Un puente a su mundo

El viaje

Estuvieron abrazadas por un rato. 

Nuriel no soltó a Alex hasta que sintió que se tranquilizaba. Cuando se apartaron sus ojos se encontraron nuevamente.
Nuriel miró esos ojos cafés, eran grandes y curiosos. De pronto fue muy consciente del tacto entre sus cuerpos. Nunca había estado tan cerca de ella de está forma. Casi podía sentir su corazón latiendo, aunque sabía que no era posible. La cara de Alex estaba roja. Nuriel no pudo resistirse. La apretó más hacia si misma. Su mano derecha se enredó entre el cabello crespo. Estaba ansiosa por probar esos labios rosados. Sintió en su piel el aliento cálido de Alex y... se apartó. Su propia cara le quemaba de vergüenza. ¿En que estaba pensando? No podía distraerse.
—¿Q... Qué tan rápido se puede subir de nivel?
Preguntó, pero esa pequeña vacilación no le pasó desapercibida. Se reprendió a si misma y recuperó la compostura. Hacía mucho que no usaba un cuerpo humano propio, aunque fuera uno sintético. Había olvidado lo complicado que era controlar sus impulsos.
—No... No lo sé...
Alex sonaba decepcionada.
—¿Cómo que no sabes? —Su voz sonó más brusca de lo que quería pero no se detuvo. Era mejor  desengañarse de una vez por todas—. Llevas no se cuántos años entrando a éste lugar y no sabes algo así?
—Y... Yo... ¡Sí lo se! —Alex también se enfado. Se dió media vuelta y siguió alegando—. Solo me tomaste desprevenida. Además, no creo que por muy rápido que suba de nivel, alcance uno con el que pueda hacer frente a Tanke.
Nuriel pensó por un momento en disculparse, pero luego recordó lo que estaba haciendo desde el principio. El porque había entrado en el cuerpo de Alex. Agitó la cabeza mientras ésta seguía volteando a otro lado. Con una voz más serena intentó convencerla.
—Por lo menos tenemos que intentarlo. ¿No crees?
—¿Por qué no me quedo aquí? Es una zona segura. Aquí no puede tocarme. —Sugirió Alex desganada. Aunque se había sentado en el suelo en posición de loto. Era una acción especial que solo se podía hacer con un comando.
Nuriel estuvo a punto de arrancar se el cabello. Quizá lo que la salvo de hacerlo fue que no conocía el comando para eso. Como fuera, se calmó, respiró profundamente. No tenía tiempo para trabajar a Alex con palabras hasta meterle la idea que quería. Así que optó por una vía más directa.
—Tienes razón. —Dijo y se sentó a su lado. Alex la miró sospechando una trampa—. Deberíamos quedarnos aquí. Seguramente se cansará de perseguirte, algún día. —Se aseguró de enfatizar eso último—. ¿Cuánto tiempo aguanta un cuerpo humano sin comida ni agua? Seguramente se cansará antes de eso. ¿Cuándo fue la última vez que llamaste a tus padres? Hace meses verdad. Bueno, seguramente no se preocuparan por un rato. Quién sabe, tal vez sea mejor. Una muerte limpia, más o menos. El cuerpo humano se pudre como en un mes. Entonces apestara. Eso no será muy bonito, pero tu ni te enterarás...
—¡Ya está bien! —Estalló Alex interrumpiendo la—. Ya entendí. No tengo opción. —Se levantó, se sacudió aunque no era necesario y siguió hablando—. Se que hacer, pero no será sencillo. Tú tendrás que aprender a usar a... Mi... Mmm... Bueno, da igual. Tendrás que aprender a pelear. También me tienes que llevar. Yo no tengo monturas...
Esa era la Alex que había conocido. La Alex pragmática que no se detenía mucho a quejarse. Durante su vida había conocido a varios humanos. Muchos de ellos tenían la capacidad de ser los mejores en lo que quisieran, pero gastaban su talento en quejas y lamentos. Alex la humana era de ese tipo. En cambio Alex la jugadora era todo lo contrario. El cambio era sorprendente.
Mientras planeaba, Alex se dio cuenta de que Nuriel no la apartaba de su vista.
—¿Qué? —Le preguntó confundida.
Nuriel agitó la cabeza, se levantó y con un ademan invocó a Cerbero.
La montura miró a su alrededor. Paseó su mirada entre las dos chicas y gruñó. Nuriel y Alex se miraron confundidas. Algo raro estaba pasando. El huargo se acercó a Alex. Ya no gruñía pero aún así, ella dio un paso atrás. El animal se abalanzó sobre ella, quien tropezó y cayó de espaldas. Nuriel saltó sobre el huargo, olvidando que estaban en una zona segura. Intentó alejarlo de Alex pero la montura no parecía afectada por la fuerza de la Akuma. Escucho un ruido que venía de Alex y se preocupó aún más. Se bajó del lomo del lobo y preparó su espada para atacar.
—Alto. —Le gritó Alex desde debajo del can—. Sólo está jugando. Tranquila.
Nuriel vio la escena aún con su espada en posición de ataque. Cerbero lamía la cara de Alex. Parecía un perro super crecido jugando con una ama que hacía mucho no veía. Soltó un suspiro y, cansada, se dejó caer al suelo. Cerbero aulló mientras movía la cola...

Nuriel llevaba las riendas de Cerbero y Alex montaba tras ella. No podían usar puntos de Tp pues Alex no tenía ninguno desbloqueado. Recorrieron campos de cultivo llenos de trigo y otras plantaciones. En esos lugares los conejos rabiosos eran de los enemigos más fuertes. Eso no les servía. Las llanuras tenían ciervos, ñus, búfalos, coyotes, etc. Esos tampoco eran suficientemente fuertes para el propósito que buscaban. El bosque de pinos por otro lado, tenía lobos, gatos montés, espectros, bandidos. Esos enemigos les servían, pero el terreno era una complicación. Nuriel siguió llevando al huargo por donde le indicaba Alex. Durante el viaje vieron un claro con un pequeño lago rodeado de lirios de plata. Unas flores de cuatro pétalos que, como su nombre indicaba, eran plateados.
—Según el lore, éstas flores son un regalo del dios de la luna a la diosa del agua.
Le contó Alex a Nuriel mientras descansaban admirando el lugar.
—Wow. Eso es... lindo. Supongo. —Respondió Nuriel—. Sabes mucho de éste mundo.
—Bueno. Me gusta más que el real.
Era una confesión que nunca le había dicho a nadie. Después de eso no volvieron a hablar. Solo se quedaron mirando el lago. Con forme anochecía y las lunas se elevaban en el cielo, las flores fueron siguiendo los rayos plateados. Era como ver una ola a cámara lenta. La luna plateada llegó a su cenit y el lago se convirtió en un espejo radiante. Las flores coronaban el lago. Era una vista espectacular y hermosa.
Entonces Alex se levantó.
—Vámonos.
Dijo rompiendo el ambiente. Nuriel no supo como reaccionar. Pensó que se lo merecía, pero aún así le dolió que se lo devolviera de esa manera. Alex notó su confusión.
—Ves la otra luna. La roja. —Señaló a un lado de la plateada. Nuriel asintió—. En unos momentos llegará a su punto más alto y esté lugar se convertirá en otra cosa. Tan hermoso como es... El lago sera una piscina de sangre y las flores costras resecas. Nuriel volvió a mirar el lago. Era tan bello que le costaba imaginarlo como la escena dantesca que describió Alex. Aún así se levantó. Ambas salieron de ahí.
Volvieron a montar. Mientras recorrían el resto del bosque la luna roja le dio la razón a Alex. De repente los árboles lucían siniestros
—Todo tiene dos caras. —Reflexionó Alex aferrándose a la Akuma—. Sin importar que tan hermoso se vea, siempre puede tornarse en un infierno.
—¿Cuánto falta para salir del bosque de pinos? —Preguntó Nuriel cambiando abrupta mente de tema.
—Salimos hace varios minutos. Estamos en el bosque de la desesperación. Mira a tu alrededor. Éstos no son pinos. La verdad no se lo que son, pero los pinos tienen agujas no hojas.
Nuriel ni se había fijado. No notó la diferencia hasta que Alex la señaló.
—Ok. Entonces. ¿Cuánto falta para salir de éste bosque? Como quiera que se llame.
—Bosque de la desesperación. —Apuntó Alex.
—No me gusta ese nombre.
La chica soltó una risita frente a la afirmación. Nuriel no pudo evitar sentir una punzada en su corazón inexistente.
—Lo siento. A mi tampoco me gusta. Solo creí que debías recordarlo. Ya estamos saliendo por cierto.
Como si obedecieran una orden. Los árboles se quedaron atrás y dejaron ver un valle. Parecía estar sembrado de granates que reflejaban la luz de la luna roja.
—Bienvenida al valle sangriento.
—¡...!
Nuriel Estaba sin palabras contemplando el horizonte. La noche llegaba a su final. La luna se escondía y el sol comenzaba a notarse a lo lejos.
Al sentir las riendas flojas cerbero se detuvo. Alex le dio un vistazo a su acompañante para saber que ocurría. Ella solo miraba el amanecer.
—Esto... No... Yo nunca.
—Lo siento.
Se disculpó Alex.
—¿Qué... por qué?
—Normalmente éste camino se recorre a pié. Este valle no es visible hasta que te has acostumbrado al bosque. Creó que fue demasiado de este mundo para un día.
—¿En serio? —Preguntó Nuriel entre risas—. ¿Te disculpas por mostrarme algo hermoso?
Alex sonrió, aunque estaba un poco avergonzada.
—Es que me pareció que estabas abrumada y...
—Sí, un poco. —Confesó Nuriel—. No te preocupes, sobreviviré. Ahora. ¿A dónde vamos?
—Justo aquí. Ves esas criaturas. —Señalo a unos animales rechonchos, parecidos a jabalíes. Aunque su hocico era como el de un pato pero bastante más ancho. Sus patas terminaban en pesuñas delgadas que se enterraban en el suelo al caminar, y su piel tenía un brillo opaco, como si estuvieran mojados. —Con esos subiré de nivel rápidamente. Son mobs neutrales, así que solo tenemos que preocuparnos por aquellos a los que ataquemos.
—Ok.
Contestó Nuriel sin dejar de ver los. No sabía de dónde salían, pero cada vez había más. Con la luz del sol se pudo notar que lo que antes parecían piedras preciosas, en realidad eran briznas de pasto de un verde muy claro. Seguían reflejando la luz del sol. Por un momento pensó que era debido al rocío, pero pronto se dio cuenta de que era una característica del propio pasto. Aunque no se le podía llamar así pues parecía como pequeñas láminas de cristal que salían de la tierra. Esos animales lo arrancaban lenta pero constantemente. Mientras contemplaba la escena recordó algo.
—Oye. Tu eres nivel uno. Estás cosas son por lo menos de nivel treinta y cinco. No puedes con ellos.
—Ahí es donde entras tú. —La señaló Alex risueña—. Haremos equipo. Yo los provocó y tu los matas. Jajaja. —Se río de su propio chiste.
—Pero si te dan un golpe se acabó. ¿Dónde revivirás?
—El primer chec point esta antes de entrar al bosque de pinos. Hay otro más cercano pero hay que pasar por el territorio de una banda de ladrones. No sobreviviré a esos. Por eso te dije que tenías que aprender a pelear. Tu me mantendrás con vida. Confío en ti...




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