Un Respiro ... Antes de Partir

30. Sueños

 

Constanza
 


Era oficial... había aceptado ser la novia de Sergio y me sentía algo abrumada, no hubo beso y por más que a Sergio no le molesto ese hecho, yo sabía que en unos novios es normal. El resto de la mañana se me olvido el beso o bueno eso quería pensar.

En la veterinaria sentía la mirada de Sergio en mí, mientras el doctor revisaba a la nena; pensándolo bien debía cambiarle el nombre para que haga juego con Cebolla; Sergio se acerca y me dice que tiene que irse para la pizzería, me quedo conversando con el veterinario. Tanto Cebolla como la nena se quedan en la guardería, debía hacer unas averiguaciones.

Cuando salgo me doy cuenta que no tengo como comunicarme con Sergio, así que decido llegar hasta la pizzería. Apenas entro, siento que todos me miran de forma distinta, me sonrió con una chica que está acomodando unos nardos en el salón principal, pregunto por Sergio y me indica que entre por el pasillo que da a su oficina, le doy las gracias y me encamino para allá, mientras lo hago veo que viene el administrador

- ¿Señora, puedo hablar con usted? – me detengo, le sonrió y asiento –

- Sí, claro... ¿dígame?

- Quería disculparme con usted por el trato que tuve la última vez que nos vimos... mi trabajo implica salvaguardar los intereses de mis patronos, entre esos su seguridad, le pido encarecidamente me disculpe por mi desacierto, espero que comprenda que nadie sabía quién era usted y por eso fuimos algo bruscos en el trato – asiento –

- Primero que todo no me digas señora, soy simplemente Constanza, de acuerdo con lo que me has dicho, la verdad es que fueron un poco groseros y cero respetuosos... - me interrumpe con voz bastante acongojada –

- Así es, tiene toda la razón, pero lo último que quiero es perder mi empleo seño... - baja la cabeza – Constanza

- No te preocupes no vas a perder tu empleo, bueno nadie va a perder su empleo, entiendo que por seguridad se comportaron de esa forma, pero la idea es que no vuelva a suceder, bueno pueden ser más amables y luego le preguntar directamente a Sergio – le sonrió y me responde con un semblante más tranquilo y risueño –

- Gracias... no volverá a pasar – me señala la puerta al final del pasillo - el señor Sergio está atendiendo unas llamadas, pero puede pasar

Sigo mi camino y en la puerta me quedo un momento de pie pensando si tocar o entrar sin el permiso, así que me inclino por la combinación de los dos, toco y entro, al hacerlo me encuentro a Sergio conversando por teléfono al verme, me sonríe y me hace señas para que me siente y espere que termine de hablar

Empiezo a ver todo a mí alrededor, aunque ya había entrado en otra ocasión, no había detallado la oficina, suspiro viendo todo, noto que en una esquina hay tazas en el suelo, por el tamaño sé que son de Cebolla, me disperso pensando y cuando me doy cuenta, Sergio ya ha terminado la llamada y está observándome con una sonrisa -

- ¿Cómo te fue con el veterinario? – me sonrió y me enfoco en él -

- Pues bien, la nena está perfectamente... los deje en la guardería, voy hacer unas averiguaciones y no tengo como comunicarme contigo – le señalo el teléfono

- Díctame tu número... – toma el teléfono –

- 57 304... - asiente y se lleva el teléfono al oído y siento que mi teléfono está sonando –

- Ese es mi número... estoy disponible en cualquier momento – me sonrió, pero siento que mis mejillas me arden –

- Listo... - me sonrió – ¿Cómo coloco en el nombre? Sergio, ricachón... - no me deja terminar –

- Coloca algo así – se queda pensando con una sonrisa en los labios y yo me quedo mirándolo embobada – novio, amor de vida, futuro esposo...

- Buen punto... - no le digo como lo guarde en mi teléfono aun así se sonríe al ver que no le muestro –

- ¿Cómo quede? – se recuesta en la silla y me observa –

- Quedaste como una combinación de lo que dijimos - me quedo pensando y lo miro sin decir una sola palabra –

- Tienes unas tormenticas dando vueltas en la cabeza... dime lo que sea que te preocupe – suspiro, sacudo la cabeza para espantar las tormentica, como dice Sergio –

- No somos novios que se diga novios... - frunce el ceño – andamos de "manita sudada" como dicen en México y eso ya no se "usa"

- ¿Manita sudada?... – suelta una carcajada – estás viendo mucha novela mexicana Constanza... entiendo, pero ¿Cómo lo solucionamos? – me levanto de la silla abrumada –

- Pues... no se – mentalmente me regaño, ya empezaste, continua, ahora tienes pena - bueno si... se supone que somos novios, pero no habido... beso

- Eso es fácil de solucionar – siento que mueve la silla y se levanta y viene a mi encuentro –

Tengo los sentidos activados esperando que va a hacer, no me muevo y creo que no respiro, en fin siento su calor a mi espalda y por puro instinto volteo y Sergio está lo suficientemente cerca como para no notar la tenue sonrisa que dibuja sus labios; toma mi mentón con delicadeza y me atrae hacia él, mi corazón late a mil por hora, al roce de sus labios entreabro la boca y el mundo a nuestro alrededor desapareció, su ritmo es demandante y hasta cierto punto pasional, se separa y vuelve atacar mis labios con besos castos, su teléfono suena lo mira y lo deja sonar, me estrecha contra él y justo en ese momento me siento segura, levanto la mirada y esta con una sonrisa completa y me da otro casto beso.

El teléfono vuelve a sonar y esta vez sí lo toma y aun abrazada a él, contesta, se refiere a una reunión y en ese momento me separo de él y lo observo

- ¿Vas para una reunión? – asiente –

- Sí, tenemos problemas con el proveedor de la harina y necesitamos uno de mayor alcance y tengo una reunión ahora más tarde

- Entiendo... - se me acerca y me da un beso en la mejilla y me susurra –

- Ya no somos novios de "manita sudada" – se separa y se carcajea, camina de vuelta a su silla - eso me da cierto libertad de besarte cada vez que yo quiera



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En el texto hay: enfermedad, dolor, lista

Editado: 24.08.2022

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