Dos bonitos pares de ojos azules, me observan y por el ceño fruncido me atrevo a decir que mi expresión de horror ha dejado en el olvido su estado de hace unos segundos y además debo agregar que le parece de los más inapropiado que la esté mirando así, pero oye ella no puede culparme, no todos los días tengo la oportunidad de ver eso en el rostro de alguien.
Bueno eso si fue grosero, Tobías.
––No debes quedártele mirando a las personas de esa manera, muchacho––casi transformo mi expresión de horror a una divertida al escuchar llamarme así cuando aparentemente parece ser hasta menor que yo.
Aclaro mi garganta sacudiendo mi cabeza.
––Disculpe, no quería faltarle el respeto––me disculpo aun observando el moretón casi violeta en su rostro.
Un moretón en el rostro de alguien significa dos cosas: un accidento o una agresión, no debería sacar conclusiones sin conocer la historia, pero por su estado de hace unos minutos talvez podría ser la segunda opción. Espero equivocarme.
Escucho un carraspeo frente a mí y cuando lo hago noto que mi escrutinio le incómoda.
––¿Me estas escuchando? ––la miro sin comprender y esto hace que ella suelte un suspiro de resignación––He pedido la botella de Whisky más cara que tengan y también una orden de papas fritan con pollo que venden aquí, por favor, y quiero salsa búffalo en vez de salsa de tomate.
Asiento y enseguida me retiro para empezar a preparar su orden, antes de que presente una carta de inconformidad por mi servicio.
Tomo un vaso y le añado unos cuantos cubitos de hielo, luego me dispongo a tomar la botella de Whisky, pero antes de que logre rellenar el vaso, una femenina voz me detiene.
––Sin hielo, muchacho ––¿Se lo tomara sin hielo? Ni el grandioso Diego es tan hombre para hacer tal cosa.
Enarco una ceja hacia ella, ella se encoge de hombros restándole importancia al asunto.
Busco un nuevo vaso e inmediatamente vierto el líquido amarillento en el recipiente e inmediatamente lo coloco frente a ella junto con la botella.
––Gracias––dice sin darme una mirada.
Me dirijo a la cocina para servir su orden: Papas fritas con pollo.
––La chica es linda, y ese gran moretón en su mejilla no opaca su belleza––Rubén me comenta con diversión.
Pongo los ojos en blanco sin inmutarme a responderle, sirvo las papas y el pollo en un plato y me volteo a buscar la salsa buffalo del anaquel.
––La chica debe tener mucho dinero, Tobías, le has dado la botella más cara de Whisky que teníamos––vuelve a hablar mi compañero––, ya va por debajo de la mitad. Estoy impresionado, se esta bebiendo el Whisky como si fuera agua.
Ubico la salsa a un extremo del plato y le hecho un poco de sal a las papas.
––¿Porque estamos hablando de ella, Rubén?
Lo escucho soltar una carcajada antes de contestarme.
––Oye tranquilízate, no estoy diciendo nada malo de ella, solo comento lo que he visto.
Con el plato en mis manos y los cubiertos en la otra, volteo hacia él.
––Estoy tranquilo, solo pregunte porque cada vez que me hablas de una chica es con el único propósito de convertirla en tu próximo polvo––paso a su lado––, y te lo advierto, aléjate de ella. No creo que este aquí buscando un acostón.
Me detengo cuando estoy en la salida de la cocina para dirigirle una mirada severa. Él alza las manos en señal de rendición a una batalla que creo que no sabía que estábamos teniendo.
––No pensaba acostarme con ella, amigo menos sabiendo que tiene un moretón de procedencia desconocida pero preocupante en el rostro––suelta con diversión––, tengo moral y ética.
Una carcajada brota de mis labios, Rubén no tiene remedio.
Salgo de la cocina y ubico a la chica triste que efectivamente se encuentra con una botella por debajo de la mitad, al acercarme un poco veo que intenta servirse otro trago, pero la botella está apunto de escaparse de sus manos, antes de que me dé cuenta coloco los platos y cubiertos en el mostrador; y me aproximo a ella con rapidez, tomando de sus manos la botella para evitar un desastre que luego me tocara limpiar si sucede.
Con la botella a salvo en mis manos, suelto un suspiro de alivio que luego se convierte en un jadeo cuando siento una mano impactar contra mi mejilla provocando que la botella se escape de mis manos y colisione contra el suelo.