Un Secretario Muy Especial

Capitulo 59:

Capítulo 59:

Un mes y medio después, todo ha cambiado en la vida de la familia Montenegro.

Desde la partida de Helena, quien ha vuelto a desaparecer sin dejar rastros, el mundo de Alejandro está patas arriba. Sumido en el alcohol las 24 horas del día para anestesiar sus emociones y sentimientos, es un desastre de ser humano. Apenas come, apenas se baña, ni siquiera se está haciendo cargo de Ediciones Montenegro. Se la pasa encerrado en su despacho, con una copa de whisky en la mano, intentando borrar de su cabeza sus pensamientos y, de su corazón, los sentimientos que aún guarda por Helena. Todavía no puede creer lo cínica que fue. Martín se había convertido en una de las personas en las que más confiaba después de su familia. Logró perdonar su identidad como Butterfly, a pesar de que odia las mentiras. Pero esto es demasiado. Lo engañó de la forma más vil, solo por un puesto de trabajo. Ahora se da cuenta de que no se equivocó el primer día que la conoció cuando le dijo que era una oportunista y que jugaba sucio. Se aprovechó de su amistad con Tony y del amor que le profesaba su abuela para meterse en la familia Montenegro. Lamentablemente, también se metió en su corazón, y aunque le resulte difícil, la sacará de allí, exclama Alejandro para sus adentros, aunque sea a base de alcohol y muchas lágrimas.

La vida para Luciano también ha cambiado del día a la noche. Dejando a toda su familia muy sorprendida, sobre todo a su abuela, que no puede estar más feliz, resultó ser más competente de lo que todos creían, haciéndose cargo de Ediciones Montenegro hasta que Alejandro recupere el sentido y pueda ocupar su lugar en la editorial. Ahora que Helena se ha marchado, también ha dejado su puesto como CEO, pero el menor de los Montenegro, el descarriado de la familia, está haciendo un gran trabajo.

También está Tony.Aún no puede creer todo lo que ha pasado. Siempre confió en que su hermano mayor era una persona sensata, de buenos sentimientos, su modelo a seguir, pero realmente lo ha decepcionado mucho. Hace más de un mes y medio, desde que Helena se marchó, que no habla con él. Alejandro ni siquiera se merece que le dirija la palabra. Pero hoy está feliz. Hoy recibió una de las mejores noticias que pudo haber recibido en su vida. Y en unos días viajará al pueblo de Helena para hacerle una de sus visitas sorpresa, ya que pronto se acerca su cumpleaños y quiere estar presente en uno de los momentos más importantes de su amiga, sobre todo ahora que su vida cambiará para siempre.

Y finalmente, llegamos a Lucía, quien aún no puede comprender cómo generó tanto daño con un inocente plan. Jamás fue su intención. Solo quería lo mejor para Helena y Alejandro. Sabía que ella era la mujer perfecta para su nieto en todos los sentidos, pero por su culpa, por su maldito intento de tener todo bajo su control, de querer dominarlo todo, arruinó la vida de ellos dos y ahora no sabe cómo remediarlo.Cada día que pasa le duele ver a Alejandro en el estado en que está. Apenas deja que se le acerque, pasa días sin comer, ha bajado varios kilos y no se separa de ese maldito vicio que es el alcohol. Él, más que nadie, sabe que ese vicio te lleva a la destrucción y a perderlo todo. Lo vivió en carne propia, por eso Lucía no puede entender que esté cayendo en él para ahogar sus penas.Lamentablemente, no sabe qué hacer, aunque está decidida a contarle toda la verdad a su nieto, no la verdad a medias que le contó Helena, echándose la culpa de todo. Quizás debería haber hablado desde el principio, cuando Tony le contó lo sucedido, pero inmerso en su dolor, Alejandro no quiso escucharla. Sin embargo, ha llegado el momento de hacerlo. Esta misma noche, su nieto va a escucharla, quiera o no. No sabe si podrá remendar lo roto, pero al menos hará el intento.

Al regresar de Ediciones Montenegro y ver que todo está en orden gracias a su nieto Luciano, que la verdad no puede creerlo, se dispone a hablar con Alejandro.

Lo encuentra como todas las tardes, desde hace un mes y medio, sentado en el sofá de su despacho, con la botella de whisky a medio camino y un vaso de la bebida en la mano, mirando a la nada misma, intentando terminar completamente ebrio y poder irse a dormir sin sentir ni un poco de dolor.

—¿Hasta cuándo seguirás así, Alejandro? —pregunta Lucía, preocupada por la salud y la integridad física de su nieto.

Alejandro lleva la misma ropa desde hace dos días. Su barba está medianamente crecida y ni siquiera se ha arreglado el cabello. Realmente ha caído en una terrible depresión, y si no hace nada por sacarlo de ese estado de ánimo, no se lo perdonará nunca.

—Abuela… —exclama Alejandro, bebiendo su vaso hasta el final, sintiendo cómo el whisky quema su garganta y poco a poco va anestesiando sus emociones.

—Alejandro… necesito que reacciones. No puedes seguir en este estado —añade con lágrimas en los ojos. La tristeza y desesperación de Alejandro la están destruyendo y quitándole años de vida.

—Déjame en paz, abuela. Es la única manera que encontré para olvidarme de ella —confiesa, sirviéndose lo último que queda en la botella.

—¿Quieres terminar como tu padre, verdad? —exclama, triste y enojada a la vez—. Eres el mayor, eres el que mejor se acuerda de la convivencia con tu padre. Él era una persona increíble, como tus hermanos y tú, pero su vicio por el alcohol era demasiado grande y lo perdió todo. Perdió a tu madre y a ustedes, y quién sabe qué será de su vida en este momento. Quizás esté muerto y nosotros no lo sabemos. ¿Eso quieres, Alejandro? —añade, intentando hacerlo entrar en razón—. ¿Quieres destruir tu vida y perderlo todo por no saber perdonar un error?

Alejandro abre los ojos de par en par. Puede soportar que hable de su padre, al fin y al cabo, fue un hombre bueno que su sufrimiento interno lo llevó a refugiarse en el alcohol, pero ¿hablar de Helena? No… no se lo va a permitir, no quiere escuchar ni siquiera su nombre.

—Abuela… ni siquiera la nombres, no quiero saber de ella —dice con tristeza y enojo en su voz.




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