando de repente la puerta se abre sin aviso haciendo que de un mini salto en la cama del susto, el causante de esto es mi padre, que al ver mi cara de asustada se ríe a carcajadas. 

¿Por qué te asustas? Ni que vivieras sola, baja a cenar anda —consigue decir cuando deja de reírse. 

Lo miro con mala cara, pero rápidamente apago la música al darme cuenta de que si le sigo el rollo se seguirá riendo, por lo que cierro el libro después de ponerle un punto de libro. Bajo las escaleras con mi padre delante de mí, y nos encontramos a mi madre cambiando el canal de la televisión. 

Nos sentamos en la mesa y una vez mi madre está satisfecha con el canal que ha puesto, se sienta con nosotros. Mientras nos comemos los maravillosos libritos, hablamos mientras compartimos opiniones de lo que dicen en televisión. 

Disfrutamos del momento en familia mientras cenamos, me encantan estos momentos, son aquellos que te recuerdan, que no estás solo, que hay gente a tu alrededor que te hace compañía diariamente y que sabes que podrás contar con ellos en los momentos tanto buenos como malos, porque siempre te van a apoyar. 

Cuando todos acabamos de cenar recogemos nuestro plato correspondiente y después de darle las buenas noches a mis padres dirijo mis pies hacia mi habitación, donde me pongo el pijama y me vuelvo a tumbar en la cama con la música y a retomar la lectura hasta que en algún momento de la noche caigo rendida del cansancio. 

Al día siguiente, como había predicho, llegan las cajas con lo que faltaba por traer, así que aun con el calor, me dispongo a colocar todo lo que hay dentro de las cajas: fotografías, cuadros, ropa que no cabía en la maleta, zapatos…

De fondo me acompaña Riptide  de Vance Joy, por lo que me distraigo cantando y bailando mientras ordeno la habitación. 

Una vez termino, admiro la habitación, aún quedan por pegar unos pósteres de mis cantantes y grupos favoritos como: Taylor Swift, Dean Lewis, Pink Floyd, Queen, Metallica, Iron Maiden… Pero decido que ya los colocaré más adelante. 

Decido bajar a ayudar a hacer la comida, ya que no tengo nada mejor que hacer y así me entretengo un rato, llegando a la cocina me encuentro con que nadie está cocinando, por lo que tomo la decisión de ponerme yo misma a hacer la comida. 

Saco los ingredientes para hacer uno de mis platos favoritos, ensalada de lentejas; es muy fácil de hacer, se come frío, no hay que cocinar nada y la mejor parte es que está bueno pongas lo que le pongas. 

En quince minutos ya tengo la comida preparada y no sé qué más hacer, me quedo unos segundos de pie analizando cuál será mi siguiente movimiento y decido que me sentaré en el sofá a ver un rato la televisión. 

Doraemon es lo más interesante que veo cuando estoy pasando los canales de la tele, así que no tengo ningún problema en dejarlo puesto. 

Se escucha la puerta de casa, abrirse y cerrarse un rato después, eso significa que mis padres ya han llegado a casa, cuando me encuentran en el comedor me explican que han estado haciendo toda la mañana, y yo a cambio les digo que he hecho la comida. 

Más tarde comemos todos juntos y hablamos de cosas triviales, pasamos un buen rato disfrutando del momento en familia hasta que llega la hora donde todos hemos terminado de comer y recogemos nuestro plato para lavarlo. 

Me voy a mi cuarto a leer un rato mientras escucho la lista de canciones que me gusta. Van pasando los minutos y no me doy cuenta de que en realidad han pasado horas desde que empecé a leer, dejo el libro en la cama y me levanto de esta para poder estirarme. 

Me asomo al balcón que tiene mi habitación y admiro como el sol va cayendo poco a poco, escondiéndose tras los altos edificios, dejando un anaranjado cielo a su paso. Me quedo en el mismo sitio hasta que una lona negra se extiende por toda la ciudad dejando ver las brillantes estrellas que hay en la noche. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.