Un Respiro ... Antes de Partir

23. Caos y Aceptación

Sergio
 


 


 

"Todo es cuestión de ... Aceptación" 
 

S.J
 


Las horas pasaban y no me daban razón de nada, por momentos me desesperaba e intentaba ir hasta su habitación, pero las enfermeras me devolvían para la sala de espera. En las horas de la noche viene la doctora y me comenta que debo irme a descansar, no puedo quedarme con ella en la habitación porque está muy alterada y queremos que este tranquila, así que mañana volveré.

Mi noche no fue la mejor, dormí poco y cebolla jugo en mi cama, iba y venía de habitación en habitación, como si mi subconsciente me traicionara y pensara que ella estuviera ahí acostada, hice café varias veces, leí los libros que me quedaban, hasta que los rayos del sol se asomaron en el horizonte capitalino.

Llegue al hospital super temprano, una de las enfermeras me vio y me mando para la cafetería por un buen café, pero ya mi cuerpo no le cabía una gota más; así que busque una mesa alejada de los comensales y prendí mi computadora y me puse a trabajar.

La psicóloga llego hasta la cafetería y la salude de lejos, para que se acordara de lo que prometió, se acerca hasta mi mesa con un vaso de café

- Buenos días, señor Sergio – le sonrió –

- Buenos días, doctora ... cuéntenme como amaneció Constanza – su expresión no se descifrar, pero me mantuve sonriente –

- Amaneció bien, pero en 20 minutos necesito que este en mi consultorio, me faltan algunos datos

- Ahí estaré

Termine de mandar unos correos electrónicos y antes de los 20 minutos ya me encontraba cerca del consultorio de la psicóloga; llego hasta la estación de las enfermeras y muy sonriente le pregunto por la doctora, me pide unos minutos y llama por teléfono, al rato me llaman de unos de los consultorios.

Al entrar noto que la doctora está escribiendo y sin mirarme me hace señas para que tome asiento

- Ahora sí, buenos días, señor Sergio – deja de escribir y me observa con una tenue sonrisa -

- Buenos días doctora ... - le sonrió de vuelta –

- Lo necesito de un buen ánimo, pero antes debo hacerle unas preguntas... ¿Qué relación tiene usted con Constanza?

- Somos ... amigos – asiente y vuelve a escribir-

- ¿Qué sabe de su familia directa?

- Poco ... siendo sincero, nosotros nos conocimos justo después que le dieran el diagnóstico, en una situación que hoy la llamo afortunada; note que estaba sola y le brinde mi apoyo en el tema de hospedaje, nuestra cercanía se afianzo con el paso de los días, pero aquí en Bogotá tiene familia que no lo trataron bien y ese decidió irse de su lado

- Entiendo señor Sergio ... note que en la crisis que le dio tu lograste que ella se anclará a ti y por unos instantes se relajara, pero no volvió a pasar y a estado muy alterada, así que quiero que converses con ella, que te diga en sí que está pasando

- Claro doctora, ¿Qué debo hacer? – se sonríe –

- Necesitas estar lo mas tranquilo posible, tuvimos que darle unos tranquilizantes para poder manejar el tema clínico que como sabes ella aun esta delicada, no forzarla, en caso de que se altere demasiado, estaremos en un punto de la habitación como apoyo

- Entendido doctora – se levanta y me hace señas –

- Sígueme

Voy detrás de la doctora y se me viene a la mente algo que la tranquilizaría, así que me detengo abruptamente y la doctora me voltea a ver confusa

- ¿Qué pasa señor Sergio?

- Necesito unas flores – frunce el ceño –

- ¿Para qué necesita flores?

- Necesito Nardos, son sus flores favoritas y aparte tienen un efecto tranquilizador, voy a pedir un ramo a una floristería

- Excelente idea, tan pronto lo tengas puedes subir, dejare dicho en la estación de enfermeras para que puedas entrar a la habitación

Me devuelvo hacia la entrada del hospital con el teléfono en la mano, llamo a varias floristería y ninguna tiene Nardos, así que recuerdo que Constanza había trabajado en una que siempre tenía de estas flores, así que me voy hasta la sala de espera y busco en mi mochila la libreta de Constanza, donde tenía anotado la lista, cuando la encuentro busco el nombre de la floristería y con premura llamo y hago el pedido de un ramo de Nardos perfumados.

20 minutos después llegan un ramo de Nardos, me apresuro a subir hasta el piso donde esta Constanza, el olor se esparce por donde pase, hasta que llego a la estación de la enfermeras y ellas me hacen pasar, no sin antes darme todo tipo de recomendaciones que lo doctora había dicho anteriormente

Al entrar a la habitación me encuentro con silencio fastidioso, solamente interrumpido con pequeños , me apresuro hasta estar frente con Constanza y la encuentro con los ojos cerrados, pero se nota que esta llorando, me acerco suficiente como para darme cuenta de que esta sedada.

Camino por la habitación y coloco las flores en un lugar visible para ella, noto que hay una silla y la tomo y me acerco a la cama y me dedico a observarla haciéndome miles de preguntas; 30 minutos después entran dos enfermeras en compañía de la doctora con el mayor sigilo, 5 minutos después Constanza se remueve

- Constanza ... hola – capto su atención y su visión se centra en mi –

- Sergio ... -rompe a llorar, se tapa la cara -

- ¿Qué pasa Constanza? ... háblame, sí, dime que tienes – niega, pero no deja de llorar, en un momento suspira y nos quedamos mirando –

- No se que hacer ... quede sin piso – vuelve a llorar – dime que voy a hacer

- Explícame, Constanza – la tomo de la mano y le indico como respirar y así va tranquilizándose –

- ¿Qué voy a hacer ahora? No sé qué voy a hacer – se estruja las manos con desesperación, la tomo de las manos para que deje de hacerlo –

- ¿Te querías morir? – sé que la pregunta es dura, pero necesito saber que pasa por su mente; me queda mirando y niega –



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En el texto hay: enfermedad, dolor, lista

Editado: 24.08.2022

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