Un Secretario Muy Especial

Capitulo 11:

Al final de la jornada, los hermanos Montenegro invitan a "Martín" a salir a tomar algo para celebrar su bienvenida formal. Helena, aunque no tiene gran tolerancia al alcohol, acepta para no levantar sospechas. Tony, siempre atento, le asegura que la acompañará a casa si se pasa de copas. El apoyo de su amigo le da la confianza suficiente para relajarse un poco.

Ya en el bar, entre risas y conversaciones ligeras, Helena siente que su celular vibra. Al revisarlo, se sorprende al ver que es un mensaje de Alejandro, quien está sentado frente a ella, como si no hubiera una pantalla dividiéndolos.

Con disimulo, Helena silencia el teléfono y abre WhatsApp.

—Hola, Butterfly —lee, y una sensación extraña recorre su cuerpo. Desde hace días, los mensajes entre ambos se habían vuelto una especie de hábito. Alejandro, sin saberlo, le escribía cada noche para saber cómo había sido su día y hablar de sus proyectos literarios.

—Hola, señor Montenegro —responde Helena, conteniendo la ironía de la situación mientras le tiembla un poco la mano al escribir.

—Te he dicho mil veces que me llames Alejandro. Cuéntame, Butterfly, ¿cómo te fue hoy con eso importante que tenías? —pregunta él, refiriéndose a la conversación que habían tenido días atrás, cuando Helena, en su faceta de escritora, le contó que tenía un día clave para su carrera.

—Me fue muy bien, todo salió según lo planeado. Estoy segura de que será un éxito —contesta, sintiendo la dualidad entre su verdadera identidad y el papel que ahora desempeña.

—Me alegra mucho por ti —responde Alejandro con un emoticón de abrazo 🤗, un gesto que, en otra situación, habría sido dulce, pero que ahora la pone en conflicto.

—¿Y cómo te fue a ti? Hoy conocías al nuevo editor en jefe, ¿verdad? —escribe Helena, intrigada por saber qué impresión ha causado "Martín" en Alejandro.

—Sí, lo conocí. No parece mal chico, pero aún no sé qué esperar. Lo tendré a prueba unos días para ver cómo se desempeña. Ahora estamos tomando unos tragos para celebrar su llegada —admite él con franqueza.

La ironía de la situación no se le escapa a Helena, quien sonríe de manera amarga antes de responder.

—Todos merecemos una oportunidad, Alejandro. A veces juzgamos demasiado rápido —le escribe, como un recordatorio que lleva una carga de verdad más profunda de lo que Alejandro podría sospechar.

—¿Lo dices por tu amiga Helena? —pregunta él, con cierto tono de curiosidad.

—Sí, un poco —admite, sintiendo cómo su corazón late más rápido.

—Quizá tengas razón —escribe Alejandro tras una pausa reflexiva—. He sido duro con ella, lo reconozco. Estoy tratando de arreglar las cosas, pero no es fácil… tanto como no lo es contigo.

Helena se queda mirando la pantalla por un momento, sintiendo una mezcla de emociones. La contradicción entre la cercanía que comparten como Butterfly y Alejandro, y la distancia palpable que existe entre ellos en la vida real, la deja inquieta.

—Helena es una persona maravillosa. Si se conocieran mejor, estoy segura de que podrían llevarse bien —escribe, sin poder evitar que sus palabras reflejen un deseo sincero.

—No quiero ser su amigo. Solo quiero que me ayude a acercarme a ti —confiesa Alejandro, y esas palabras, frías y calculadas, golpean a Helena como un balde de agua fría.

El dolor que siente al leer esa frase la deja sin aliento. Sus dedos se detienen sobre el teclado, incapaces de escribir una respuesta. Guarda el teléfono y vuelve a enfocarse en el vaso que tiene entre las manos, sintiendo cómo el ambiente del bar parece alejarse lentamente mientras lucha por controlar sus emociones.

Finalmente llega el momento de regresar a casa. Aunque Helena no ha bebido en exceso, siente que su coordinación no está al mejor nivel. Tony, que ha permanecido sobrio, se ofrece a llevarla. Con discreción, toma el volante y la conduce hasta su departamento.

—Tony, ¿cómo vas a volver a casa? —pregunta Helena, preocupada por la distancia.

—No te preocupes por mí. Llamaré un taxi. Tú solo descansa —responde él con una sonrisa tranquilizadora.

—Gracias por acompañarme y por ser un buen amigo —dice Helena, acercándose para abrazarlo con gratitud.

Tony la envuelve en un abrazo cálido.

—No hay de qué. Un verdadero amigo no deja a una dama sola, especialmente si ha bebido. ¿Puedo preguntarte algo? —dice con un tono preocupado.

—Claro, dime —responde Helena, sorprendida por la seriedad en su voz.

—Noté que, en medio de la noche, dejaste de beber y te pusiste seria mientras mirabas tu celular. Parecías triste. ¿Qué ocurrió? —pregunta Tony, con genuina preocupación.

Helena suspira profundamente, con los ojos mirando hacia abajo.

—Me di cuenta de que tu hermano es realmente insensible —responde, con tristeza en la voz.

—¿Alejandro? ¿Por qué lo dices? —pregunta Tony, sorprendido.

—Porque le escribió a Butterfly diciendo que quiere usar a Helena para acercarse a ella —confiesa, con un tono de frustración.

Tony la mira con empatía.

—Quizás lo dijo de una manera que no pretendía herir. El alcohol puede nublar el juicio.

—No lo sé, Tony. Ahora mismo, el alcohol me hace dudar de todo —admite Helena, sintiéndose aún más confundida.

—Descansa. Mañana lo hablaremos en la oficina —dice Tony, acariciándole el hombro con ternura.

Tras despedirse con un beso en la mejilla, Helena entra en su departamento. Cierra la puerta y se apoya en ella, respirando hondo. Se quita el disfraz de Martín y regresa a su ropa habitual, preparándose para descansar.

Justo cuando está a punto de irse a dormir, su teléfono vibra con un mensaje de Alejandro. Al leerlo, una mezcla de ansiedad y curiosidad la invade.

—Butterfly, lamento si te hice sentir mal. Cuando bebo, tiendo a decir tonterías... —escribe Alejandro, reconociendo su error.

Helena duda antes de responder. Finalmente, escribe con sinceridad:




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