Un Pozo Sin Salida

CAPITULO CINCO

JANO

Me encuentro recostado en la cama, con mi espalda apoyada en la pared y mis piernas estiradas, lanzo una mini pelota al aire y cuando cae la cojo entre mis manos. Intento distraerme durante un rato alejando las voces de mi hermana y sus amigos en el salón.

Llevo una hora refugiado en mi habitación negado a bajar, cruzarme con Alice causaría un momento incomodo, y quiero evitarlo a toda costa.

Ha pasado casi un mes desde que me dejo sin palabras en el salón de biología, un mes donde ninguno de los dos se ha dirigido ni la mirada; si yo me encontraba en un sitio y ella aparecía uno de los dos se terminaba yendo; ninguno de los dos soportaba estar en el mismo lugar.

Al cabo de un rato escucho que una puerta se ha cerrado, y como al cabo de unos segundos se hace el silencio en la planta deduzco que se han ido. Aprovecho para ir a coger algo de comida para cenar y luego volver a subir.

Me sorprendo cuando resulta que no se habían ido, si no que solo habían abierto la puerta  para recoger las pizzas que han pedido — están todas las cajas encima de la encimera de la cocina, lugar donde se encuentran todos —.

Se giran a mirarme, yo miro a cada uno de ellos seriamente, hasta que mi mirada termina encima de Alice, noto como ella no me mira, tiene la cabeza agachada, evitándome.

No les digo nada y me dirijo a una de las tantas cajas de pizza que hay y sin preguntar cojo una y me dirijo a mi cuarto de nuevo.

— ¡Oye, que esas son nuestras pizzas! — escucho la voz de mi hermana a lo lejos, pero hago caso omiso y sigo subiendo las escaleras.

Una vez llego, me tiro en la cama y abro la caja para empezar a comerme la pizza, la disfruto lentamente, no tengo ninguna prisa. Escucho como abajo siguen haciendo bastante ruido, pero sigue sin importarme, ahora mismo estoy más concentrado en la pizza que tengo entre mis manos que en las cosas que pasan a mi alrededor.

Cuando me acabo la pizza ya no tengo nada más que hacer, así que el ruido de la planta de abajo empieza a molestarme; distingo entre las sonoras risas, la de Alice. La distingo luego de haberla escuchado en el coche tantas veces mientras habla con mi hermana.

Llega a un punto en el que no puedo soportar escuchar mas voces, me levanto con energía de la cama y sin pensarlo mucho me dirijo hacia la bolsa de deporte, meto un chándal, vendas, los guantes, cascos y todo lo necesario para luego dirigirme a la planta de abajo, no sin antes coger la caja de la pizza.

Me dirijo especificamente a la cocina, dejo la caja en la encimera para que luego se tiren todas en el mismo lado. Luego mis pies van directos a la puerta de entrada, abro la puerta  y la cierro después de salir, luego me coloco los cascos y me dirijo a mi destino.

* * *

Le doy un golpe al saco de boxeo.

Otro

Y otro más.

Odio que a pesar de estar lejos de casa sigo pensando en ella, en como sus mejillas se tornan rojas cada vez que le dirijo la mirada, en como sus ojos buscan evitarme, en como sus manos se buscan entre ellas buscando consuelo.

¿Tanto respeto le doy?, ¿tanto impongo que no puede aguantar mirarme a los ojos por mas de tres segundos?

Es entonces cuando recuerdo nuestra última charla y propino otro golpe, ahora pasan por mi cabeza esos ojos que me miraban con fuerza. Sin duda me quedé sin palabras cuando me dijo todo lo que salió por su boca, no esperaba que saliera de su interior una Alice completamente distinta, una Alice que dice lo que quiere decir sin terror a las reacciones.

Mis puños no paran de dar golpes al saco, ¿que coño has hecho conmigo Alice?, ¿Por qué narices no paro de verte en cada cosa que hago?

Propino un último golpe antes de soltar un grito de desesperación, necesito sacármela de la cabeza, no puedo respirar tranquilo mientras aparece en mi mente en cualquier cosa que haga.

Y si, la conozco desde hace poco mas de un mes, pero me es inevitable no fijarme en lo preciosa que es; así que mejor no hablemos de la vez que la tuve a milímetros de mi cara, las pecas en sus mejillas la vuelven aún más preciosa, me podría tirar perfectamente todo el día mirándola y no me cansaría nunca.

Pero está mal, es la mejor amiga de mi hermana, es más pequeña que yo, no encajamos y yo tampoco busco una relación ahora mismo.

Me saco los guantes con fuerza y prácticamente los lanzo dentro de la bolsa que traía conmigo antes, me saco las vendas de las manos y me dirijo a las duchas, en busca de agua fría que me haga despejarme, aunque sea solo durante unos segundos.

Me desnudo completamente y me adentro a las duchas, noto como el agua cae encima de mi, y me saca un suspiro de satisfacción. Me relajo durante un rato y ya luego me dispongo a ducharme propiamente, pasando el jabón por mi cuerpo eliminando cualquier rastro de sudor.

Después de lo que parece un buen rato, por fin salgo y me enrollo una toalla en la cintura, y me paso otra por el pelo, para secármelo aunque sea un poco y no ir con el pelo empapado por la calle.

Luego me visto, me coloco unos pantalones tejanos de cargo negros, una camiseta de Pink Floyd y una sudadera bastante grande color gris. Es entonces cuando me vuelvo a dirigir a la salida después de cerrar el mini gimnasio con llave. Me coloco los cascos y vuelvo a mi casa tranquilamente.

Al entrar me encuentro con un silencio sepulcral, no se escucha nada, y por una parte eso me causa alivio, no quisiera tener que soportar los chillidos de mi hermana y sus amigos.

Dejo la ropa usada en la lavadora y voy a dejar la bolsa de deporte a mi cuarto; es entonces cuando me llega una notificación al movil, de mi amigo Asher, me invita a una fiesta cerca de su casa, en casa de un amigo suyo.

Le digo que si y es cuando me manda la dirección de la casa, rápidamente le agradezco y dejo el mobil para tumbarme en la cama, necesito cerrar los ajos por lo menos durante una hora.




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