Un Rey Para Mi Reino

Capitulo 1.

El rey Braco, mira con pena a su hija, la princesa Erany, mientras esta lee la misiva que llegó del reino vecino Pandemon, la cual fue enviada por el rey Yorkshary. Él rey Braco, quiso esconderla de la princesa, si por él fuera jamás su hija se hubiera enterado de las intenciones que ese demonio tiene con ella.

Erany después de leer la carta levanta la mirada consternada a su padre, la inquietud se refleja en sus ojos de irises dorados.

–Padre, ¡esto no es posible! ¡Yo no me quiero casar con ese demonio! ¡No lo permitas! —la angustia agudiza el tono de su voz y parece una súplica.

–¡Jamás lo permitiría, hija mía! —Responde el rey en tono paternal intentando tranquilizarla—, jamás te entregaría a ese ser despreciable.

—Pero es que es muy claro, el rey Yorkshary está dispuesto a terminar con nuestro tratado de paz si no acepto casarme con él. Padre, yo no quiero, él solo me causa repulsión. Sé que su intento de desposarme es solo porque cree que así podrá hacerse de la corona de nuestro reino.

—Lo sé, por eso no estoy dispuesto a ceder.

—Pero ¿qué haremos para hacerlo desistir sin que mi desaire lo enfurezca y lance a todo su ejército de demonios contra nosotros? Somos hábiles guerreros, nuestra magia es poderosa, pero no debemos cegarnos, su ejército es despiadado y no quiero exponer a mi gente a un trágico final.

—Lo mejor sería que te encontraras desposada en el plazo que nos ha dado para nuestra respuesta. Solo sabiéndote casada con otro desistirá de su absurda idea.

—Pero ¿con quién me casare en solo un ciclo de luna? No estoy enamorada de nadie y le juré a mi madre en su lecho de muerte de solo casarme por amor, así como ella lo hizo contigo, que su amor ha durado aun después de su muerte. —La expresión del rey Braco se ensombrece al recordar a su amada reina Mirah, la cual partió hace cinco años y a quien en ningún solo día desde su ausencia ha olvidado y dejado de amar. Solo espera el día de reencontrarse con ella en las puertas del Seol y volver a estar juntos para siempre.

—Hija, ¿estas segura que en todo el reino de Weiller o en otros reinos de hadas y elfos no hay nadie con el que desees casarte? ¿nadie ha llamado tu atención?

—Mi corazón aun no le pertenece a nadie.

—Necesitas desposarte solo así recibirás los poderes de las siete brujas madres, y podrás convertirte en la bruja más poderosa de este reino,  y que ni siquiera un demonio como el rey Yorkshary querrá enfrentarte.  

Erany sabe de la razón que tiene su padre en sus palabras. Esta escrito en los libros sagrados de Weiller desde tiempos remotos que una princesa bruja debe entregar su corazón a otro ser y compartir su magia, solo así siendo capaz de tal humildad, será digna y podrá acceder a los poderes de las siete brujas madres y podrá volverse un ser con un poder sobrenatural, capaz de enfrentarse contra cualquier criatura maligna, incluso a los demonios, esos que por siglos enteros han sido el azote de muchos reinos de hadas, orcos, elfos y brujos, y pueden jurar que hasta de otros mundos.

Por siglos el reino de Weiller ha luchado y sea protegido contra los demonios de Pandemon, sus linderos están plagados de magia protectora. Aun así, no siempre ha sido suficiente para no enfrentar la oscuridad de los demonios, ya en varias ocasiones se han visto envueltos en batallas épicas.

La última ocurrió hace cinco años cuando se declaró la guerra, el rey Yorkshary siempre ha deseado gobernar al reino de los brujos de Weiller, un lugar rico en magia, hechicería y poderes sobrenaturales. Un día de hace cinco años, cientos de soldados guerrero Weillerianos, brujos y brujas marcharon a enfrentar con valentía y coraje a los demonios de Pandemon, defendiendo su corona y sus tierras. Al frente marchó el rey Braco y su reina Mirah, seguidos de sus fieles guerreros, comandados a la vez por el general Roth un joven soldado brujo, hábil en magia, armas y lucha. Durante días se enfrentaron en una guerra sin tregua en los límites de ambos reinos.

Nadie cedía, los demonios, con su fuerza bestial y armas forjadas en el infierno eran apenas contenidos por cientos de embrujos, hechicería, pócimas y encantamientos que lanzaban los Weillerianos. Hasta que la tragedia ocurrió, la reina Mirah fue herida de gravedad, a pesar de ser una bruja poderosa, una daga envenenada con aceite traído del infierno fue clavada en su abdomen hiriéndola de muerte, hasta ese momento no había existido arma lo suficientemente poderosa como para matar a una bruja de su nivel, pero en ese momento ni su magia ni la de todos sus súbditos serían suficientes para salvarla. 

En su desesperación por estar junto a su reina, el rey Braco se rindió y cedió una parte de sus tierras al despiadado rey Yorkshary manteniéndole por el momento tranquilo y aceptando un acuerdo de paz que mantendría a ambos reinos libres de enfrentamientos por algún tiempo.

En su lecho de muerte la reina Mirah, fue acompañada por su esposo y su hija la princesa Erany quien no dejaba de llorarle, ella a sus dieciséis años aun necesitaba tanto de su madre, no estaba preparada para perderla, aún faltaba que le enseñara tantas cosas de los diversos mundos, de la magia, del amor.

La reina Mirah tomo la delicada mano de su hija entre las suyas y con dulce voz pidió su atención cuando ya sentía que la vida se le iba.

—Hija mía, prométeme ser muy valiente, convertirte en la mejor princesa de este reino y después en la mejor reina. Y sobre todo prométeme que entregaras tu corazón solo a aquel ser del que te enamores y que sea digno de ti y de la corona.




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