Un puente a su mundo

El ritual de asimilación.

No podía creerlo, no quería creerlo. Lo que había hecho Tanke, unir varias conciencias en un solo ser... Era una aberración tal que ni siquiera se le había pasado por la cabeza. Dos se notaba incómodo y parecía querer salir de ahí pero algo lo detenía. No sabía que decir. Él aprovechó y se puso manos a la obra. Le dibujó una especie de runa en la frente a Dos. Entonces Nuriel reaccionó.

—¡No! —Gritó y se removió intentando zafarse del agarre de Dos—. Si de verdad eres Gama. ¿Por qué lo ayudas? Suéltame y acabemos con ésto.

El aludido se encogió como si le hubiera dado un puñetazo. Tanke bufó como sofocando una risa pero se calmó y siguió con lo suyo.

—Aunque me encantaría verte fracasar al intentar llevar a Gama de vuelta al redil, no tengo tiempo. —Mientras hablaba se quitó la camisa y comenzó a dibujar otro símbolo en su abdomen—. Además no tiene sentido, usé los códigos de control de las luces. Ni siquiera tú podrías corromperlos, honestamente creo que ni las luces saben como.

Se puso a espaldas de Nuriel y de un tirón le arrancó la playera que llevaba puesta. La tela se rasgó y algunos pedazos quedaron atrapados entre el brazo de Dos y su espalda. Formó la runa en la piel libre debajo de esa interferencia. Muy cerca del pantalón que se ajustaba a su cadera y marcó un símbolo más. Sintió frío ahí donde el dedo recorría su piel. Intentó soltarse una vez más sin éxito. Sabía lo que estaban haciendo, querían romper sus defensas naturales. A un humano sólo tendrían que consumirlo, de una manera muy desagradable a decir verdad. Pero eso no funcionaría con un akuma, de ahí el ritual.

Tanke escribió dos runas más en sus hombros y se puso a su derecha, dónde estaba al principio. Le dio una mirada a Alex, asintió y siguió con su trabajo. Tocaba la última en la cabeza, ella asumió que había dejado lo más difícil para el final, por lo que dedujo que el tiempo se terminaba. Se agitó furiosa mente intentando hacer imposible la tarea de Alfa. Éste se quejó y le advirtió que si no se calmaba la pasaría muy mal. Nuriel le contestó que se fuera al carajo y siguió retorciéndose.

—Basta ya. —Gritó Tanke, comenzaba a perder la paciencia.

Usó ambas manos para inmovilizar su cabeza y se la giró todo lo que pudo. Quedaron viéndose directamente. Su cuello estaba en tensión máxima, si giraba un poco más se lo partiría. Eso rompería sus conexiones con el resto del cuerpo y la devolvería a su mundo. No sabía que tan rápido ocurriría, si quedaría a su Merced por el tiempo suficiente para que completara su objetivo. Se quedó quieta esperando que la soltara, pero no ocurrió. No estaba usando toda la fuerza que podía aplicar pero tampoco se detenía.

—Esto nos obligará a trabajar a contra reloj pero si no me dejas otra opción lo haré.

Nuriel gritó, comenzaba a sentir el dolor, debería sentir menos de lo normal debido a la condición del cuerpo pero aún así era intenso. El tiempo pasaba y cada segundo era interminable.

—Tal vez lo haga de todas formas. —Dijo él y sin dar tiempo a nada aplicó más fuerza.

Su cuello hizo un sonido de rasgueo húmedo y un pinchazo de dolor le martillo la cabeza. Él la soltó y quedó mirando el suelo. Su alrededor se comenzó a obscurecer. Una mano le cubrió el campo de visión por un momento y en cuanto se apartó una luz rojiza llenó el lugar.

Sabía que todo estaba perdido. Tanke había ganado y ella no podía hacer nada. Entonces vio un movimiento por el rabillo del ojo. Escuchó la voz de Alex gritando. Deseó con toda su fuerza poder hacer algo o por lo menos ver que ocurría. Vio los pies de ambos frente a frente y una mano roja de sangre. Entonces la luz se apagó por completo.




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