Fernando llevó a la salida a Marta, don Andrés estaba terminando de subir al carruaje, Fernando iba a subir detrás, pero su abuelo lo detuvo y no le dejó subir. Sin entender nada, se quedó bajo, Marta lo tenía muy bien contemplado y sabía que era por ella.
Fernando se quitó el sombrero y se molestó. Marta no en realidad, era algo que esperaba. Así que esperaron y en lo que llegaba el carruaje, Fernando preguntó sobre el padre de Luisa, don Rafael. Esta le dijo que no se llevaban muy bien y que una vez hubo una fiesta en la cual se vieron, hubo tensión y terminó mal.
–Escucha, ese día fue el peor para el padre de Luisa. Parece que no le gustó al señor que don Rafael asistiera y lo humillo a más no poder y no pudo hacer nada más que retirarse.
–¿Qué más sucedió? Cuéntamelo todo y no omitas detalles.
–Lo diré todo hasta que me digas que tipo de relación tienes con su hija.
El carruaje llegó, subieron y comenzaron a andar, Fernando estaba un poco ansioso por saber lo que había pasado, así que durante iban saliendo de la casa insistió para que Marta le contara lo que había pasado. Pero Marta se cerró hasta que le dijera lo que sentía por Luisa, en ese momento Marta reaccionó como si le hubieran dado la noticia del fallecimiento de un ser querido.
–El señor no debe enterarse por nada en el mundo lo que sucedió o como te tratas con Luisa, no debe.
–Con sus labios me lo dijo y con lo que me dices ahora, no me queda duda que es muy grave.
–Creo que ya llegamos –Interrumpió–
–¿Por qué lo dice?
–Por qué nos detuvimos
–Creo que ni yo lo hubiera pensado –Respondió con sarcasmo.
Marta por curiosidad sacó la cabeza para mirar, pero había una fila larga de carruajes. Esta le comentó a Fernando quien se impresionó cuando el también sacó la cabeza para ver.
–Me parece extraño que ingleses habiten en España. Creí que eran enemigos.
–Es extraño su caso. No he escuchado lo suficiente como para darte una respuesta concreta.
–Tal vez es alguien importante para la corona o bien. Sino, fuera así, entonces no sé qué podría ser.
La fila se comenzó a mover, en unos minutos estuvieron ya bajando del carruaje y mucha gente estaba entrando a la casa. Fernando iba buscando con la mirada a Luisa, quien estaba entrando a la fiesta en compañia de su padre y su madre, era inconfundible no poder notarla ya que, llevaba un vestido color rojo que le hacía ver mucho más hermosa de lo que era. Fernando en compañia de Marta se iba a acercar a ver a Luisa, pero la voz fuerte de su abuelo le estremeció, un grito fuerte que Fernando pensó que era para él.
–¡¡Parece que lo que sucedió en mi fiesta no te bastó!!
–Andrés, vengo con mucha paz, no quieras hacer otro escándalo.
–¡¡Lo único que harás, es hacernos reír a todos, bufón!!
Don Rafael se acercó a don Andrés, este estaba con el pecho de fuera, quieriendo intimidar a don Rafael, pero este no le importó y le miró fijo a los ojos. Tenía ganas de darle una bofetada, pero no lo hizo, solo abrió su boca.
–Gracias a mi piedad estás vivo.
–Y gracias a mi tu felicidad ha dado frutos.
Don Rafael dio unos cuantos pasos atrás, haciendo creer que se marchaba, pero desenvainó su espada y el reflejo de la espada llamó más la atención de Fernando. Don Rafael tenía la hoja en la garganta de don Andrés, este no pudo siquiera poner su mano en la empuñadura de su propia espada. Fernando iba a ayudar a su abuelo, pero Marta le detuvo y estaba un poco molesto. Luego Marta señaló a Luisa y Fernando entendió que no podía meterse en esas cosas, podía salir lastimado. Ahí se dio cuenta del odio que ambos se tenian y que la relación con Luisa podría ser como Romeo y Julieta. La esposa de don Rafael se le acercó y se marcharon. Fernando no entró a la fiesta hasta que todos los que había detenido su paso entraran, el bullicio de su abuelo acaparó todas las miradas. Fernando se fue hacia un lugar apartado por pena. Marta estaba perdida en su mente, Fernando lo notó y le preguntó que tenía. Recordaba una historia que escuchó hace un par de años.
–Verás, escuché algo que supongo que no debí hacerlo. Ahora que lo pienso bien, no fue nada prudente.
–¿Y qué fue lo que escuchaste?
–No recuerdo muy bien todo, pero haré lo que pueda.
–¿De quién escuchaste esa historia?
–Digamos que mi madre me contaba cosas muy raras antes de dormir y luego me enteré que la misma señora se las contó.
–Ahora si tienes mi completa atención. ¿Mi abuela lo contó?
–Fue hace muchos años que se puso muy ebria y mi madre estuvo cuidándola, así que ahí fue donde se lo contó todo.
–Pero eso no tiene mucho sentido con lo que me dijiste en el carruaje.
–Lo sé, no estaba muy segura de decirte. No lo creí prudente por lo que escuché que te dijo Perla.
–Pues ahora dilo, creo que me es necesario saberlo, Marta –Dice Fernando-
–Está bien. Don Andrés y don Rafael eran grandes amigos, casi hermanos. Se estimaban mucho el uno al otro y siempre andaban juntos. A don Andrés lo nombraron duque antes de lo que imaginó y tenía que cumplir con sus obligaciones. Incluso ambos se sentían atraídos por la misma mujer, aunque no lo sabían, luego se batieron a duelo.
–Pero ¿Por qué motivo se batieron a duelo?
–Según me dijo, ella estaba en cinta de su primer hijo, uno de tus tíos.
–Espera, ve despacio ¿Cómo sucedió eso?
-Fue en una fiesta, ambos se pusieron muy ebrios y consumaron el acto, cuando ambos recobraron conciencia a la mañana siguiente se dieron cuenta de lo había pasado, esperaron un tiempo y luego anunciaron su boda ante toda la corte. Luego don Rafael le pidió matrimonio a doña Inés y cómo puedes notar, ella aceptó.
–Un momento ¿Cuál es el título nobiliario de don Rafael?
–Es un marques, pero no recuerdo de qué lugar y tu abuelo es un duque. El titulo seria de tu madre, pero ya tiene un puesto fijo y tu tía, está casada con un barón francés, por lo cual, si tu abuelo y abuela fallecen o renuncian al cargo, tu serias el nuevo duque, Fernando.